OPINIÓN

¿Qué se negocia?

Los equipos negociadores de PSOE (dcha) y ERC (izda) para lograr la investidura.
Los equipos negociadores de PSOE (dcha) y ERC (izda) para lograr la investidura.
EFE
Los equipos negociadores de PSOE (dcha) y ERC (izda) para lograr la investidura.

Dicen verdad aquellos que, ilusionados con la posibilidad de un gobierno PSOE-Podemos apoyado por ERC, han empujado, animado y apoyado la negociación de los socialistas con los independentistas. 

Quienes han gravitado durante estas semanas alrededor de las conversaciones han defendido con ímpetu las bondades de un, así calificado, "acuerdo entre diferentes". Y lo hacen con el argumento, muy cierto, de que solo se negocia con el enemigo, porque con el amigo es innecesario. 

Pero el argumento tiene su cojera. Lo habitual es que en una negociación se sienten a la mesa adversarios en apariencia irreconciliables, pero suele darse una circunstancia determinante.

Imaginemos el caso extremo de una guerra. Si los bandos en conflicto se sientan a negociar, aunque estuvieran matándose minutos antes, lo hacen porque, más allá de sus enormes diferencias, tienen un mismo objetivo final: alcanzar la paz. 

Cada cual querrá llegar a ese acuerdo por caminos distintos y en posición ganadora frente al otro, pero ambos quieren la paz. El acuerdo será difícil pero factible, y previsiblemente duradero.

"El objetivo último del PSOE es mantenerse en el poder. El objetivo último de ERC es la independencia de Cataluña"

¿Cuál ha sido desde las elecciones del 10 de noviembre el objetivo común de la negociación entre el PSOE y Esquerra? Se dirá que la investidura de Pedro Sánchez. Correcto, pero insuficiente. Ese objetivo es de corto plazo y aún más corto alcance. El objetivo último del PSOE es mantenerse en el poder. El objetivo último de ERC es la independencia de Cataluña. En política, como en la vida, es poco recomendable llevarse a engaño.

De los nacionalistas se puede decir lo que Borges aseguraba de los peronistas, que no son ni buenos ni malos, sino incorregibles. Un nacionalista no deja de serlo. Su objetivo, legítimo, es la independencia (lo ilegítimo es incumplir las leyes). Y no transigirá hasta conseguirlo.

En la Transición, los grandes partidos nacionales creyeron, en su conmovedora ingenuidad, que concediendo competencias y dando dinero a los gobiernos autonómicos más nacionalistas el problema estaría controlado. Ya no queda de eso: ni competencias, ni dinero, ni control.

A Esquerra Republicana un gobierno de PSOE y Podemos en España le interesa exclusivamente en la medida en que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sean, antes o después, más moldeables a la idea de facilitar un referéndum de autodeterminación que una alternativa de centro derecha que se instalara en Moncloa. Y solo eso. 

Si el paro sube o baja en España, si la economía crece o se debilita, si la educación mejora o si las pensiones de los españoles se sostienen, son asuntos que en nada afectan a la sensibilidad independentista, porque ese no es su terreno de juego. Ellos solo juegan a la autodeterminación. A irse.

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