Le Pen y AfD se preparan para revolucionar el mapa político: por qué Francia y Alemania son las piezas clave en las europeas

Marine Le Pen
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El brexit fue un shock para el Reino Unido y también una lección para quienes en algún momento coquetearon con la idea de sacar a su país de la Unión Europea. Quienes antes se planteaban coger la puerta ahora abogan por reformar el bloque comunitario desde dentro; pero no hay una familia monolítica en este sentido y las elecciones europeas de junio lo volverán a demostrar. Eso no quiere decir que la derecha radical haya perdido el tren que suponen unos comicios muy relevantes para el presente y el futuro de estos partidos. En 2024 la clave además es otra: la ultraderecha se mantiene fuerte o en auge tanto en Francia, con RN de Marine Le Pen, como en Alemania, donde AfD se sitúa como segunda fuerza en la mayoría de sondeos.

El eje franco-alemán siempre ha sido el motor de la UE, pero ahora parece un poco gripado. Con Emmanuel Macron desgastado, Berlín y el Gobierno de Scholz sin el foco de antaño y el peso de la Unión escorado más hacia los Bálticos, la foto es otra diferente a la que se vio por ejemplo en 2019. Esa es la oportunidad que quieren aprovechar tanto el antiguo Frente Nacional (ahora Reagrupación Nacional) como Alternativa por Alemania, que además comparten grupo en el Parlamento Europeo (Identidad y Democracia) y compiten en el mismo espacio -y por el mismo perfil de votante- con ECR, la familia política en la que están Fratelli D'Italia, el PiS polaco o Vox.

Pero Le Pen y AfD tampoco son lo mismo. La primera es fundadora precisamente de ID junto a Matteo Salvini, los segundos quieren más foco con un discurso más duro y que a veces todavía coquetea con la salida de la UE. Hasta hace no mucho, la formación germana se mantenía en un segundo plano, con un cordón sanitario importante a nivel nacional, como cuarta fuerza en votos y poco espacio en la Eurocámara. Pero eso ha cambiado: ahora las encuestas en Alemania y para las elecciones europeas les sitúan incluso por encima del 20% en algunos casos y si ID se impulsa será, en parte, por el empuje de AfD.

Por eso reclaman su trozo de pastel; pero en la lucha de egos Marine Le Pen tiene mucho que decir. ¿Por qué? Porque lidera con holgura los sondeos y ya se está preparando para llegar al Elíseo en 2027, ya sin competición con Macron a quien, todo parece indicar, va a batir también en las elecciones de junio. El voto a la derecha radical está en auge: gobierna en Italia, ganó en Países Bajos y forma parte de Ejecutivos como el sueco. Solo en Polonia y en España su fuerza ha ido a menos en los últimos tiempos, pero el contexto de crisis que se vuelve a dar en la UE les sitúa en buena posición para tener buenos resultados en las europeas.

Que esa fortaleza se vea en Alemania y en Francia es un reto para la Unión Europea como proyecto, y de hecho la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pareció aceptar el órdago al ser elegida como candidata del PPE para seguir al frente del Ejecutivo comunitario. Lanzó una alerta ante el auge de los nacionalismos y los populismos: "Los nombres pueden ser diferentes, pero su objetivo es el mismo". Y ligó ese mensaje con un lamento, en el escenario de la invasión rusa de Ucrania y de la guerra en Gaza -sobre la que ella ha sido bastante tibia en muchos momentos, cuando no errática-, ante el auge "de una nueva liga de dictadores" contra la que la UE tiene que luchar.

A Le Pen precisamente le pesan sus fotos en el pasado con Vladimir Putin, señalado además por financiar en su momento al Frente Nacional; AfD no es partidaria del apoyo a Ucrania... y tienen, ambos, otras preocupaciones: el tema clave de su campaña será uno y solamente uno, la migración. "Somos conscientes de que va a ser de nuevo un tema muy divisivo, aunque haya habido avances con el pacto migratorio", asumen fuentes consultadas por 20minutos, que no se atreven a pronosticar nada porque, dicen, "todo depende de cómo vaya la campaña y, sobre todo, de la participación". Eso sí, la derecha tradicional les acepta en parte el juego y por ejemplo el manifiesto electoral del PPE incluye una gestión "externalizada" de la migración, como defienden Meloni o la propia Le Pen.

La de RN y AfD, en cambio, no es una relación demasiado bien avenida y los alemanes ya han amenazado con salirse del grupo porque, en parte, ven a Le Pen camino de una moderación que la haga 'presidenciable' de aquí a 2027. De momento la ruptura no se hace oficial pero ni siquiera necesitan buena sintonía para agitar el mapa político. Es una cuestión de números. Los últimos sondeos de las europeas colocan a ID en la pelea por ser tercera fuerza incluso con 85 eurodiputados -ahora mismo tienen 73-, en disputa con ECR y con los liberales.

Ese empuje lo consolidarán, si finalmente se da, estará consolidado sobre todo por los resultados en Francia y Alemania. ¿Cuál es la conclusión entonces? Que los partidos euroescépticos ganarán peso sobre todo en dos países que son los dos pilares históricos de la UE. RN, AfD y los partidos de ese espectro ideológico abogan por dar más poder a los Estado miembro y reducir las competencias que se ceden a Bruselas, justo una dinámica contraria a la que defiende la Comisión, con apuestas por la deuda común por ejemplo en la compra de material militar. 

La Unión Europea ha cambiado mucho en estos cinco años, y existe un voto de descontento y de desgaste que precisamente quieren canalizar RN y AfD. Igual que Berlín y París han sido (y en gran parte siguen siendo) el motor de la Unión, los partidos de derecha radical serán ahora el motor del auge de un espacio político que puede cambiar drásticamente las dinámicas del bloque en un momento clave para el mundo.

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