Sindicatos y Gobierno buscan el diálogo tras la huelga, pese a no estar dispuestos a ceder

Terminada la huelga general del 29-S llega el momento de saber si cambiará algo, si habrá servido de algo esta jornada de paro. Gobierno y sindicatos intentan lanzarse cables para tender puentes a una futura negociación, aunque ninguno parece estar dispuesto a ceder en sus posiciones fundamentales.

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ya mostró su cara más conciliadora antes del 29-S -Salgado convocó, sin éxito, a los sindicatos a una reunión antes de la huelga para estudiar los Presupuestos Generales del Estado para 2011- y la reiteró al valorar el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, la jornada huelga. Corbacho prefirió no dar cifras sobre participación y aseguró que el seguimiento había sido "desigual y de efecto moderado", eso sí recalcó la responsabilidad de los sindicatos al hacer cumplir los servicios mínimos, a pesar de las "incidencias propias" de una jornada de huelga.

La vicepresidenta del Gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega, también ha alabado este jueves, durante una entrevista en la Cadena Ser, el "correcto comportamiento, en general", a pesar de los más de 100 detenidos. Es un cambio de estrategia respecto al comportamiento de los ejecutivos democráticos que sufrieron las seis huelgas generales anteriores: en vez de criticar, desprestigiar o rebatir los datos de participación, han preferido hacer valoraciones moderadas y tender la mano a los agentes sociales.

Los sindicatos, aun con el lenguaje beligerante de los últimos días, han dejado siempre claro, también durante la manifestación de este miércoles, que esta huelga no era para "derribar al Gobierno", si no para evitar que "se suicidara" y eso que el grito de "Zapatero dimisión" volvió a escucharse durante la convocatoria.

En la resaca huelguista, los dos principales líderes sindicalistas del país, Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (CC OO), se han paseado por distintos medios de comunicación -Cadena Ser, TVE,...- y se han mostrado "dispuestos a hablar con el Gobierno desde ya", en palabras de Méndez.

Quizá la prueba mayor la han escenificado De la Vega y Méndez en una cordial entrevista que han realizado en la Cadena Ser esta mañana. La vicepresidenta ha asegurado que en democracia "siempre hay acuerdos y discrepancias", pero lo más importante es "respetar las posiciones y luego tender la mano y buscar el diálogo".

Sin embargo, el quid de la cuestión ahora mismo es que, a pesar de la obvia disposición a sentarse y negociar de ambas partes, ninguno de los dos están dispuestos a ceder en lo fundamental. Para el Ejecutivo, la huelga no ha sido tan demoledora ni masiva como para replantearse dar marcha atrás a sus recortes y reformas laborales, que además han sido aprobadas en el Congreso y cuentan con el beneplácito de Europa y el FMI, como ya ha recordado el portavoz parlamentario socialista, José Antonio Alonso; los sindicatos, en cambio, no pueden ceder en la principal reivindicación del 29-S que es la "rectificación" de la reforma laboral. Sindicatos y Gobierno lo ha dicho claramente están dispuesto a hablar, aunque existen discrepancias "muy serias".

La huelga del 29-S ha dejado tal diversidad de pareceres y de valoraciones que su resultado parece haber quedado en una especie de tierra de nadie. Los sindicatos alardearon de un "éxito indiscutible" y cifraron la participación en un 70%. La CEOE, sin embargo, ha destacado la "gran normalidad" con la que se vivió la huelga en la mayoría de los sectores. Según su secretario general, José María Lacasa, "allí donde ha habido libertad, se ha ejercido el derecho al trabajo".

Desde el Partido Popular se ha calificado de "fracaso", tanto para sindicatos como para el Gobierno, según su presidente Mariano Rajoy. El vicesecretario de Comunicación del partido, Esteban González Pons, aseguró que la convocatoria había sido una "huelga entre amigos" y destacó que no había tenido "mucho éxito". Hay que recordar que el PP ya acusó de que la convocatoria estaba pactada por Gobierno y sindicatos y la velocidad para tender puentes durante la huelga parece reforzar a los populares en sus postulados.

En todos los sentidos, a Zapatero no le interesa enfrentarse más con los sindicatos (el diario El País recuerda que el 60% del grupo parlamentarios socialista milita en UGT), pero tampoco ve ninguna posibilidad de dar marcha atrás con sus reformas.

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