José María Lanzuela José María LanzuelaAsociado de Economics en PwC
OPINIÓN

Perspectivas 2022: riesgos y oportunidades

En 2019 la economía del dato española tenía un valor de 29.700 millones de euros y representaba el 2,5% del PIB.
En 2019 la economía del dato española tenía un valor de 29.700 millones de euros y representaba el 2,5% del PIB.
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En 2019 la economía del dato española tenía un valor de 29.700 millones de euros y representaba el 2,5% del PIB.

Llega el fin de año y con él las tradicionales predicciones de muchos economistas sobre el año que comienza. Si, como decía un exjefe mío, la economía es un arte técnico, quizás esta sea una de las partes más creativas; aunque no por ello deja de ser valiosa. Al final, el titular tiende a quedarse con el dato de crecimiento del PIB, cuando acertar es prácticamente imposible. Así, lo realmente útil suele ser revisar qué acontecimientos serán los más trascendentes para alcanzar esa previsión de crecimiento.

En el caso de España, parece que después de la corrección al alza del crecimiento del tercer trimestre, cerraremos 2021 con un incremento anual del PIB algo por encima del 5%. Y que en 2022 podríamos crecer incluso un poco más. Pero ¿qué determinará que estos pronósticos se cumplan, en mayor o menor grado?

En primer lugar, que la evolución de la pandemia mejore hasta un punto en que sea compatible con una normalización de la actividad económica. Algo parecido a lo vivido durante el segundo semestre de 2021, gracias en gran medida a las vacunas, y hasta la llegada de la variante ómicron, que ha vuelto poner en jaque al mundo. 

A la espera de saber si finalmente ómicron, por producir síntomas más leves que otras variantes, evitará las saturaciones en hospitales, parece claro que un objetivo para 2022 debería ser el de vacunar al mundo. Algo que, más allá de la solidaridad, tendría repercusiones directas sobre la economía española, ya que impulsaría la recuperación del turismo y fomentaría el gasto del ahorro acumulado por las restricciones durante la pandemia, como bien apuntan desde el think tank del Real Instituto Elcano.

Otro gran protagonista en 2022, en parte ligado también a la pandemia, será la inflación. En mi anterior artículo reunía algunas de las principales causas y consecuencias del histórico aumento de precios que estamos viviendo. ¿Se tornará en estructural o irá remitiendo a lo largo de 2022? Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, se mostraba optimista con lo segundo en una entrevista hace unos días. Optimismo también compartido por el BCE, que ha sugerido que, salvo extrañas circunstancias, no subir los tipos en 2022; algo que sí que ha anunciado ya la Reserva Federal de Estados Unidos y que ya ha hecho el Banco de Inglaterra.

Por último, un pilar importante de esta recuperación en 2022 será el aprovechamiento de los fondos europeos (NGEU). España recibió 19 mil millones de euros en 2021, y espera conseguir otros 50 mil hasta 2023. Por supuesto, no será un camino fácil. Existe la posibilidad de no lograr absorber estos fondos por deficiencias administrativas (como ya ha ocurrido en el pasado) o por falta de acuerdo sobre las reformas pactadas con la Comisión Europea. De hecho, en 2022 se espera que se discutan la reforma laboral y de pensiones, lo que sería la primera gran prueba de fuego. Pero de nada sirve tampoco ponerse la venda antes que la herida, y está claro que estas ayudas, dirigidas no solo a reparar los daños más inmediatos de la pandemia, sino también a inversiones en digitalización o transición energética, podrían ser la llave de la mejora de la productividad española y, así, del aumento de su potencial de crecimiento.

Lo dicho, nos espera un año con numerosos riesgos a vigilar, pero también con grandes oportunidades para aprovechar

Hay quienes, después de los históricos esfuerzos monetarios y fiscales acometidos por las autoridades nacionales e internacionales, concluyen que la deuda acumulada será inabarcable. Y, aunque es una preocupación lógica y necesaria, me gustó la reflexión que hacía al respecto Jim O’Neill en un artículo publicado en Project Syndicate a principios de diciembre: si el nivel de deuda aceptable para un país depende de su credibilidad, no debería juzgarse igual aquella usada para prevenir un colapso económico que la empleada para pagar un plan presupuestario excesivamente ambicioso. Lo dicho, nos espera un año con numerosos riesgos a vigilar, pero también con grandes oportunidades para aprovechar.

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