Cándido Méndez, un 'Mortadelo' apasionado del fútbol y los libros

Cándido Méndez, en su despacho de la sede de UGT en Madrid.
Cándido Méndez, en su despacho de la sede de UGT en Madrid.
JORGE PARÍS
Cándido Méndez, en su despacho de la sede de UGT en Madrid.

"Hablo español y, a veces, con dificultad". Con esta sinceridad reconoce Cándido Méndez (Badajoz, 1952) que lo suyo no son los idiomas, sino los libros. Lo admite con la misma naturalidad con la que aceptaba su versión en guiñol y la parodia que hacían de él junto al que fuera líder de Comisiones Obreras (CC OO) José María Fidalgo.

Tantos años dentro de la vorágine informativa le han hecho bajar la guardia y de ahí que sean habituales en él esos arrebatos de sinceridad que brillan por su ausencia en la primera plana política. Arrastra muchos discursos en su garganta y en sus oídos, más que música, resuenan reivindicaciones. Son gajes del oficio si tenemos en cuenta que este hijo de sindicalista apenas acude a conciertos.

Está más bregado en la lucha sindical que su amigo Ignacio Fernández Toxo, pese a que ambos han dedicado toda su vida a ello. Méndez, al igual que su colega, prescinde de la corbata siempre que puede, si bien el carácter de uno y otro son prácticamente la noche y el día. Es lógico que siendo uno gallego y el otro extremeño, criado en Jaén, las similitudes entre la personalidad de ambos sean las justas.

El líder de la Unión General de los Trabajadores (UGT) es algo más vehemente en el discurso que Toxo y se permite algún que otro chascarrillo en sus exposiciones. Será porque, como él dice, cree en "Marx y en los hermanos Marx", o quizás porque su experiencia ante las multitudes le han hecho perder el miedo escénico. Algo tiene de Mortadelo, sin duda, un mote acuñado durante su servicio militar.

Un loco del fútbol

Es precisamente su sentido del humor y su pasión por el fútbol lo que más problemas le ha traído en los últimos tiempos. Madridista confeso, dejó de ir temporalmente al palco del Real Madrid cuando Florentino Pérez, a quien le une una magnífica relación, abandonó la presidencia del club y se vio obligado a pedir perdón a la directiva rojiblanca y a los aficionados colchoneros tras decir que los resultados de la huelga no iban a ser "tan esporádicos" como los del club del Manzanares.

La actualidad política y deportiva admite pocas bromas, aunque a Méndez parece no importarle. Es firme en sus convicciones, pero sabe relajarse en las entrevistas y obviar la teatralidad que envuelve la información política. Con un micro de por medio se atreve a confesar que es un negado para las tareas de la casa, que no cocina y que su mujer le pide que no intervenga mucho, porque entorpece más de lo que ayuda.

El líder de UGT no tiene reparos en describirse como un hombre con "pocas virtudes y muchos defectos"  y se confiesa maniático. Una de esas manías, casi obsesiva, son los libros. Lee mucho, muchísimo, a veces hasta dos o tres libros a la vez. Dado que le gusta viajar en metro, no deja de ser un buen pasatiempo con el que mantenerse entretenido durante las paradas.

Probablemente, este jueves tendrá que prescindir de sus viajes en un suburbano atestado por los servicios mínimos de la huelga. Una huelga que, aunque no lo diga públicamente, algo le debe doler. No en vano, la ha convocado contra el Gobierno socialista de Zapatero, contra el PSOE, contra el partido del que él mismo forma parte desde 1970.

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