A fondo

Lo que no se ve de la crisis agrícola en la UE: las aristas de un problema que se le atraganta a Bruselas y a los Estados miembros

Disturbios en Bruselas por las protestas de los agricultores.
Disturbios en Bruselas por las protestas de los agricultores.
Emilio Ordiz
Disturbios en Bruselas por las protestas de los agricultores.

Cuando se habla de la Unión Europea hay que tener claro que, de una manera u otra, todo está interconectado. La crisis agrícola que se mueve desde hace meses y que ha cercado las instituciones comunitarias en Bruselas es importante por el cuándo, por el cómo, por el por qué; todo suma. La reforma de la PAC, la reducción de la burocracia o unos acuerdos "justos" con terceros países, sobre todo cuando se pone el foco en el Mercosur son los tres ejes de una protesta que de momento está lejos de aplacarse aunque los 27 y la Comisión Europea se afanan por calmar las aguas.

El sector primario está cabreado y sus marchas son cíclicas, porque se ven las condiciones de vida, los efectos del Pacto Verde o los desequilibrios provocados por la crisis energética o por la invasión rusa de Ucrania y sus consecuencias por ejemplo sobre el cereal y el comercio internacional del mismo. Las movilizaciones del sector primario tienen efecto en otros aspectos de las dinámicas de la Unión y por eso lejos de ser una cuestión acotada a los agricultores y ganaderos ofrece una foto de cómo pueden cambiar los repartos económicos, sociales e incluso políticos a corto o medio plazo.

Con todo, viene otra pregunta: ¿qué matices hay que tener en cuenta cuando se trata de analizar el levantamiento del campo europeo?

Un tercio del dinero va a la PAC: cómo se equilibra

La Política Agraria Común (PAC) se repite constantemente en todas las quejas de los agricultores. Y no tanto por su existencia, sino por cómo se plantea. Hace décadas suponía casi el 60% del dinero de la UE y ese montante se ha ido reduciendo -es la política más antigua de la Unión- porque las prioridades del bloque comunitario han cambiado. Ahora mismo, aproximadamente un tercio del presupuesto de la UE se destina a la PAC (33 céntimos al día por ciudadano). En el caso concreto de España supone la inyección de 4.875 millones de euros en ayudas directas que las comunidades autónomas conceden a los agricultores que las solicitan (un total de 622.404 de agricultores y ganaderos en 2023, según el Ministerio de Agricultura).

Pero esos son los datos brutos. En particular, la nueva PAC implica "más burocracia y un tsunami de peticiones y de legislación", se queja el sector cuando es consultado por 20minutos. Al final, la política agraria acaba viéndose afectada por un reequilibrio del Presupuesto de la UE y ahora lo que está sobre la mesa es una relajación de algunos de los requisitos; Bruselas, de hecho, prefiere hablar de más elementos voluntarios y de menos obligaciones. Esa posible laxitud, eso sí, tendría efectos por ejemplo en el cumplimiento de los objetivos climáticos, algunos de los cuales son un "imposible" para el campo europeo. Si se relajan metas para los agricultores, se posponen retos del Pacto Verde. No quedaría otra.

¿Y más dinero para la PAC? Resulta complicado, porque las exigencias para la UE ya son otras. Desde el año 2020 la Unión ha priorizado la sanidad, la respuesta a la pandemia, la Defensa o el debate de la ampliación. Aunque la economía es un tema transversal y en él se ven los estados de muchos sectores, lo cierto es que la ganadería y la agricultura no han ocupado primeras líneas de la agenda, ni a nivel de dinero ni de foco mediático. Pero eso ha cambiado con las protestas del campo.

Un sector sensible y un efecto dominó

Las movilizaciones tienen más aristas de las que puede parecer en un primer momento, porque pueden provocar un efecto dominó. En realidad, pueden ser parte del descontento social que se da en algunos planos sobre la UE, sobre todo en temas como precisamente la política medioambiental o la respuesta económica que se ha dado en los últimos años. Hay un sector de la población que se dice "olvidado"; hay vencedores y vencidos, y ese enfado lo canalizan algunos partidos, de derecha radical sobre todo, que hacen suyas las reivindicaciones en este caso del campo.

El primario es un sector sensible a nivel de demandas, precisamente porque ha demostrado tener un alto nivel movilizador. Y a Bruselas le entran las prisas porque esa capacidad puede darse en otras esferas; por ejemplo, el relanzamiento de la industria es clave para el futuro, y así lo ve la Comisión Europea. La UE no se puede quedar atrás en una carrera contra Estados Unidos y China para que sus empresas caminen sobre tierra firme. Si se falla en ese punto, el castillo de naipes se podría venir abajo y la sombra de la recesión del 2008 es todavía alargada. "Se trata de aprender de los errores", se limitan a comentar fuentes comunitarias consultadas por este medio.

Ucrania, actor secundario en este tema

Un actor que mira desde fuera pero que es importante en este asunto es Ucrania. ¿Por qué? Porque es, sin ir más lejos, el principal exportador de grano de toda Europa y además un país candidato a entrar en la UE. De hecho, ese 'miedo' ya se ha visto en cómo algunos de los países fronterizos vetaron la entrada de grano ucraniano para, dijeron los gobiernos, no perjudicar a los agricultores nacionales. Fue el caso de Hungría o Eslovaquia, incluso de Polonia, siempre aliado muy cercano a Kiev. Sirven los datos para ver el escenario, sobre todo después de que el bloqueo del cereal fuera uno de los problemas clave en la guerra frente a Rusia.

Hasta julio de 2023, se habían exportado casi 33 millones de toneladas de cereales y otros alimentos gracias a la Iniciativa sobre la Exportación de Cereales por el Mar Negro. Más del 50% del cargamento era maíz, el cereal que se ha visto más afectado por los bloqueos de los graneros ucranianos al inicio de la guerra. Tenía que transportarse rápidamente para dejar espacio al trigo de la cosecha estival; cierto es que mucho de ese grano iba a parar, reconoce la UE, a "países en desarrollo" pero algunos Estados miembros temen que el 'pastel' quede en manos de Kiev.

Eso se vería de manera más clara si Ucrania fuese un país miembro de la UE: por ejemplo, en el reparto de la PAC casi con total seguridad quedaría como el mayor beneficiario, bajando en la clasificación a Francia, España o la propia Polonia. Por eso tienen que salir los números, dado que además la economía ucraniana necesita y necesitará -sobre todo si hay adhesión- de un impulso muy importante con fondos de la UE, como ya pasó en su día con los socios que fueron entrando. De hecho, en Bruselas matizan. "No podemos plantear la ampliación desde ese punto de vista porque todos los países que se sumaron a la UE estuvieron en su momento en esa situación", sentencian.

El voto agrícola pesa más de lo que puede parecer

La industria y los servicios relacionados con la agricultura y la alimentación representan más de 44 millones de puestos de trabajo en la UE y solo el sector agrícola da trabajo regular a 20 millones de personas, según datos de la UE. Esto significa, más o menos, el 4,4% de la población de toda la Unión. Y es un dato relevante, sobre todo cuando quedan tres meses para las elecciones europeas y el voto del sector primario es clave en algunos países, España entre ellos. A nivel porcentual puede que su peso no sea tan grande, pero las demandas del sector 'mueven conciencias' en otros niveles de la sociedad. Ese efecto arrastre electoral es el que tiene en vilo a las instituciones y a los partidos políticos. La crisis agrícola no es solo eso, y la UE lo sabe.

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