Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Habrá que ir a un gobierno de ¡sálvese quien pueda!

Sánchez y Feijóo, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso
Sánchez y Feijóo, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso
RTVE
Sánchez y Feijóo, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso

Así lo anticipaba una viñeta de El Roto en momentos de dificultad vividos hace más de cuarenta años a los que se diría nos devuelve el péndulo. Pero ahora estábamos en vísperas del pleno del Congreso de los Diputados donde volverá a reexaminarse la proposición de Ley de amnistía sometida por segunda vez a la consideración de la Comisión de Justicia en una nueva vuelta al ruedo, en la que se han convalidado las enmiendas para blindar al prófugo de Waterloo y, de paso, incluir también en calidad de beneficiarios a quienes como los Pujol se lucraron con las comisiones del 3% de la obra pública a partir de 2014. Porque la amnistía viene a ser una escandalosa versión del todo por la patria que se ha transmutado en todo por la pasta, sin exigencia de responsabilidad alguna para los atracadores del erario público siempre que invoquen haber desfalcado en aras de la causa sacrosanta del independentismo.

Se celebraba la sesión de control al Gobierno, un uso parlamentario que incluye tres preguntas orales al presidente que no trae causa de la Constitución ni del primer reglamento del Congreso, pero que ya ha adquirido naturaleza indiscutida. El presidente Sánchez se las prometía muy felices porque después de tantos días de mascarillas, contratos, comisiones y chalaneos, de Koldos, aizkolaris, asesores, Ábalos y demás sinsabores aportados por la canallesca, las reclamaciones de la Hacienda pública a la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid iban a permitirle pasar al ataque exigiendo a Feijóo la dimisión de Isabel Díaz Ayuso.

El tiempo tasado para las preguntas orales impidió la dúplica del líder del PP Alberto Núñez Feijóo, que había sido tildado de inseparable durante años del narco con el que se retrató en la cubierta de un barco. Pedro Sánchez argüía que si la proximidad de tan mala compañía en absoluto había sido óbice para su carrera política en el seno del PP, por el contrario en el PSOE le habría impedido llegar ni siquiera a concejal. De lo que sí tuvo tiempo Feijóo fue de advertir a Sánchez sobre el error imperdonable en el que había incurrido, del que anticipó que sería reconvenido cuando estuviera de regreso en casa, se sobreentiende que por su esposa, Begoña Gómez. 

Porque los casos abiertos amenazan con seguir destilando consecuencias venenosas a propósito del rescate de Air Europa, de la República Dominicana y de Marruecos, mientras se cuestiona a la vicepresidente primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el uso prohibido de los datos de la Agencia Tributaria que afectan a cualquier contribuyente con ánimo de amedrentarle, como ha sucedido tantas veces con sus predecesores en esa cartera, fuere con gobiernos socialistas o peperos.

La jornada todavía iba a dar mucho de sí. Porque si a primera hora el presidente Sánchez daba por conveniente y segura la aprobación de los Presupuestos del ejercicio 2024, cuando declinaba la tarde prefería renunciar a presentarlos, en línea con ese principio estratégico según el cual una retirada a tiempo es una victoria. Poco antes, el president de la Generalitat, al ver rechazados sus presupuestos por el Parlament decidía convocar las elecciones catalanas el 12 de mayo. Cunde la sensación de que todo queda fuera de control.

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