Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

Burbujas

El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, en rueda de prensa conjunta mientras una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 23 de noviembre de 2021
El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, en rueda de prensa.
Alejandro Martínez Vélez / Europa Press
El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, en rueda de prensa conjunta mientras una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 23 de noviembre de 2021

Recientemente se ha desatado una polémica en el Congreso de los Diputados a cuenta de la negativa de algunas formaciones políticas a atender las preguntas de algunos medios de comunicación. A este fenómeno, los portavoces parlamentarios que han echado el cerrojo lo llaman "burbujas informativas". En mi opinión, los que viven en una burbuja son aquellos que niegan la posibilidad de que se formulen preguntas por muy incómodas que estas puedan ser.

Es la burbuja del pensamiento único, de la información oficial, del monopolio de la verdad. Y vaya por delante que considero que tan erróneo es que Vox niegue en su sede la presencia de determinados medios de comunicación como que Más País o los nacionalistas catalanes hagan lo propio en el Congreso con otros medios no afines. Con este comportamiento, además de aflorar un déficit democrático se transparenta también una formidable carencia intelectual. Por experiencia, no hay nada más estimulante que responder preguntas incómodas.

Nos estamos acostumbrando a escuchar siempre a los mismos, a los que están de acuerdo con nosotros. Y debidamente aderezado con dosis de manipulación, es comprensible que ese sentimiento derive hacia el resentimiento. Somos burbujas, somos islas. Cada vez más impermeables, cada vez más distantes.

Buscamos la unanimidad allí donde solo puede haber disenso, porque las diferencias siempre van a existir. Es cómodo tenderse en el sofá de las verdades cerradas. Ya no se apela a la realidad, sino que buscamos masajes de confort que nos hagan la vida agradable. Por el contrario, todos los que no están en mi burbuja, sobran, y no son dignos de ser considerados humanos.

Pero puede haber esperanza. Bastaría con volver a la dignidad humana y al pensamiento libre. Y para ello permítanme un pasaje del libro Lo Sconosciuto, de Nemirovsky (2018). Cuando finalizaba la Primera Guerra Mundial, con la contienda prácticamente perdida por Alemania, las autoridades germanas fueron incorporando en levas a batallones de niños que se convertían rápidamente en carne de cañón. Un adolescente destacó sobre los demás en las pruebas de tiro. No fallaba ninguna diana frente a la torpeza de los demás. Una vez incorporado al frente lo situaron una noche en la cima de una montaña para que abriese fuego contra el enemigo que se aproximaría por el valle. A la mañana siguiente, fueron a buscarlo y comprobaron sorprendidos que no había disparado ni una sola bala. Cuando se le preguntó por qué, respondió: "Porque allí abajo hay gente". Precisamente la misma gente que no está en nuestra burbuja y que, por esa mera razón, no debe ser objeto de exterminio.

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