Para saber cómo es 'el pueblo de las mil caras', hay que empezar por imaginar un lugar de calles empedradas, plazas encantadoras y estética medieval en el que podría filmarse una serie de época. Su nombre es Mogarraz y su belleza arquitectónica es única, pero su fama obedece a otra razón.
Este pintoresco pueblo, que se erige en el Parque Natural de Las Batuecas - Sierra de Francia, en la provincia de Salamanca, y que parece detenido en el tiempo, es famoso por los rostros de quienes lo han habitado.
Mogarraz no solo despierta la curiosidad por su arquitectura medieval, también lo hace por una colección que adorna las fachadas de sus antiguas casas de piedra: más de 800 retratos pintados a mano de quienes fueron sus habitantes.
El origen de los retratos del pueblo de las mil caras
Todo comenzó en 1967, a raíz del censo agrícola obligatorio que se ordenó durante la dictadura de Francisco Franco. Con el fin de facilitar este trámite, Alejandro Martín Criado, el fotógrafo local, retrató en fotos tipo DNI a todos los habitantes de Mogarraz de la época.
De acuerdo Photobat, portal especializado en fotografía, durante la guerra civil Martín Criado "fue piloto y cuando terminó la contienda, se hizo fotógrafo. Y en los años sesenta le llegó su gran encargo profesional, fotografiar a todos los vecinos de Mogarraz".
Posteriormente, su legado fue quedando en el olvido. Pero en 2012, Florencio Maillo, un pintor y profesor de la universidad de Salamanca, que se fue de Mogarraz a los 14 años, regresó al pueblo y encontró la memoria fotográfica de Martín Criado.
Ante el hallazgo, Florencio Maillo decidió que quería volver a ver a sus antiguos vecinos y recreó meticulosamente, en cuadros de pintura al oleo, cada fotografía tomada por Alejandro Martín Criado.
Y así, con maestría y dedicación, Maíllo inició el proyecto que recreó 388 pinturas con rostros de antiguos habitantes de Mogarraz, que se colgaron en las fachadas de las casas que habitaron.
Ahora bien, la exposición estaba programada para durar solo seis meses, pero fue tanto su éxito y la alegría de los pobladores que revivieron su memoria, que esta pasó a ser permanente y se convirtió en la seña de identidad del pueblo.
El resultado fue impactante: las fachadas de las casas se convirtieron en un museo al aire libre, donde los rostros del pasado observan silenciosamente el devenir de la vida cotidiana. Cada retrato en Mogarraz es más que una simple imagen, es un tributo a la vida y la identidad de este pueblo castellano.
Hoy ya son más de 800 los cuadros que cuelgan de las fachadas de las casas, reviviendo así los rostros y las historias de los habitantes de Mogarraz, el pueblo de las mil caras.
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