Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Elecciones para el después

El presidenrte del Parido Popular, Pablo Casado, y el presidente del Partido Popular de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.
El presidenrte del Parido Popular, Pablo Casado, y el presidente del Partido Popular de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.
Europa Press
El presidenrte del Parido Popular, Pablo Casado, y el presidente del Partido Popular de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.

A primera vista de los resultados provisionales, las elecciones castellano y leonesas no ofrecen grandes dudas en el ámbito autonómico. El Partido Popular fue el ganador, aunque muy por debajo de sus expectativas, y para gobernar necesitará coaligarse con Vox, que ha multiplicado por trece su representación, y ya ha advertido que exigirá incorporarse al Gobierno.

A Alfonso Fernández Mañueco, el candidato a la reelección del PP, la convocatoria anticipada de las elecciones le salió mal. Se desligó de la coalición que mantenía con Ciudadanos, en la creencia de que absorbería sus votos y alcanzaría la mayoría absoluta, y se quedó en la práctica con la misma minoría exigua de que disponía. Tendrá que pactar con la crecida extrema derecha y olvidarse de las promesas repetidas durante en la campaña: que con ella no gobernaría. Ya es sabido que en la campaña se hacen promesas que enseguida se vuelven del revés.

El PSOE, que en las últimas semanas parecía haber mejorado sus expectativas de voto, se ha mantenido en la segunda posición, pero con una pérdida de siete escaños -un descalabro-, sin posibilidades de recuperar el Gobierno que el partido perdió hace más de veinte años y su imagen muy devaluada. Los resultados restantes no ofrecen muchas sorpresas salvo el aumento espectacular de Vox, la práctica desaparición de Podemos Y Ciudadanos, que apenas conservan un diputado, y el acceso a las Cortes de siete procuradores de partidos locales.

Estos procuradores, algunos nuevos, no tienen muchas posibilidades de contar en las negociaciones para la formación del Gobierno, pero sí de recordar desde sus escaños que la llamada España vaciada que representan cuenta en nuestra democracia y necesita atención. Su elección es una muestra de que muchos habitantes de las provincias afectadas se rebelan contra el olvido en que permanecen.

Estas elecciones, como decía al principio, tienen una segunda lectura, el después en la política nacional. Los resultados no son buenos para el presidente del PP, Pablo Casado, que no podrá argumentar la exigua victoria en Castilla y León para afianzarse en su cuestionado liderazgo. El éxito de Vox y la incapacidad para conseguir los votos de Ciudadanos y perdidos por el PSOE se le volverán en contra en cualquier análisis de los resultados.

Pedro Sánchez, mientras tanto, tampoco sale indemne de este fracaso de su partido. El descalabro de Madrid no se ha repetido, pero se le aproxima. Cuando se habla del futuro de la coalición con Podemos se fijaba como decisivo el resultado de las anticipadas castellano y leonesas. Y el resultado, malo para los socialistas y peor para los “podemitas” –que apenas salvaron uno- abre un paréntesis como menos para reconsiderar la situación.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento