Tokuryū, la nueva red criminal que crece en Japón ante la decadencia de la Yakuza

Tokuryū, la nueva red criminal que nace en Japón ante la decadencia de la Yakuza y que preocupa a las autoridades del país.
Tokuryū, la nueva red criminal que nace en Japón ante la decadencia de la Yakuza y que preocupa a las autoridades del país.
Henar de Pedro
Tokuryū, la nueva red criminal que nace en Japón ante la decadencia de la Yakuza y que preocupa a las autoridades del país.

Gracias al cine sabemos que la mafia japonesa es la Yakuza. Son crueles, implacables y muy poderosos, pero, según cuentan los medios japoneses, ese poder está menguando. Todo imperio llega a un punto en que inicia su decadencia y eso parece estar pasando con la Yakuza. Su lugar comienzan a ocuparlo los tokuryū.

El Estado japonés ha convivido durante décadas con la Yakuza. La corrupción ha afectado a muchos elementos de la administración, pero al tiempo los diferentes gobiernos han tomado medidas. Y así, la ley contra el crimen organizado de 1992 obligó a la gran mafia japonesa a esconderse más (de tan visible en algunas ciudades llegó a parecer una institución oficial del país).

Desde ese momento, el número y el poder de esta mafia no ha dejado de menguar. Eso ha supuesto el nacimiento de una nueva amenaza que toma forma en los tokuryū, que son "casi gánsters que prosperan en el anonimato y la falta de estructura", según escribe Karin Kaneko en The Japan Times.

El término tokuryū está formado por los caracteres de "anónimo" (tokumei) y "fluido" (ryūdo). Se refiere a grupos formados para cometer delitos, en los que los miembros no suelen conocerse entre sí ni a quienes planean y dirigen sus actividades, y que pueden dispersarse y reagruparse con facilidad. Esa es su fortaleza, que lleva a que incluso la gente normal se vea atrapada en la delincuencia.

Actividades delictivas de bajo nivel

La National Police Agency (NPA) japonesa clasifica a los tokuryū como personas que se dedican a actividades delictivas de bajo nivel sin coordinación con la delincuencia organizada. Según sus datos, 10.378 miembros de los tokuryū han sido detenidos en Japón entre 2020 y 2023.

De estos más de 10.000 tokuryū detenidos, 6.170 estaban implicadas en fraudes como estafas telefónicas, 2.292 en tráfico de drogas, 1.721 en el desarrollo de "infraestructuras delictivas" (emisión de pasaportes falsos, empleo ilegal y bancos clandestinos) y 195 en robos, hurtos y otros delitos menores.

Empleos "oscuros" a tiempo parcial

Con los tokuryū se desdibujan los límites entre el hampa y los ciudadanos de a pie. "La aparición de empleos oscuros a tiempo parcial que atrapan a los jóvenes en actividades ilegales atestigua la creciente presencia de estos cuasi gánsteres en la sociedad", comenta Kaneko. No hay una estructura organizativa clara y el ámbito geográfico es amplio, incluso internacional (Camboya, Filipinas, Thailandia y Vietnam).

La aparición de empleos 'oscuros' a tiempo parcial que atrapan a los jóvenes en actividades ilegales atestigua la creciente presencia de estos cuasi gánsteres"

Son menos poderosos pero más invisibles. Un ejemplo. Recientemente una pareja fue asesinada en Nasau. La policía tuvo que multiplicar sus esfuerzos para dar con el culpable ya que los sospechosos supuestamente contratados para llevar a cabo el crimen no parecían tener una conexión clara entre sí o con la persona que se cree dio la orden para cometer el asesinato.

Se anuncian en las redes

Es delincuencia más informal, especialmente relacionada con las ofertas de yami baito (o trabajos turbios a tiempo parcial) que incluso se anuncian en las redes sociales, explica Martin Purbrick en The Asian Crime Century. En 2023, las autoridades solicitaron a los proveedores de servicios de Internet que retiraran 3.379 publicaciones en línea de información relacionada con la delincuencia. El 90% eran anuncios de contratación para trabajos de yami baito.

Tú también puedes

  • Cuenta Purbrick que el fraude en internet "ofrece oportunidades a personas emprendedoras sin necesidad de unirse a una banda criminal tradicional". En agosto de 2023, una mujer de 25 años fue detenida por vender manuales de fraude en citas a sus seguidores en redes sociales. Las guías elaboradas por la señorita Itadakijoshi Riri-chan ('Riri the sugar baby') incluían títulos como "Textbook for Sugar Babies: las palabras mágicas para hacer que los hombres paguen" que enseñaba a las jóvenes cómo obtener dinero de hombres de mediana edad. "Parece que la economía colaborativa se une al fraude online con formación a medida", dice el autor de The Asian Crime Century.

Al tiempo, pidieron a las agencias de empleo que reforzaran las medidas para eliminar los anuncios de trabajo ilegales de los tokuryū. En intento por "educar" a la población, han recurrido a las ídolos pop japonesas AKB48 para que ayuden a educar a las personas mayores que son objetivo de los delincuentes por fraude en las telecomunicaciones.

Estructuras poco rígidas y menos jerárquicos

El fraude a través de internet es un gran negocio en Japón. En 2023, los fraudes en las redes sociales y los casos de "estafas románticas" provocaron pérdidas de 45.520 millones de yenes (casi 270 millones de euros) a las víctimas, con otros 44.120 millones de yenes (unos 261 millones de euros) robados en casos de remesas y otros fraudes especiales. En todo el año pasado, la policía japonesa registró 19.033 estafas cibernéticas y telefónicas, un 8,3% más que en 2022.

La naturaleza anónima del fraude en línea significa que hay aún menos necesidad de una empresa criminal organizada y estructurada como la Yakuza que ofrezca protección y oportunidades a sus miembros. Además, los tokuryū son distintos de la Yakuza y menos jerárquicos. Normalmente se organizan en estructuras poco rígidas que utilizan para llevar a cabo delitos que van desde robos y fraudes hasta asaltos y asesinatos.

La Yakuza, en decadencia

Han ocupado buena parte del sitio de la Yakuza, cuya influencia no deja de caer desde 1992. Y su cantidad. Según los datos de la NPA, el número de miembros de la mafia clásica japonesa lleva descendiendo desde 2004. A finales de 2022, los miembros y asociados de la Yakuza, o "sindicatos del crimen designados", eran 22.400.

El coronavirus hizo daño a la Yakuza

  • Algunas bandas Yakuza disponían de una fuente de ingresos en los vendedores ambulantes de bajo nivel que vendían productos en los festivales religiosos y tradicionales de Japón. Pero en 2020 todo aquello se perdió debido a la pandemia de Covid-19. Esa circunstancia agravó el declive de las bandas de la Yakuza al caer los ingresos procedentes de todos esos festivales. Cuando regressó la normalidad, algunos grupos de la Yakuza presentaron solicitudes (fraudulentas) para conseguir alguna de las subvenciones gubernamentales que se ofrecieron para recuperar la economía.

La policía japonesa ha detectado cambios en la actividad delictiva de algunos miembros de la Yakuza. Han disminuido los detenidos por extorsión y juego, mientras que han aumentado los dedicados al fraude. "Es posible que los miembros de la Yakuza se hayan adaptado a las cambiantes condiciones económicas y sociales posteriores a la pandemia, haciendo menos hincapié en las actividades delictivas organizadas tradicionales y más en el fraude online individual y las telecomunicaciones", considera Martin Purbrick.

Es posible que la Yakuza se haya adaptado a las cambiantes condiciones económicas y sociales posteriores a la pandemia, haciendo menos hincapié en las actividades delictivas organizadas tradicionales"

Históricamente, la Yakuza ha estado en gran medida a la vista (incluso ha sido una organización registrada). Pero en la transición actual de la delincuencia japonesa todo es más confuso y hasta que la niebla se disipe la policía anda algo más perdida. Hay menos miembros en la Yakuza, pero está aumentando el volumen de hangure (bandas o grupos delictivos semiorganizados) y el fraude online disperso. Todo ello, unido a que la nueva generación de delincuentes japoneses no se adhiere a un código, está dificultando la labor policial.

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