Con la llegada de la primavera, los densos mantos verdes que cubren Galicia se transforman en un tapiz de colores y aromas que anuncia una de las festividades más esperadas del año: la Festa dos Maios. Entre finales de abril y principios de mayo, las localidades gallegas dan la bienvenida a la estación de las flores con esta tradicional celebración en la que la naturaleza es la protagonista.
El origen de esta fiesta se remonta a las antiguas civilizaciones prerromanas, y consiste en la construcción de figuras conocidas como maios con elementos naturales como musgo, flores silvestres, hojas y helechos -e incluso huevos-, sobre un armazón de madera y tela. Su cumbre se remata con una cruz, y algunos se adornan con collares de carrabouxos, una especie de "frutos" de los robles, también conocidos como bugallos, cocas o agallas.
Aunque lo tradicional es que tengan forma piramidal o cónica, la estructura ha ido evolucionando con los años y permite que la imaginación popular dé rienda suelta a sus ideas, con figuras humanas, hórreos, personajes o casas. Incluso en algunas localidades costeras, como el municipio pontevedrés de Marín, es típico que se construyan con forma de barco.
Asimismo, algunos maios poseen una estructura interior a modo de camilla que permite cargarlos para pasearlos por las calles, mientras los locales cantan coplas y cantigas a su alrededor. De este modo, en algunos municipios como Vilagarcía de Arousa u Ourense se realizan competiciones para premiar a las mejores esculturas y los mejores cánticos.
Fiesta de Interés Turístico desde 2001
En la provincia de Ourense, la Festa dos Maios supone una de las mayores tradiciones a celebrar junto con el Entroido. De hecho, se trata de la única zona de la comunidad donde esta festividad está declarada por la Xunta de Galicia como Fiesta de Interés Turístico desde 2001.
"Esta fiesta anuncia el esplendor de las flores y la despedida del crudo invierno", explican desde el departamento ourensano de Turismo en su web, donde también precisan que la tradición en la ciudad termal es celebrar Os Maios el primer domingo del mes homónimo.
Además, celebran anualmente un concurso de maios con diferentes categorías en la que los ganadores se pueden llevar premios de hasta 900 euros o incluso una aportación de 350 euros por participar. Todo ello si se cumplen los requisitos, que incluyen que todos los elementos naturales deben estar cosidos a mano y superar el metro y medio de altura, en el caso de los maios enxebres.
Pero en esta competición no solo se valoran las figuras, sino también las coplas y cantigas que las acompañan. Se tratan de estrofas de cuatro versos que hacen referencias satíricas sobre la actualidad política y social, cargadas de la tradicional retranca gallega. De esta forma, las tres mejores coplas infantiles y las tres mejores entonadas por adultos reciben premios metálicos de 300, 200 y 100 euros.
Ramas de 'xesta' para ahuyentar a las 'meigas'
Durante estas celebraciones, las flores silvestres no solo adornan los maios, sino también las casas y coches de quienes quieran comenzar el mes de mayo sin el efecto de las meigas, las 'brujas' gallegas. De este modo, quienes quieren proteger sus propiedades y a la gente que vive en ella, colocan ramas de xesta -retama, en castellano- en las puertas, ventanas o muros de sus casas, así como en los limpiaparabrisas de sus vehículos.
También es típico, para evitar meigallos, colocar esta misma planta durante el día de San Juan, pues se cree que purifica y protege el hogar de los males de ojo y la mala suerte.
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