Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Un futuro incierto

Grupo de jóvenes en la ciudad.
Grupo de jóvenes en la ciudad.
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Grupo de jóvenes en la ciudad.

Ya tenemos asumido que por mucho que nuestros hijos se formen, tengan carreras más o menos exitosas, puedan o no trabajar en lo que han estudiado o para lo que se han formado, su futuro será mucho más incierto de lo que ha sido el nuestro. Lo hemos asumido sin rechistar, aceptando que, por mucho que los veamos esforzarse ahora en su etapa escolar y académica, las salidas laborales y, lo más importante, los sueldos que van a ofrecerles, van a ser insuficientes para poder planear un futuro familiar.

¿Comprarse una casa? Será un proyecto al que tendrán que dedicarle tanto esfuerzo económico que, seguramente, renunciarán a ello, o al menos, renunciarán a vivir donde más les guste, o donde puedan tener mayor calidad de vida, es decir, un piso cerca de su trabajo, al que puedan ir andando o volver en bici.

Esa decisión dependerá en gran medida de dónde vivan. Si es el caso de Madrid o Barcelona, lo tendrán muy crudo. Pero tampoco lo tendrán más fácil si deciden mudarse o viven ya en San Sebastián, Palma o Valencia. ¿Comprarse un coche? Ya ni se lo plantean. De hecho, no es ni siquiera una de sus prioridades. Sus modelos de movilidad no pasan por ser propietarios de un coche.

¿Tener ahorros? Saben que será difícil, sobre todo cuando buena parte de sus ingresos irán destinados a la vivienda, sea en modelo de alquiler, compartida o de lo que sea; sus ingresos irán destinados a llenar la nevera y a poco más. A alguna salida con amigos para cenar fuera, a alguna escapada al cine, o al teatro, entradas para un concierto… ¿Formar una familia, tener hijos? Es triste escuchar a muchos chicos y chicas que se acercan a la treintena hablar abiertamente de «renuncia». Saben que tener un hijo supone tal desembolso económico, además de, muchas veces, un freno en sus carreras profesionales, que directamente aceptan que ellos no serán padres. Y es desolador escucharlos plantearse así su futuro a corto plazo.

Seguramente será una generación mucho menos frustrada porque desde hace mucho saben lo que les espera. O no. Quizás sea una generación enfadada con nosotros, por no haber hecho nada por impedir este escenario. En parte hemos sido, estamos siendo cómplices de esta situación. Hemos aceptado que, cada vez, los sueldos sean más pírricos y la vida más cara. Y en esa combinación perdemos siempre nosotros. Y dejamos un futuro mucho más negro a esos hijos a los que ahora les exigimos esfuerzo, tesón, sacrificio para labrarse un futuro académico. Pero ¿para qué?, ¿para que cuando terminen sus carreras, esas que les han costado horas de estudio, les ofrezcan sueldos con los que es imposible independizarse? Muchos optarán por irse fuera. Por salir al extranjero. Un dato: el 43% de los españoles que emigra, que se va fuera de España, tiene un perfil cualificado, es decir, con estudios universitarios.

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