Perfil

Borrell 'desencadenado': el discurso sin filtros de un político que no tiene nada que perder

El Alto Representante de la UE, Josep Borrell.
El Alto Representante de la UE, Josep Borrell.
Carlos Gámez
El Alto Representante de la UE, Josep Borrell.

Josep Borrell camina despacio, igual que habla. Como si nunca tuviera prisa o como si los últimos cinco años, en los que ha ejercido como jefe de la diplomacia europea, hubieran sido tranquilos. En el horizonte más cercano están las elecciones de junio y con ellas y la selección de los nuevos altos cargos para la UE el catalán podría poner punto y seguido (o final, estrictamente hablando) a una carrera política que le ha curtido, sobre todo, en la esfera comunitaria. 

Sabe que está en el foco; que tiene muchas cosas que explicar, y quiere hacerlo de forma clara. Un ejemplo de esto, convertido en anécdota, se vio tras el último Consejo de Exteriores celebrado en Bruselas, con Israel y Ucrania como temas clave. En la rueda de prensa posterior parecía que las preguntas quedaban acotadas a tres, pero cuando su portavoz anunció la última, Borrell respondió en voz baja: "Alguna más, que no tenemos prisa". El ritmo de la realidad, frenético, contrasta con la cadencia del español al hablar de cómo la UE debe reaccionar ante las exigencias del mundo actual: y a mayor exigencia, mayor propensión al error.

Quizá por el momento en el que estamos, el Alto Representante habla sin filtros; también porque el papel exterior de la Unión ha adquirido peso; a lo mejor, además, porque el "jardín", como él definió a la UE en unas palabras llenas de polémicas, quiere ser mejor que la "jungla", concepto que usó para referirse a los rivales estratégicos. No esquiva los temas espinosos y en la última legislatura ha dejado discursos que para sus críticos son "excesivos" y para sus fans una forma "de tratar a los ciudadanos como adultos". El conflicto entre Israel y Hamás, y las críticas de Borrell a los primeros, han vuelto a colocar esa dicotomía: héroe 'político' o kamikaze diplomático.

La relación de Borrell con Israel es más estrecha de lo que mucha gente suele pensar: conoce el país, sus dinámicas, y además pasó un tiempo viviendo en un kibutz en 1969, por lo que la carga personal de la situación es también relevante. La solución de los dos Estados es una de las grandes obsesiones del Alto Representante, que ha querido parecer inamovible en sus posiciones para criticar, igual que la invasión rusa de Ucrania, los ataques israelíes sobre Gaza. "Es lo que nos da autoridad moral", dijo ante el Parlamento Europeo, porque supone censurar las acciones, sostuvo, de un país "más cercano a nosotros", en referencia a Israel.

"En sus discursos se ve el componente de una persona que tiene muy poco que perder, que habla con claridad y a veces incluso sin cuidado. Eso es un arma de doble filo", reconocen a 20minutos fuentes comunitarias cercanas al Alto Representante. Otras, más críticas, entienden que en algunos momentos "se ha pasado de frenada". Algunas voces por ejemplo en el Parlamento Europeo le han criticado durante esta legislatura su tibieza respecto a Cuba o un papel más blando en lo que se refiere a la inestabilidad política en algunas zonas de América Latina.

Es un político que se las sabe todas, tampoco le fue ajeno actuar en un escenario así

Sí le reconocen en cambio mucho mejor manejo de la situación en Ucrania, aunque a pocos se les olvida el desplante que sufrió con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en 2021, bastante antes del inicio de la invasión. En una rueda de prensa conjunta Lavrov sacó a colación el asunto del procés para incomodar a un Borrell que había censurado los movimientos estratégicos de Moscú. "Es un político que se las sabe todas, así tampoco le fue ajeno actuar en un escenario así", recuerdan quienes trabajan con él en el día a día.

De hecho, sobre Ucrania dio ante la Eurocámara el que para mucha gente es su gran discurso de la legislatura. Fue el 1 de marzo de 2022, solo una semana después de que Putin lanzara su ofensiva sobre Kiev: a la UE no le tembló el pulso entonces, y empezó a aprobar sanciones. Las palabras las puso Borrell. "No podemos poner en pie de igualdad al agredido y al agresor", pidió al Parlamento Europeo: "Nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne no estén a nuestro lado". Fue esta una de sus llamadas a que la UE aprenda el lenguaje del "poder duro", que va más allá de lo militar.

Habló entonces el exministro de que "la capacidad de condicionar, de imponer al otro otra conducta, se da también con medidas como las sanciones", en este caso impuestas a Rusia. Borrell lleva una legislatura entera llamando a que la UE aprenda "una serie de lecciones"; alguna de ellas es, a sus ojos, muy importante: "No podemos seguir confiando en que apelar al Estado de Derecho y desarrollar relaciones comerciales va a convertir al mundo en un lugar pacífico. Tenemos que demostrar una capacidad de acción mucho más poderosa y más unida que la que hemos demostrado hasta ahora". No quedó casi nadie sin aplaudir ese mensaje, que sirvió también para ponerle deberes irrenunciables a la Unión.

Con Israel, en cambio, su figura está en una posición más delicada. Fue el primero de los altos cargos en criticar la respuesta de Israel sobre Gaza tras los ataques terroristas de Hamás del pasado 7 de octubre, mientras la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y su homóloga de la Eurocámara, Roberta Metsola, viajaban a las zonas afectadas para mostrar solidaridad. Mientras, Borrell reiteraba que la UE no podía aplicar un doble rasero solo porque Israel fuera un aliado histórico del bloque. 

Más recientemente, el Alto Representante ha acusado a los israelíes de haber financiado a Hamás; es también la voz que más ha insistido en la solución de los dos Estados, tal como recalca en el plan de paz que ha presentado a los 27. Ese cierre de filas se ha visto en Israel como "un ataque" mientras que para otros es "la posición lógica" en el marco del conflicto. "La guerra no es como la de Ucrania y por tanto la posición del Alto Representante no tiene que ser exactamente igual. Él no puede ser más claro en su postura", expresan las fuentes consultadas.

"Josep Borrell ha llevado al Servicio de Acción Exterior a otro nivel durante esta legislatura, ha convertido la Unión en un verdadero actor geopolítico", defiende en 20minutos por su parte la líder de los socialistas (S&D) en el Parlamento Europeo, Iratxe García. Para ella, el dirigente español "ha facilitado que la UE respondiese con una sola voz, y con firmeza, a los extraordinarios retos de esta legislatura". En este sentido, para García Borrell está detrás "de decisiones sin precedentes en la Unión, como la financiación militar para Ucrania, los paquetes de sanciones para aislar a Rusia, y una diplomacia multilateral para reforzar el papel de la ONU". 

Sobre la crisis en Oriente Medio, la eurodiputada reivindica la capacidad del Alto Representante para poner de acuerdo a los 27, algo que ha sido y es "una tarea ingente", García saca con todo una conclusión para el futuro. "Espero que el legado de Borrell convenza de la necesidad de pasar de la unanimidad a la mayoría cualificada y de reforzar la política exterior y de defensa común de la Unión frente a las reticencias de algunos Estados miembros", concluye.

Otros grupos son algo más críticos, y ven luces y sombras en estos cinco años de Borrell como Alto Representante de la UE, y llaman a una política exterior "verdaderamente europea", porque ahora la competencia se encuentra en manos de los Estados miembros y eso tiene que cambiar en parte, coinciden, "para que las decisiones se tomen por mayoría cualificada y no por unanimidad". Estas fuentes hablan de que ahora mismo hay un "caos" en la gobernanza de la política exterior y de seguridad de la UE, y de esa situación es rehén también el propio Borrell.

Y después de todo, ¿qué? Josep Borrell no va a seguir como Alto Representante de la UE después de las elecciones europeas de junio, y su círculo cercano ya está buscando una salida -como en el caso de su ya exjefe de gabinete, Camilo Villarino, elegido como nuevo jefe de la Casa del rey Felipe VI-. Se espera, eso sí, que el catalán siga en la esfera política de otra forma más "relajada". A sus 76 años todavía parece que tiene mucho que decir, pero no será en la primera línea de una política europea en la que Borrell ha tenido "ideas muy claras" y ha huido de las "medias tintas".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento