La salida de Lilith Verstrynge deja a Podemos con 4 diputados y un escenario de votaciones aún más endiablado con amenazas de empate

Lilith Verstrynge (i) y la secretaria general de Podemos, Ione Belarra (d), durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.
Lilith Verstrynge (i) y la secretaria general de Podemos, Ione Belarra (d), durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.
Eduardo Parra / EUROPA PRESS
Lilith Verstrynge (i) y la secretaria general de Podemos, Ione Belarra (d), durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.

La decisión de Lilith Verstrynge de entregar su acta de diputada en el Congreso amenaza con tener repercusiones en una aritmética parlamentaria enormemente ajustada. Con su salida, Podemos se queda solo con cuatro diputados en la Cámara Baja, mientras Sumar pasa de 26 a 27. Y eso implica que el Gobierno podría alcanzar los 175 apoyos en el hemiciclo en cualquier votación si consigue sumar a sus planteamientos a todos los partidos que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez a excepción de a Podemos, aunque los morados no pierden la capacidad de torpedear iniciativas, puesto que esos 175 escaños son la mitad exacta del Congreso.

La razón por la cual la dimisión de Verstrynge supone que Podemos pierda un escaño es que la ya ex número tres morada lo consiguió concurriendo en las listas de En Comú Podem, la formación en la que se referencia Sumar en Cataluña. Con su baja, corre la lista y la siguiente en la candidatura por Barcelona es Candela López, de Catalunya en Comú y, por tanto, leal a Yolanda Díaz. La entrada de López, así, deja a Podemos con tan solo cuatro escaños: los de Ione Belarra, Javier Sánchez, Martina Velarde y Noemí Santana.

Así las cosas, las cuentas son sencillas. El PSOE cuenta con 121 diputados, que sumados a los 27 de Sumar dejan al Gobierno con 148 apoyos asegurados. Eso implica que, para alcanzar la mayoría absoluta en el Congreso, al Ejecutivo le faltan 28 diputados. Sus apoyos más relevantes en términos numéricos son los de ERC y Junts, ya que ambos cuentan con siete parlamentarios cada uno. Los otros 14 diputados hasta superar los 176 que dan paso a la mayoría absoluta son los de EH Bildu (seis), PNV (cinco), Podemos (cuatro), BNG (uno) y Coalición Canaria (otro).

Sumando todos esos apoyos, al Ejecutivo le salen 179 diputados a favor para sus votaciones. Perder los cuatro apoyos de Podemos, por tanto, dejaría al bloque gubernamental en 175 escaños: en empate justo con la derecha, salvo que los morados optaran por abstenerse. Pero eso no significa que Podemos haya perdido la capacidad de bloquear leyes del Gobierno, puesto que el reglamento del Congreso es claro: un empate no es lo mismo que una victoria parlamentaria.

En concreto, el artículo 88 del reglamento señala que, "cuando ocurriere empate en alguna votación, se realizará una segunda, y si persistiere aquél, se suspenderá la votación durante el plazo que estime razonable la Presidencia". Una vez transcurrido ese plazo, prosigue la normativa, "se repetirá la votación". "Y, si de nuevo se produjese empate, se entenderá desechado el dictamen, artículo, enmienda, voto particular o proposición de que se trate".

Por tanto, a efectos prácticos, y siempre que el Gobierno consiguiera el apoyo de Coalición Canaria a sus iniciativas, un eventual voto en contra de Podemos serviría a los morados para ganar tiempo para seguir negociando. No derribaría en primera instancia el texto, sino que obligaría a que la votación se repitiera, lo que permitiría hacer un último intento para alcanzar un acuerdo.

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