Pasó el nubarrón, al menos de momento, que amenazó durante semanas las obligadas buenas relaciones de vecindad entre Marruecos y España. Esperemos que todo quede en una tormenta en un vaso de agua. La razón de los intereses recíprocos, que siempre implica inteligencia diplomática se está imponiendo.
No es la primera vez que ocurre y la experiencia del daño ajeno de los calentones políticos de ambos lados del Estrecho acaba dejando huellas e inquietudes. Esta vez el pragmatismo y la buena voluntad recíproca se están apuntando un éxito. El Rey Mohamed VI ha escrito una carta muy cariñosa a los reyes Felipe y Leticia con motivo de nuestra fiesta Nacional.
Y se anticipa que recibirá al presidente Pedro Sánchez en Rabat, en una audiencia que se venía retrasando años. Son muchos los asuntos que los dos gobiernos tienen para tratar, muchas las cuestiones que tienen que resolver y muchas las ventajas mutuas que tienen para emprender de manera conjunta. Algunos intereses siguen y seguirán encontrados.
Pero unas relaciones, fluidas y cordiales, entre buenos amigos facilitarán la solución y el buen entendimiento. El Monarca marroquí lo describe muy bien en su carta a los reyes españoles: Unas relaciones fundamentadas en la "confianza, la consideración mutua, el respeto y el compromiso". No parece arriesgado pensar que Felipe VI y su excelente relación con Mohamed VI ha sido fundamental en la solución del conflicto.
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