Yolanda Torosio, bailando la adversidad con optimismo tras un ictus: "Desconocía si volvería a bailar o si tendría una vida normal"

Yolanda Torosio antes del ictus en el espectáculo 'La fuerza del destino'
Yolanda Torosio antes del ictus en el espectáculo 'La fuerza del destino'
Cedida por Nacho Reina
Yolanda Torosio antes del ictus en el espectáculo 'La fuerza del destino'

“Ese mismo viernes, grabé la voz en off para un vídeo titulado Contraluz. En él se narraba la historia de una bailarina que, rodeada de esfuerzo y disciplina, pero encontrando en ello la libertad, un día es sorprendida por la oscuridad (enfermedad). Sumergida en ella, decide luchar y, aunque no puede volver a bailar, sí puede, eligiendo la luz, volver a enseñar. Ese fue mi último trabajo. Era una premonición, estaba contando mi propia historia”.

Yolanda Torosio es la autora de ese párrafo extraído de su autobiografía: Bailando la adversidad. Yolanda era bailarina, coreógrafa, actriz y hace seis años tuvo un ictus. Hoy ya no es todas esas cosas, o al menos no exactamente igual que antes. “¿Cómo empezar de nuevo cuando todo se ha roto en pedazos?”, se pregunta en su libro editado por HarperCollins.

Yolanda es de un pequeño pueblo manchego. Tuvo que trabajar duro para llegar a Madrid y formar parte de grandísimas producciones musicales como Hoy no me puedo levantar. El camino fue largo y lleno de aprendizajes que le sirvieron con posterioridad cuando se estaba recuperando del ictus: “Había que hacer y no pensar demasiado, el miedo paraliza si no lo traspasas”, escribe Yolanda de su periodo de formación como bailarina. 

Otro aprendizaje de aquellos años de juventud que resultó vital en su etapa de recuperación fue: “La manera de vivir algo puede ser completamente diferente dependiendo de tu actitud y de dónde pones el foco”. 

Años después, cuando ya era una profesional consolidada en el mundo de los musicales, se llevó otra gran enseñanza: “Los altibajos me enseñaron que el mundo del espectáculo es imprevisible y requiere adaptación constante. Esta profesión es impredecible, el trabajo es inestable y el precipicio está a la vuelta de la esquina, la incertidumbre siempre te acompaña. Aprendes a convivir con el fracaso sabiendo que, desde ahí, si no abandonas, el éxito puede llegar. Este mundillo es una carrera de fondo en la que llevas puesta la palabra resiliencia en tu dorsal”. 

La danza era para ella una cuestión de paciencia, tenacidad, constancia y disciplina. Estas enseñanzas resultaron vitales en su proceso de recuperación. Tras el ictus Yolanda recuerda en el libro cómo las palabras tenían vida propia: quería decir una cosa y le salía otra. Su proceso de rehabilitación ha sido largo y constante. Hoy habla perfectamente. “Salvo que tenga fatiga o algún caso excepcional. Hasta he podido grabar el libro en audiolibro, algo que era impensable antes. Una no sabe lo lejos que puede llegar hasta que llega”, cuenta a 20minutos.

Tras el ictus su mente también empezó a procesar las cosas de manera distinta a como lo hacía antes. No tenía equilibrio, veía doble, tenía problemas de coordinación. “Al reír no emitía ningún sonido, mi risa había desaparecido”, escribe. “Cualquier tarea que antes realizaba con facilidad se había vuelto compleja, un ejercicio de superación constante y muchas veces frustrante”, escribe. “Es muy importante tu actitud, tu creencia y la manera de hablarte. Tu mente cree lo que le dices”.

En su proceso de recuperación no faltó el sentido del humor y la presencia constante de su familia, a quienes adora. “Tú te sientes totalmente vulnerable, dependes de los tuyos para TODO y aunque, por un lado, tu mundo se derrumba completamente (el ego también), por otro, en medio de esta tormenta encuentras una razón para estar agradecido. Para mí esta razón era tener una familia tan maravillosa. Eres consciente de cómo tu salud les afecta en su día a día. La vida de los demás continua, la tuya se para y la de ellos contigo”, escribe.

