Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Carta a los que estáis en casa

La emblemática Gran Vía madrileña luce vacía por la cuarentena del coronavirus.
La emblemática Gran Vía madrileña luce vacía por la cuarentena del coronavirus.
Jorge París
La emblemática Gran Vía madrileña luce vacía por la cuarentena del coronavirus.

Hoy tengo algo que deciros. A vosotros, a los que seguís en casa afrontando la cuarta semana de confinamiento. Que sepáis que os echo de menos.

Salir de casa cada mañana no lo siento como un privilegio. Es tristísimo coger el coche cada día y afrontar el trayecto hacia la tele sin vosotros. Ese trayecto que hago todos los días, esquivando a padres que van corriendo a dejar a sus hijos antes de ir a trabajar, cogiendo atajos para evitar atascos, cruzándome casi siempre con la misma gente a la misma hora haciendo todas las mañanas lo mismo: pasear a su perro, esperar en la parada del autobús, cruzar hacia el parque, ir caminando hacia la cafetería para tomarse el desayuno que no ha tomado en casa... Sí, en mi trayecto hay caras conocidas, personas anónimas que no conozco pero que son parte de mis rutinas, de mis mañanas. Pero hace ya semanas que no os veo y os echo de menos.

"Los olores y los sonidos son más intensos. No hay nada que compita con ellos, ni un claxon ni un tubo de escape"

Con mi coche solo me cruzo con palomas que han ocupado la carretera, que se extrañan cuando me intuyen llegar porque hace rato, horas, que por ahí no pasa nadie. En mi trayecto veo calles completamente desiertas. Paso cerca de una zona de restaurantes que está dormida, cerrada a cal y canto, ¡desde hace tantos días! Por ahí siempre solía haber gente pululando, tomándose un último café antes de entrar en la oficina. Pero ahora es una calle entera de persianas echadas. Nadie está fuera fumando ni charlando. Ni corriendo apresuradamente porque llega el autobús. En la parada, desde hace ya más de una semana, no hay nadie. Desierta, vacía. Solo me cruzo con autobuses de línea que siempre van vacíos. Y se echan de menos las miradas de la gente cuando estamos parados en el semáforo. Nadie mira despreocupado por la ventanilla, nadie ojea el móvil ni lee un libro. Su asiento, todos los asientos, están vacíos.

El único ruido que escucho cuando aparco antes de entrar en la tele es el de los pájaros. Noto el olor a césped que hay justo al lado del parking. Los olores y los sonidos son más intensos estos días. No hay nada que compita con ellos, ni un claxon ni un tubo de escape. Ya no tengo que mirar hacia un lado y hacia otro de la calle para cruzar corriendo a la puerta de entrada. No hay coches, nadie acelera porque llega tarde.

"Quiero llegar tarde porque hay atascos, quiero desesperarme porque alguien ha aparcado en doble fila para dejar a sus hijos en el colegio"

Os echo de menos y la sensación pesa conforme pasan los días. Solo os puedo ver cada tarde a las 20.00. A la mayoría os conozco de vista, sois la gente del barrio de toda la vida. Desde hace ya unas tardes nos podemos ver a la luz del día, sonreírnos, incluso preguntarnos con el pulgar hacia arriba si todo va bien. Pero al resto, a mis desconocidos habituales de mis trayectos mañaneros os echo de menos.

Quiero llegar tarde porque hay atascos, quiero desesperarme porque alguien ha aparcado en doble fila para dejar a sus hijos en el colegio. Quiero volver a veros. Pero hasta que eso llegue, solo podremos hacerlo a través de la pantalla. Ánimo, porque lo estáis haciendo muy bien.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento