El Ensanche de Alcalá, ante la llegada de los migrantes: "Para mí no es amenazante, pero gente de mi entorno tiene miedo"

fotografo: Sergio García Carrasco [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Inseguridad ciudadana. Alcalá de Henares
Un grupo de migrantes senegaleses abandona el centro de acogida de Alcalá de Henares este jueves.
Sergio García
fotografo: Sergio García Carrasco [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Inseguridad ciudadana. Alcalá de Henares

Son casi las dos de la tarde y un grupo de madres, abuelas y algún padre forman un corrillo a la salida del colegio público Ernest Hemingway, en el norte de Alcalá de Henares. La conversación gira en torno al tiempo, menos frío de lo habitual en estas fechas, los niños y acaba en el tema recurrente estos días en la zona: los migrantes instalados desde octubre en el vecino cuartel del ejército y la pelea que varios de ellos protagonizaron el viernes pasado.

"La que nos ha caído, está generando lo que está generando", dice una madre, enfermera, con cierta vaguedad, en referencia a los migrantes, la mayoría marroquíes y senegaleses, que caminan por la zona. "Han destrozado el barrio, no tenemos seguridad, te miran con desafío", asegura otra mujer, abuela de uno de los niños del colegio. "A mi no me mira ninguno", admite otra abuela a su lado, tratando de quitar hierro al asunto.

A unos 10 minutos a pie de la entrada del antiguo cuartel, hay un pequeño parque conocido como "la tirolín". Aquí, el viernes pasado por la noche, una pelea entre migrantes acabó con tres detenidos y seis personas heridas, uno de ellos acabó en coma. Este jueves estaba totalmente vacío, salvo por unos jardineros del Ayuntamiento que recogían las numerosas hojas caídas de los árboles.

"La subdelegada del Gobierno nos ha dicho que van a poner un dispositivo con Policía Nacional a pie y nosotros también vamos a reforzar la presencia de Policía Local para frenar un poco este in crescendo de incidentes", declara Orlena de Miguel, concejala de Seguridad del Ayuntamiento de Alcalá de Henares. "Nos venían denuncias de conflictividad que hay dentro de parte de los vigilantes de seguridad y también alguna denuncia por intento de hurto y los vecinos se nos estaban quejando por consumo de bebidas alcohólicas en la calle y consumo de drogas, cosas más de convivencia que actos delictivos, pero que estaban causando alarma en la zona".

Con todo, el barrio de chalets adosados parece muy tranquilo a estas horas. Tomás, de 77 años, y María Luisa, de 74, caminan por la calle del colegio, en la zona donde viven desde hace 24 años. "Los primeros días subiendo por ahí noté que dejaban bolsas con botes, pero luego ya no lo hacen", declara Tomás. "Los vemos que van en pandillas, pero ningún problema, algunos te dicen 'hola', incluso". Su mujer confirma su percepción: "Nosotros somos personas ya mayores y de noche estamos en casa, pero nadie se ha metido con nosotros".

A pocos metros, David, de 24 años, pasea a su pastor alemán. "Sí que se nota un montón que se mueven tanto por aquí como por otras zonas de Alcalá, pero no he tenido ningún problema, creo que el otro día tuvieron una peleilla, pero yo saco al perro siempre por esa zona y ningún problema".

Ana, una vecina del limítrofe barrio de Espartales de 38 años, está sentada en un banco esperando a su hija y ejemplifica mejor que nadie las dos formas de percibir el evidente cambio que ha supuesto para la zona la llegada de los migrantes: "Yo entiendo que hay que darles cobijo y no lo vivo como algo amenazante, pero es verdad que hay gente en mi entorno que se molesta y tiene miedo".

Sin familia ni amigos

La antigua base militar ubicada en el barrio de El Ensanche de la ciudad complutense empezó a recibir el pasado 28 de noviembre a personas que habían llegado a las costas canarias en patera. Alojadas en carpas temporales dentro del complejo, gestionado por la ONG Accem, cerca de 1200 personas se encuentran actualmente dentro del antiguo cuartel reconvertido en un Centro de Acogida, Emergencia y Derivación.

En las puertas del centro, pasan el rato apoyados en una valla dos pequeños grupos. El primero, formado por ciudadanos senegaleses como Khalipha, un pintor de 39 años que llegó en una patera a Almería y lleva 15 días en el centro junto a un amigo. Ninguno habla castellano ni inglés y, como la inmensa mayoría de los migrantes del centro, utilizan el francés como lengua franca entre sus compañeros de otra nacionalidad. 

"Me quiero quedar en España, me gusta, pero no tengo ni familia ni amigos aquí", declara el senegalés, que dejó a su mujer y cuatro hijos en su país antes de emprender una travesía que describe simplemente como "dura". Dentro del centro, aseguran ambos, no hay problemas de convivencia.

fotografo: Sergio García Carrasco [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Inseguridad ciudadana. Alcalá de Henares
Khalipha, a la izquierda, junto a dos de sus compañeros del centro de acogida.
Sergio García

A su lado, otros tres hombres observan curiosos la llegada a la puerta del centro de la diputada autonómica de Vox, Rocío Monasterio. "Yo llegué en patera a Lanzarote, de allí me llevaron a Tenerife y estuve un mes y, después, llegué a Madrid hace un mes", relata Amín, de 32 años y marroquí, como su dos acompañantes. También aseguran que la relación entre los migrantes es buena dentro del centro. "Aquí dentro, lo único que hacemos es comer y dormir, el resto del día no tenemos nada que hacer. Mañana me voy a marchar a Murcia, aunque sea a dormir en la calle hasta que encuentre trabajo".

De regreso al interior del centro vienen dos chicos. Uno de ellos, Babakar, tiene solo 16 años y es uno de los más de 300 menores de edad que hay dentro del centro. Llegó de Senegal en patera a Tenerife. "Queremos buscar trabajo, de lo que sea". A su lado, Sega, de 20 años, viste con un traje azul, una gorra hacia atrás y una mascarilla con los colores de la bandera de España. "No hay ningún problema dentro del centro, el único problema es que echamos de menos a la familia".

Un grupo de cinco hombres sale por la puerta metálica corrediza del cuartel. Van con maletas de mano, se despiden de los que estaban fuera y enfilan en dirección hacia el centro de la ciudad. "Se marchan a Barcelona, tienen familia allí", explica uno de sus conocidos que, de momento, permanecerá en el centro. 

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