Las elecciones europeas, otra prueba para España: la amnistía, la gestión de los fondos y "la ultraderecha" serán los temas clave

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante una sesión de control al Gobierno ante el presidente Pedro Sánchez.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante una sesión de control al Gobierno ante el presidente Pedro Sánchez.
Eduardo Parra/EP
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante una sesión de control al Gobierno ante el presidente Pedro Sánchez.

Las elecciones europeas que se celebran el próximo 9 de junio son fundamentales para el futuro de la UE, sin duda las más importantes de su historia reciente. Pero en España el debate nacional está tan lleno de asuntos que parece imposible tomar un respiro para que los dirigentes tomen perspectiva europea. Así, las previsiones hacen pensar que el PSOE y el PP volverán a ir al choque en una especie de plebiscito para el Gobierno de Pedro Sánchez que, además, llegará después de las elecciones en Cataluña. La ley de amnistía, el caso Koldo, la gestión de los fondos europeos o la (no) renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) podrían marcar la campaña. 

Y también lo hará un tema como la influencia de la derecha radical, sobre todo a cuenta del conflicto diplomático abierto con Argentina tras las palabras de Javier Milei, acusando de "corrupta" a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, en un acto organizado por Vox en Madrid. El PSOE aprovecha este hecho para colocar el auge del a ultraderecha en el centro del debate. Los sondeos le dan un impulso importante tanto a Vox como a otras fuerzas de ese espectro en otros países de la UE y los socialistas se posicionan como la alternativa a ese crecimiento, al tiempo que obliga al PP a tomar partido en un debate en el que no parece nada cómodo.

La ley de amnistía está presente. El frente sigue abierto y el PP usará esa baza en un momento además en el que la norma está parada en el Senado precisamente por la mayoría absoluta de los conservadores. Tal importancia da Génova al asunto que llevará como número 10 en sus listas a Adrián Vázquez, exlíder de Cs y que ha sido un baluarte contra Carles Puigdemont y el independentismo catalán. Al mismo tiempo, la oposición sigue a la espera de que, una vez que la ley esté aprobada, sea la Comisión Europea la que haga su análisis y llegado el caso el texto quede parado en la justicia europea.

El Partido Popular tiene claro que la defensa del Estado de Derecho es un punto flaco para Sánchez y en esa línea irá otro tema como la gestión de los fondos europeos y el caso Koldo, que son un dos en uno. Que España sea el mayor receptor de ayudas junto a Italia hace que el foco sea todavía mayor y el PP tiene claro que va a seguir fiscalizando su uso y sobre todo cómo llega ese dinero a las comunidades autónomas. Ahora mismo el poder territorial es el punto fuerte de Alberto Núñez Feijóo, quien quiere aprovechar que la campaña de las europeas se dará en paralelo a las comisiones de investigación sobre el caso Koldo, las mascarillas y la gestión del respaldo de Bruselas.

En ese escenario, los sondeos favorecen a un PP que confía en que una victoria en las europeas suponga también un espaldarazo para Feijóo mientras que en el PSOE les sirve, parece, con aguantar el tipo y que el perfil de Sánchez, fuerte a nivel UE, haga el resto. Por eso cada lado hace apuestas bien diferentes con sus candidaturas. Los socialistas lanzan a la vicepresidenta Teresa Ribera como cabeza de lista: el objetivo es que logre una comisaría potente en la nueva Comisión Europea, quizá a cargo del Pacto Verde o de Energía. Los socialistas quieren hacerse fuertes en temas que serán de nuevo importantes en la próxima legislatura. Ribera es también una figura que sirve para, por un lado, que Sánchez premie a su propio Gobierno y que, a la vez, la campaña se centre en temas alejados del ruido.

El órdago de Génova es puramente político, con Dolors Montserrat repitiendo como número 1. La catalana volverá a ser una apuesta ideológica para que, desde la vicepresidencia del PPE, "defienda los intereses de España en el Parlamento Europeo", en palabras del propio Feijóo, que añade pocos cambios en su lista electoral porque, en realidad, ve con buenos ojos dar continuidad al trabajo realizado en el último lustro. Volverá a la Eurocámara Esteban González Pons, una de las grandes bazas de Génova a nivel internacional y que tras un paso breve por el Congreso vuelve a unos pasillos en Bruselas y Estrasburgo que conoce como la palma de su mano.

Sánchez no quiere sustos y considera que ahora vienen vacas gordas. Aspira a un gran resultado, con victoria de Salvador Illa en Cataluña pero es consciente de que puede haber salido tocado de su amago de dimisión; su sí pero no y su continuidad sin más novedades pueden haber erosionado su imagen, ya de por sí desgastada a nivel nacional pero que mantiene (mantenía) buen tino en la esfera de la UE. Una salida le hubiera abierto las puertas de un alto cargo en la Unión, sobre todo con la mirada puesta en la presidencia del Consejo Europeo, pero ahora siguiendo en Moncloa lo fía todo a un resultado aceptable el 9-J, en un momento además en el que su apuesta por el reconocimiento del Estado palestino resulta casi un todo o nada. Feijóo, en cambio, espera más o menos pacientemente a que sea el lado socialista el que se desgaste en debates en los que tiene mucho que perder.

¿Y los pactos? La reedición de la mayoría Von der Leyen (así se llamó porque impulsó a la alemana como presidenta de la Comisión Europea) parece la vía más lógica, pero puede darse el caso de que en un lado se encuentre S&D, Renew, los Verdes e incluso la Izquierda. Y en el otro el PPE junto a ECR y a ID, aunque la distancia de los populares con la derecha radical en la mayoría de los temas sigue siendo importante, pese al 'cortejo' en algunos temas. Solo las urnas dirán que suma es la más firme. Tanto el PP como el PSOE tendrán mucho que decir en las nuevas fórmulas, sobre todo ahora que Von der Leyen ya no se cierra a pactar hacia su derecha (aunque solo sea con ECR).

El mensaje tiene que quedar muy claro a ojos de la Eurocámara: "La democracia es una responsabilidad colectiva, no solo una idea política o una causa específica", añadió el portavoz y director de comunicación de la institución, Jaume Duch. Y esa campaña de llamada al voto incluye eventos como la iluminación de diferentes sedes en todos los Estados miembros, sobre todo el 9 de mayo -día de Europa- con los colores azul y amarillo, que son los da la bandera de la Unión Europea. 

En el vídeo de la campaña, asimismo, se lanza de la idea de cómo muchos países europeos han pasado en estas décadas de afrontar conflictos armados o limitaciones contra la libertad individual a vivir, dentro de la UE, en un sistema de libertad y democracia. Duch, por otro lado, hizo hincapié en la idea de que la campaña "no está basada en el miedo, sino en la responsabilidad". Esa responsabilidad incluye también, cómo no, a España, aunque las cosas en el país vayan a otro ritmo.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento