Así son David y Marina, los hijos de Ana Belén y Víctor Manuel que triunfan en la música y la interpretación

Ana Belén y Víctor Manuel, en abril de 2018.
Ana Belén y Víctor Manuel, en abril de 2018.
Xavi Torrent/ Getty
Ana Belén y Víctor Manuel, en abril de 2018.

Fue en A Coruña, en 1971, cuando en mitad de una gira —él— y de una obras de teatro —Sabor a miel, ella— se conocieron Víctor Manuel y Ana Belén. La química fue inmediata y se enamoraron completamente. La prensa de la época lo dio a conocer justo después de ese verano y para finales de año ya estaban rodando su primera película juntos: Morbo, dirigida por Gonzalo Suárez.

Al año siguiente se casarían por lo civil en Gibraltar. Lo hacían sin estar excesivamente convencidos, aunque por los tiempos que corrían prefirieron no correr riesgos y evitar habladurías sobre si convivían sin ser un matrimonio. No se arrepienten, han llegado a declarar. Igual que lo que ocurrió otro año más tarde, en 1973: se tienen en exiliar en México seis meses.

Desde que regresaran, el asturiano y la madrileña han formado una de las parejas más consolidadas, respetadas y comprometidas política y artísticamente del panorama español y latinoamericano. Y, además, formaron una familia que, por si fuera poco, han decidido seguir sus pasos.

A mediados de 1977 llegó al mundo David San José, el primogénito de la pareja. "Mi hijo es un juguete, me pasaría el día mirándolo", dijo entonces María del Pilar Cuesta, verdadero nombre de Ana Belén, a la revista Lecturas cuando el pequeño tenía solo cinco meses. Un momento, además, en el que aprovechó para consolidarse como un nuevo tipo de madre, acorde a la Transición que se estaba viviendo.

"Me gustaría educarlo muy libre, con todos los problemas que eso trae. Es decir, lo que no me gustaría es que solo viera el lado bueno de las cosas y que de mayor tuviese un choque porque en la calle las cosas son de otro modo. Lo que sí me gustaría es que mi hijo fuera un niño autónomo, sin inhibiciones religiosas y moralistas como las que tuvimos nosotros", dejó dicho entonces sobre su método de crianza.

Seis años más tarde, en septiembre de 1983, llegaría al mundo su hermana pequeña, Marina San José, quizá la más conocida de los dos hijos de la pareja debido a su trabajo en la televisión y el teatro. Pero eso le ha llegado a partir de una infancia alejada de los medios, dado que a pesar de aquella entrevista que concedió su madre, Ana Belén y Víctor Manuel fueron impermeablesy muy herméticos con respecto a ellos, consiguiendo que no fueran importunados ni acosados por paparazzis ni periodistas.

Más bien eran David y Marina quienes miraban desde bambalinas a sus padres responder preguntas de la prensa. O, desde detrás del escenario, prácticar sus escenas o ensayar sus canciones. Esas infancias, por supuesto, tuvieron su eco cuando fueron adultos. Aunque no parecía que fuese a ser así.

Es cierto que David ha acabado siendo productor de artistas como Ara Malikian, Las Migas, Javiera Mena, Rozalén, Vanesa Martín o Leonor Watling —en 2017 inauguró su estudio de grabación, Raro Tempo, en Madrid—, pues ya con seis años tocaba el piano y sus padres le apuntaron a una escuela musical donde aprendió canto y guitarra, pero hubo un momento en el que se decantó por la carrera de Informática. Luego la abandonó y acabó matriculándose en la de Química, que también dejó a medias.

Como ya había montado, con 19 años, su propio grupo de punk-rock, Lascivius, decidió que seguiría el camino de, sobre todo, su padre, y se dedicaría a la composición y producción. Así que finalmente se marchó a la prestigiosa Universidad de Berklee, en Boston, donde se formó en Composición de Bandas Sonoras. Además, ha acompañado al piano en conciertos a sus padres y a otros artistas como Joan Manel Serrat.

Además, a sus 47 años, es el único de los dos hermanos que ha hecho abuelos a Ana Belén y Víctor Manuel, pues tiene dos hijos, Olivia y León, a quienes también intenta ocultar de la prensa y apenas los muestra muy de vez en cuando en redes sociales. Asimismo, tampoco es asiduo a mos

Por su parte, Marina San José ha seguido mayoritariamente los pasos de su madre como actriz. Aunque también, al igual que su hermano, primero quiso dedicarse a otra profesión —en su caso, la carrera de Veterinaria, que no llegó a empezar—, la vocación y los genes hicieron que tras la mayoría de edad entrase en el Laboratorio William Layton, una conocida escuela de interpretación de Madrid. También aprendió danza y canto.

Esto último, además, le ha servido para, bajo el pseudónimo Xana, hacerle los coros a sus padres en diferentes conciertos. Sin embargo, ella sí que es conocida por el gran público: no solo interpretó a Ana Rivas en 492 episodios de Amar es para siempre, sino que también ha participado en series como Gran Reserva, 45 revoluciones o La que se avecina y en películas como, recientemente, Saben Aquell.

Además de todo ello, a sus 40 años lleva una extensa carrera en el mundo el teatro, habiendo encarnado personajes de las plumas de Antón Chéjov, Antonio Skármeta, Verónique Olmi, Tirso de Molina o, recientemente, Michel Clement. Por último, los más fanáticos de Masterchef la recordarán porque participó en la segunda edición de su Celebrity.

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