El día a día puede resultar estresante e influir de forma negativa en la salud de las personas, sobre todo si llevan un estilo de vida ajetreado y con poco tiempo para sí mismas. Por suerte, existen numerosas estrategias para combatir este problema y conseguir una mejor calidad de vida. Entre ellas, destaca una que pueden llevar a cabo las autoridades para contribuir a la felicidad de sus ciudadanos: la regla 3-30-300.
En un intento por abordar los desafíos del bienestar en entornos urbanos, el investigador holandés Cecil Konijnendijk propone este método para aumentar la satisfacción y mejorar las rutinas de sus residentes. En este sentido, este método se basa en buscar un equilibrio entre el tiempo dedicado a la naturaleza, la actividad física y la interacción en entornos agradables.
Konijnendijk abordó la regla 3-30-300 tras décadas de investigación sobre los efectos del entorno urbano en la salud mental y física de las personas. Así, sugiere que una ciudad bien planificada y la conexión con la naturaleza se relacionan con una reducción del estrés, un aumento de actividad física y un incremento del bienestar en general.
Para lograr un estado de salud mental óptimo, el investigador indica que los ciudadanos deben poder ver al menos tres árboles desde su casa. Según el estudio, poder ver el verde desde las ventanas ayuda a las personas a mantenerse en contacto con la naturaleza y también puede proporcionar una sensación de tranquilidad y descanso.
Por otro lado, mantener un 30% de cobertura forestal en las ciudades también ayuda a que los habitantes se mantengan saludables. Según el autor, la mejora del microclima influye en la salud mental y física, además de reducir la contaminación y aportar una sensación de frescor. Asimismo, al crear barrios más frondosos, la gente tenderá a pasar más tiempo al aire libre y a relacionarse con sus vecinos.
Por último, la regla señala la importancia de la proximidad y el fácil acceso a lugares verdes que puedan utilizarse para el ocio. El investigador recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja vivir a una distancia máxima de 300 metros de un espacio verde. Y es que la cercanía a uno de estos entornos, que además de parques pueden ser calles o grandes avenidas con abundante vegetación, fomenta actividades como caminar, correr o andar en bicicleta.
Comentarios