“Perdí mi rutina, aspiraciones y la capacidad física básica. No solo desconocía si volvería a bailar de manera profesional, es que no sabía si me recuperaría completamente para la vida normal. Era la época del SIN: SIN casa, SIN trabajo, SIN mi profesión, que era mi pasión, SIN independencia, SIN intimidad, SIN libertad y ¡hasta la cerveza que ahora tomaba era SIN!”, escribe.

Estuvo diez meses ingresada en Ceadac (Centro de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral), lo que marcó un antes y un después en su recuperación. Allí, entre otras muchísimas cosas, fue a clases de baile adaptado. “Si mi ego hubiera estado muy inflado, esto habría sido un batacazo tan grande que me hubiera obligado a desinflarlo. Como si a un ciclista del Tour de Francia le pones ruedines”, escribe.

Yolanda hoy

Hace muchos años Yolanda creó el proyecto Danzen dirigido a sus compañeros bailarines. Mientras estaba en Ceadac, amplió la mirada de este proyecto y lo adaptó a sus compañeros con discapacidad. Danzen son ejercicios para trabajar el equilibrio, el ritmo y la coordinación a través de la danza. Ahora está deseando recuperar esta iniciativa para llegar a personas con discapacidad.

“Me gustaría aprovechar este espacio para decirle a las personas que están ahora en el proceso de recuperación de un derrame cerebral que hagan lo que les cuesta, que utilicen la zona afectada y que se pongan en manos de profesionales en este campo”, dice a 20minutos. “La aceptación, que no resignación, es el camino más rápido para que la resistencia no te impida ponerte a trabajar y conseguir mejorar. Te resistes a aceptar, pero hay que llegar al punto de decir esto es lo que hay y ahora me pongo a trabajar con el objetivo de mejorar”.

Tres años después del ictus, Yolanda recibió la llamada de Nacho Cano. Ya había trabajado con él. Se conocían bien. Nacho la volvió a contratar adaptándose a cada momento de su recuperación. Hoy sigue trabajando con él en el musical Malinche, donde encarna a la profeta y cuida de las niñas del reparto.

Tanto trabajo rehabilitador ha dado su fruto y no solo en el habla. Obviamente Yolanda no bailará como antes, pero después de todo lo que ha pasado, ahora su máxima limitación es la falta de equilibrio y también sigue teniendo problemas de visión –¡aunque su risa regresó!–. “He seguido notando la mejoría y han pasado seis años, aunque no sea la misma de antes”, nos cuenta.

Yolanda tiene una tía sorda. Antes la discapacidad formaba parte de la realidad pero no de la suya. “Estaba cerca pero no lo ves igual. Incluso ahora voy por la calle y lo veo más que antes, te das más cuenta: quien va en una silla de ruedas o quien yo creo que ha tenido también un ictus. También me fijo más en las carencias, como cuando estoy en el metro y pienso aquí no hay ascensor, cómo va a bajar quien va en silla. Ahora la discapacidad forma parte de mi vida”, cuenta.

Yolanda tiene ilusión y está deseando que la discapacidad forme parte también de su vida laboral. Quiere recuperar Danzen, quiere dar charlas a chavales. También colabora con la asociación Freno al Ictus. De hecho, no quiere dejar pasar la oportunidad para compartir los datos que maneja esta asociación:

  • Un ictus le puede pasar a cualquiera.
  • El ictus es la primer causa de discapacidad en el mundo.
  • El ictus es la primera causa de muerte entre mujeres.
  • Cada año hay 120.000 nuevos afectados en España.
  • Una de cada cuatro personas sufrirá un ictus en su vida, “lo bueno es que un alto porcentaje se puede prevenir”, cuenta Yolanda.

Yolanda habla en el libro de esos amigos que desaparecen. “Es verdad que antes me sentía como parte del banco de peces. Ahora no estoy tan integrada. Me siento diferente, no formo parte como una más, soy más bien un satélite. Al no compartir las mismas cosas, no estás igual que antes. Me doy cuenta de esa diferencia”, explica. Pero si hay algo que tiene clarísimo es que “lo importante no era centrarme en lo que NO podía hacer, sino en lo que SÍ podía hacer. Un cambio de mirada que me permitía ver que cuando una puerta se cierra, una ventana se abre”, escribe. 

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