Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

La reforma laboral según san Mateo

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en los pasillos del Congreso.
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en los pasillos del Congreso.
EFE
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en los pasillos del Congreso.

"San Mateo 19:23-30". Así respondió Yolanda Díaz a García Egea en el Congreso cuando le recriminó su visita al Vaticano mientras critica la asignatura de Religión. En ese versículo, Jesús advierte a sus discípulos de que "es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos", aunque aclarando que "para Dios todo es posible". O sea que quien esté forrado no lo tiene todo perdido ahí arriba. Sea como fuere, el golpe de efecto de la vicepresidenta segunda en el Vaticano desconcertó a la derecha, como lo mostró aquel tuit fugaz de la secretaria de Comunicación del PP de Madrid calificando de cumbre comunista el encuentro con el Papa. De lo que hablaron Yolanda y Francisco nada se sabe, pero se supone que la vicepresidenta también le contaría lo de la reforma laboral.

Se mire como se mire, el acuerdo alcanzado entre el Gobierno y los agentes sociales que el martes aprobó el Consejo de Ministros tiene una trascendencia extraordinaria y es una de las pocas noticias positivas que ha dejado el 2021 que hoy despedimos. Un consenso del que participan patronal y sindicatos, tal y como exigía la Comisión Europea para avanzar en la obtención de los fondos de recuperación.

Un pacto que parecía casi imposible –no se alcanzaba desde 2006– y que dice mucho en favor de quienes han participado en la negociación, que comprendieron la importancia que su entendimiento tiene para la estabilidad y prosperidad de España. A esa causa ha contribuido la discreción con que se mantuvo el tira y afloja y la tenacidad de la propia vicepresidenta, quien reafirmó su capacidad de generar consensos entre los agentes sociales.

Esta buena disposición contrasta con la actitud de los grupos parlamentarios que, a izquierda y derecha y por motivos distintos, se manifiestan dispuestos a poner trabas al acuerdo. Tanto es así que a día de hoy la reforma laboral pactada no reúne apoyos suficientes para salir adelante en el Congreso de los Diputados.

A pesar del rechazo expresado por los grupos, el Ministerio de Trabajo manifestaba su convicción de que llegado el momento la reforma acordada sería apoyada por una amplia mayoría parlamentaria. Una confianza fundamentada probablemente en el hecho de que a los socios del Gobierno les será difícil defender una negativa que, de tumbar la propuesta, mantendría vigente la reforma laboral de 2012 contra la que llevan cargando una década. Su habitual inercia a sacarle algún beneficio a todo lo que requiera su apoyo habría de plegarse a esa realidad para no entrar en flagrante contradicción.

Con Vox por supuesto no se cuenta, obsesionado como está con el comunismo del que procede la ministra Díaz, pero Ciudadanos sí puede que aproveche ese debate para dar un giro que le resitúe en el centro político de cara a las próximas elecciones de Castilla y León y Andalucía.

En cuanto al PP, tampoco le será fácil defender en la Cámara su negativa rotunda a una reforma que ha conseguido la bendición de los empresarios. Aunque se agarren a los beneficios que le atribuyen al articulado del Gobierno de Mariano Rajoy, no podrán esquivar el que aquella reforma se hizo a espaldas de los sindicatos y esta, en cambio, sí ha contado con la patronal. La propia exministra Fátima Báñez, ahora en la CEOE, se ha declarado satisfecha por el acuerdo. Una abstención de los populares parecería más coherente.

El rechazo del Congreso al acuerdo sería un dislate que se entendería mal en Europa, constataría la ausencia de sentido de Estado y el que sus señorías tienen siempre un problema para cada solución.

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