Dos gestos en los perros que son preludio de un mordisco: "Solo vamos a tener tres segundos para reaccionar"

Un perro gruñendo.
Un perro gruñendo.
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Un perro gruñendo.

En el día a día conviviendo con nuestros perros pueden surgir multitud de situaciones diferentes y, en ocasiones, algunas de ellas pueden llegar a ser peligrosas tanto para nuestro compañero de cuatro patas, como para nosotros u otras personas. Un ejemplo de esto son las riñas que puedan tener dos o más canes.

Algo que debemos asumir es que cualquier perro puede morder a otro perro si alcanza el límite. No importa que no lo haya hecho antes o que sea el perro más obediente y tranquilo del mundo, al igual que las personas, si sometemos a nuestros canes a situaciones límite, pueden perder los papeles.

No obstante, aquí lo importante es saber entender a nuestros compañeros, conocer sus señales de calma (y las de otros perros) y prevenir así cualquier disputa que puedan tener durante los paseos o si los soltamos en un pipican o área para perros.

Así lo explica Sonia Losada, profesora en activo del curso profesional de Educación canina y Adiestramiento de l’Escola d’oficis de Catalunya y conocida como Xila's Training, quien asegura que un error muy común entre los tutores es el exceso de confianza.

"A veces nos relajamos mucho cuando no deberíamos, no es bueno que confiemos de más y pensemos que no va a pasar (o volver a ocurrir en caso de haber tenido ya un enfrentamiento), hay que prevenir", expresa. "Observar si el perro ladra o gruñe y tomar precauciones como llevar siempre la correa puesta o, mínimo, arrastrando por el suelo".

Sobre prevenir, Losada considera importantísimo conocer los gestos que se dan justo antes del mordisco. "Son dos y ocurren exactamente tres segundos antes de que un perro muerda: mirada de media luna hacia arriba, tensa y con los ojos bien abiertos, es como que baja la cabeza y mira de reojo para arriba fijamente", detalla.

Todos los perros pueden acabar mordiendo con sangre si les pones en la situación adecuada ya que todos tenemos un límite

"El otro es que cierra la boca y aprieta los dientes que, sumado a una posición rígida y la cola erguida significa claramente que va a morder, pero solo vamos a tener tres segundos para reaccionar", asegura. "Aunque antes de esto vamos a poder ver otras señales de calma como que se aparte o que se quede inmóvil frente al perro que viene, que se relama o que no olfatee, entre otros".

Además, la educadora canina advierte que muchas veces la gente se piensa que los perros están jugando, cuando en realidad se están dando inicios de futuras peleas. "Por este motivo es importante conocer las señales de calma y su lenguaje", hace hincapié.

Pasos a seguir y qué no debemos hacer

Losada explica que cuando hay tensión antes de una pelea suele funcionar tirar muchos premios a la cabeza de ambos perros. "Que les reboten porque, con suerte, el olor les atrae, miran hacia abajo y se ponen a comer, dándonos unos segundos muy valiosos para separarles en direcciones opuestas con la calma", aconseja.

Otra situación que se puede dar es que haya un perro que se pone pesado o molesta. "Aquí lo ideal es llevárselo", recomienda la experta. "Si hay tensión, tiras premio y te lo llevas". "Y por supuesto, no confiar en que nuestro perro nunca muerde", asegura.

"Todos los perros pueden acabar mordiendo con sangre si les pones en la situación adecuada ya que todos tenemos un límite y, especialmente si estamos en un pipican, debemos pensar en que cuando hay un grupo, si hay una pelea, todos los perros se meten", advierte.

Si no hemos sido capaces de evitar la pelea, lo primero que debemos hacer es separarlos. "Este consejo de tirar de cada perro es mejor no hacerlo porque, si uno agarra a otro de una oreja, por ejemplo, se la desgarras", explica. "Igual que tampoco tenemos que gritar o ponernos nerviosos".

"En esta situación la opción fácil y rápida que funciona con el 80 por ciento de los perros es el agua muy fría", detalla Losada. "Se la tiras en las dos trufas para que cause un impacto, tiramos de la correa, nos lo llevamos y, por supuesto, no reñimos".

La educadora insiste en la importancia de que hagamos como que no ha pasado nada. "No discutimos, ni lloramos, ni gritamos ya que en esa situación hay mucho cortisol y se les va a quedar grabado todo", cuenta. "El durante se va a borrar, pero si el después es dramático, nervioso e histérico pueden desarrollar fobias".

No debemos tocar las patas buscando fracturas porque igual lo estamos empeorando o le estamos provocando dolor

"Cuando llevemos un minuto caminando, le miramos, siempre manteniendo la calma (porque debemos ser buenos referentes de calma) y con serenidad vamos lo más rápido posible al veterinario", aconseja. "Y si tenemos que hablar con el otro dueño del seguro o lo que sea, lo hacemos mientras que mantenemos a los perros fuera de la vista el uno del otro".

Por otro lado, Losada explica que hay algunas cosas que se han hecho de toda la vida y que no son nada aconsejables como "tirarle de las patas de atrás, meterle un dedo por el culo o meternos nosotros entre los dos perros".

"Si el perro redirecciona la agresividad nos va a morder por lo que, lo mejor es utilizar algún objeto para ponerlo de barrera entre los dos perros e ir separándolos y llevándolos en direcciones contrarias", detalla la experta.

Otro aspecto que la educadora canina considera fundamental es que no nos creamos veterinarios. "No debemos tocar las patas buscando fracturas porque igual, solo haciendo eso, lo estamos empeorando o le estamos provocando dolor", advierte. 

"Esto es un error muy común y debemos evitarlo ya que nosotros no sabemos detectar por lo que no debemos palpar. Debemos coger a nuestro perro y llevarlo a un veterinario cuanto antes a que lo revise y punto", concluye Losada.

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