Encarna Samitier Directora de '20minutos'
OPINIÓN

La cabalgata de las mociones

  • "Lo que pase será otro terremoto, que recolocará a todos los partidos y dejará fijada la fecha de las generales".
Pablo Iglesias e Isabel Díaz Ayuso.
Pablo Iglesias e Isabel Díaz Ayuso.
ATRESMEDIA
Pablo Iglesias e Isabel Díaz Ayuso.

El relato prima tanto sobre la realidad en la política española que hasta hace diez días el último mantra de moda era el de la estabilidad. La aprobación de los presupuestos abriría un periodo sin citas electorales ni sobresaltos. Se descartaba la convocatoria de elecciones anticipadas. La legislatura llegaría hasta el final.

Las conjunciones adversativas no están bien vistas en nuestro vocabulario político. Y eso que había unos cuantos 'peros' que objetar a la solidez de esta estabilidad. Pedro Sánchez consiguió el apoyo de una decena de partidos para la que las cuentas salieran con aparente facilidad. Pero fue a cuenta de desoír el ofrecimiento de Ciudadanos y de aglutinar una amalgama de fuerzas, que incluyeron a Bildu, con intereses muy diversos.

Los presupuestos no salvaron las diferencias del día a día entre los socios de la coalición, escenificadas casi a diario. El 14-F, el 'efecto Illa' no logró impedir que, salvo sorpresa de última hora, las elecciones catalanas acaben en un gobierno independentista. La pandemia sigue causando estragos y el paro continúa golpeando… Se nos auguraba algo así como una larga 'paz romana', pero los líderes políticos estaban sentados en realidad sobre un volcán que ha entrado en erupción con virulencia.

En diez días, dos mociones de censura, en Murcia y Castilla y León (otras dos, en Madrid, no fueron adelante porque habían sido convocadas las elecciones autonómicas); un partido, Ciudadanos, abierto en canal, y una crisis de Gobierno por el salto de inédito del vicepresidente Pablo Iglesias a la política madrileña han generado un escenario de sobresalto continuo.

Todo parece extraordinario, pero también tiene una lógica que hunde sus raíces en la inestabilidad y en la debilidad interna de los propios partidos. En toda la democracia, ha habido cinco mociones de censura contra el presidente del Gobierno de la nación, de las que solo prosperó la presentada contra Mariano Rajoy, en 2018. En los parlamentos autonómicos, han sido 24 desde 1980, cuatro de ellas en estos últimos días. Dieciocho intentos se quedaron en el camino, el último de ellos el que lanzaron en Murcia PSOE y Ciudadanos, que ha sido el detonante del cataclismo de fichas en el tablero político.

Paradójicamente, el partido de Inés Arrimadas no quiere que prospere la cuarta de esa cabalgata de las mociones, la que se debate este lunes en el Parlamento de Castilla y Léon. Ciudadanos ensayó su papel de bisagra a la izquierda en su peor momento. Ahora, le crecen tránsfugas y de fugados, y no estará claro hasta el último minuto qué va pasar. La guerra política se libra en los parlamentos autonómicos, cuyos líderes viven estos días como en una novela de Agatha Christie, sin saber si serán el próximo en caer, si Mañueco e Igea se acostaran como gobierno o los desbancará el socialista Tudanca. 

Pero la batalla decisiva es, Madrid. Que Pablo Iglesias se haya lanzado a evitar una muy posible debacle de Podemos en la Asamblea frente al PSOE de Gabilondo y Más Madrid, y Ciudadanos movilice a su portavoz en el Congreso, Edmundo Bal, constata los problemas de ambos partidos. Pero también la obviedad de que la comunidad es una pieza clave y singular en la política española. Desde las elecciones autonómicas de hace dos años, Isabel Díaz Ayuso ha sido el ariete del PP nacional, en horas muy bajas, y lo ha sido más que los 'barones' consolidados. Lo que pase será otro terremoto, que recolocará a todos los partidos, impondrá otra vez la realidad sobre el relato y dejará fijada la fecha de las generales.

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