Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Esto no ha terminado

Crece el número de contagios por coronavirus en Ordizia y Badajoz
Crece el número de contagios por coronavirus en Ordizia y Badajoz.
Europa Press
Crece el número de contagios por coronavirus en Ordizia y Badajoz

La sensación es que conforme pasan los días sabemos menos y nos relajamos más. Como si el no saber nos hiciera olvidar que está ahí. Admito que hay un bombardeo de información científica contradictoria que genera cierto desconcierto. Cada día hay un nuevo informe, una nueva investigación, un nuevo detalle que contradice al de hace unas semanas, que rectifica lo sabido y nos sitúa en un nuevo escenario.

Durante todo este tiempo nos han hablado de inmunidad y anticuerpos y al parecer, según un estudio de hace dos días, al cabo de las semanas se pierden. Es lo que dice la última oleada del estudio de serología que hemos conocido esta semana: la inmunidad de rebaño sigue estancada en el 5,2%, un dato terrible porque significa que apenas 5 de cada 100 españoles tienen anticuerpos. El resto, la gran mayoría, no ha tenido contacto con la enfermedad, sigue expuesto al contagio y un porcentaje significativo, un 14%, ha perdido los anticuerpos que generó tras contagiarse de Covid 19. Si siguen siendo inmunes a la enfermedad o no, no se sabe o no hay certezas. Se hablaba de catarros que nos inmunizan gracias a las células T, de grupos sanguíneos más propensos ante la enfermedad, de la edad, el sexo…

La inmunidad de rebaño sigue estancada en el 5,2%; significa que apenas 5 de cada 100 españoles tiene anticuerpos

Lo único cierto es que el virus sigue ahí, por mucho que nos empeñemos en ignorarlo, ocultarlo u olvidarnos de él. Esta semana dos localidades han entrado de nuevo en confinamiento y eso que es verano, en teoría la época del año en la que menos contagios iba a haber, cuando el virus, en teoría, iba a morir ¿se acuerdan? Pues no. Aquí estamos, en plena ola de calor, la primera de este verano, con los contagios sumándose de forma preocupante. Y eso que la gran escapada todavía no ha llegado. Los que todavía no nos hemos movido, los que contamos las horas para salir, tememos quedarnos de nuevo atrapados. Y en algunos casos por la insensatez de unos pocos, por el “a mi qué más me da si no me va a pasar nada”.

El virus deja secuelas, algunas graves. 
No hace falta que las suframos para empatizar y ser responsables

Todos deberíamos buscar a gente que haya pasado la enfermedad, que haya estado ingresada y que nos cuenten cómo lo vivieron y cómo están ahora. Cómo fueron esos días interminables en el hospital, solos, intentando respirar. Ver y oír más testimonios de enfermos graves y no graves. Porque no hace falta que veamos sufrimiento para entender una cosa muy simple: el virus hace daño. Algunos se han quedado enganchados de por vida a una máquina de oxígeno. Otros, que lo pasaron de forma más leve, han perdido el gusto para siempre o han generado un asma que les ha dejado con medicación de por vida. El virus deja secuelas, algunas graves. No hace falta que las suframos para empatizar y ser responsables.

Algunos han decidido que esto ha pasado, sin tener pruebas ni datos. Que podemos volver a nuestras vidas justo en el punto en el que las dejamos. Está claro que no. Es evidente que estamos muy lejos todavía de recuperar la normalidad tal y como la entendíamos.

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