Noelia Núñez Diputada del PP en la Asamblea de Madrid
OPINIÓN

Tabernarios

Ciudadanos en terrazas en Madrid este viernes.
Ciudadanos en terrazas en Madrid.
EUROPA PRESS
Ciudadanos en terrazas en Madrid este viernes.

Aún recuerdo aquel término acuñado en la campaña electoral de las elecciones del 4 de mayo y que se utilizaba despectivamente por parte de la izquierda para referirse a los madrileños: tabernarios.

Los tabernarios éramos, para ellos, seres monstruosos que solo nos preocupábamos, unos, por abrir sus negocios, otros por ir a los bares madrileños a disfrutar de nuestras cañas y tapas. Para la izquierda éramos los culpables de la pandemia, todo había sido por nosotros.

El señalamiento que vivimos aquellos días hacia los hosteleros, sus negocios y trabajadores no tiene ni precedentes ni justificación. Durante aquella campaña sufrimos un esperpéntico espectáculo protagonizado por esa misma izquierda que se autoproclama como única representante de los trabajadores. Ellos, sus supuestos defensores, les ridiculizaban, les atacaban, les señalaban y les culpaban de ser los causantes de los contagios. Ellos, sus falsos defensores, les abandonaron.

El señalamiento que vivimos aquellos días hacia los hosteleros, sus negocios y trabajadores no tiene justificación

Y es que no entendieron que en Madrid solo se pedía vivir. Vivir y trabajar. Salir y cuidarse. Responsabilidad y libertad. Los hosteleros, sus trabajadores, los madrileños ondearon la bandera de la libertad porque sabían que era perfectamente compatible. Porque la única defensa que encontraron fue precisamente esa: la libertad de poder continuar, la libertad de poder seguir adelante con sus vidas aquellos que estaban sofocados ante la incertidumbre de no saber si aguantarían más.

Poder abrir el cierre de tu negocio, tener a una administración contigo que te facilita y no te pone pegas, el saber que podrás seguir con aquella rutina de la que tanto te quejabas antes o tener la tranquilidad de que podrás seguir manteniendo a tus trabajadores en plantilla fue, entre otros motivos, lo que tantos madrileños defendimos el 4 de mayo. Esa manera de ser nuestra, de la cultura del esfuerzo, del trabajo y el arrojo por seguir nuestro camino por complicado que sea pero también de disfrutar de la vida, la cultura y nuestras calles.

Tabernarios, decían. Mucho me temo que aún no han entendido nada.

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