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Irene Moreno, psiquiatra: "Las personas con discapacidad tienen el doble de posibilidades de sufrir depresión"

La doctora Irene Moreno Alonso es Psiquiatra en Maindo Salud Mental.
La doctora Irene Moreno Alonso es Psiquiatra en Maindo Salud Mental.
CEDIDA
La doctora Irene Moreno Alonso es Psiquiatra en Maindo Salud Mental.

Cada 13 de enero se celebra el Día Internacional de la Depresión con el objetivo de seguir concienciando y divulgando sobre la importancia de cuidar la salud mental, un apartado que hace no tanto era casi un completo desconocido. Estas campañas, además, son una excelente forma de apoyar a esas personas que notan que algo no va bien pero no se deciden a dar el paso de pedir ayuda. Al sentirse comprendidos y arropados, estos pacientes terminan acudiendo a un profesional, en gran parte, impulsados por las campañas de concienciación.

Todo ello adquiere una mayor dimensión cuando hablamos, en concreto, de depresión en el ámbito de la discapacidad. Factores como la limitación de movilidad, la discriminación social, la dependencia de cuidadores y la adaptación a un entorno no siempre inclusivo pueden contribuir a una mayor incidencia de problemas psicológicos en este grupo. 

Los expertos reconocen que resulta crucial reconocer y abordar estos desafíos específicos para promover un entorno más comprensivo y brindar el apoyo necesario para prevenir y tratar la depresión en personas con discapacidad. La conciencia, la empatía y la creación de entornos accesibles y acogedores son pasos fundamentales para mejorar la salud mental en este grupo poblacional.

Conceptos como el de depresión o ansiedad han encontrado su hueco en el día a día. Se habla de ellos en las instituciones, en los trabajos, en los hogares. Pero, a veces, se hace desde un conocimiento superficial. Para aterrizar algunas ideas, hablamos con la psiquiatra Irene Moreno Alonso, médico de Maindo Salud Mental.

Afortunadamente, la salud mental cada vez tiene más visibilidad. Ha entrado en las conversaciones, aunque quizá no muy matizada. La mayoría asemeja la depresión por una profunda tristeza. Pero no es lo mismo, ¿verdad? ¿Qué se entiende clínicamente por depresión y en qué se diferencia un ánimo un poco más apagado de lo normal?Efectivamente no tiene nada que ver. La tristeza es una emoción básica que tenemos todos y que se activa cuando hay situaciones que nos duelen. Cuando hablamos de depresión, hablamos de un estado de tristeza profunda de, mínimo, dos semanas de duración pero, y esto es lo más importante, acompañado de otros síntomas como dificultad para disfrutar de cosas que antes disfrutabas, sensación de desesperanza, dificultad para comenzar actividades que antes no te costaban, alteraciones del sueño o del apetito...

Cada persona es un mundo, pero ¿hay algunos factores que sean habituales o comunes a la hora de desencadenar una depresión?Para entenderlo, hay que considerar la patología mental como patología biopsicosocial en la cual hay factores biológicos (de ahí el tratamiento farmacológico), psicológicos (de ahí la importancia de la terapia) y sociales (de ahí la importancia del entorno). Sabiendo esto, podemos mencionar circunstancias vitales adversas (fallecimientos, traumas, desempleo, situación económica desfavorable…), consumo de tóxicos, inactividad física, o incluso, otras enfermedades mentales o somáticas.

Hablando de desencadenar una depresión. ¿Cómo es este proceso? ¿Se da de la noche a la mañana o es algo mucho más progresivo?No ocurre de golpe sino que poco a poco van apareciendo síntomas que no desaparecen. Por ejemplo, el día después de perder un empleo, una persona puede sentirse triste y abatida. Estos sentimientos son normales pero si esta sensación se mantiene mucho tiempo o aparecen nuevos síntomas como no poder levantarse de la cama, cambios en su alimentación, no querer salir de casa... entonces sí que podríamos hablar de depresión.

¿Cuáles son las señales que deberían hacer saltar las alarmas de una persona que sienta que algo no va bien a lo que a su salud mental se refiere?Si buscamos detalles concretos podríamos pensar en el abandono del autocuidado (aseo personal, alimentación), mal descanso nocturno (ya sea por disminución de horas de sueño o por tener pesadillas frecuentemente) o, cuando dejamos de disfrutar de actividades que antes nos eran placenteras. En general, podríamos decir que una señal se da cuando, durante un tiempo, dejamos de sentirnos nosotros mismos y esta sensación es corroborada por el entorno.

Para los pacientes, ¿qué parte es la más complicada? ¿La de dar el paso de pedir ayuda o la de darse cuenta de que algo va mal?Depende mucho de la persona que acude a consulta. Al final, cada persona es diferente y nuestro entorno y nuestra personalidad influye mucho en la forma de afrontar nuestra vida. Hay personas a las que le cuesta mucho pedir ayuda pero cuando dan el paso y la reciben, responden estupendamente. Hay otras que piden ayuda fácilmente pero tienen más dificultades en ver qué elementos de su alrededor pueden estar influyendo en su malestar.

¿La discapacidad es un factor de riesgo para la aparición de una depresión?Se calcula que un hombre o una mujer con discapacidad tiene el doble de riesgo de sufrir depresión que sin ella. Hay que aclarar que el hecho de tener una discapacidad como tal no es un factor de riesgo de sufrir depresión, pero es evidente que las personas con discapacidad enfrentan estrés y retos diferentes, por lo cual el riesgo de sufrir depresión es más alto en estas personas.

¿Se dan más casos en las discapacidades físicas o intelectuales? ¿Por igual?Es muy difícil establecer una comparativa porque depende del grado de discapacidad que tiene la persona, de la interferencia que tiene en su vida, si la discapacidad ha sido adquirida o ya nació con esa condición... Con esto quiero decir que son muchas variables las que tendríamos que tener en cuenta y, que al final, la depresión funciona diferente en cada individuo, independientemente de su sexo, raza, situación socioeconómica...

Es evidente que las personas con discapacidad enfrentan estrés y retos diferentes, por lo cual el riesgo de sufrir depresión es más alto en estas personas

¿La existencia de una discapacidad intelectual puede complicar la detección de una depresión? Problemas comunicativos, incapacidad para expresar emociones…etcTenemos que pensar que vivimos en un mundo predominantemente individualista y que muchas veces no favorece la integración de personas con discapacidad. Y si a esto le sumamos dificultades de reconocer y expresar emociones o dificultades en la comunicación de las necesidades, obtenemos un combo que dificulta no solo la detección sino también el tratamiento de esta patología.

Un ejemplo concreto de problemas comunicativos serían personas que padecen un Trastorno del Espectro Autista, estas tienen dificultades para reconocer sus propias emociones y las del entorno. En este sentido, las manifestaciones de una depresión podrían ser diferentes lo cual dificultaría su detección.

Por otro lado, ¿una depresión severa puede resultar incapacitante? ¿Hasta qué punto?La incapacidad que provoca la depresión depende del grado de gravedad (síntomas, cuántos episodios ha tenido la persona, situación social...). En este sentido y yéndonos a lo más grave, hay que ser conscientes de que la depresión cursa con desesperanza patológica (sensación de que la situación personal no va a mejorar) y puede provocar ideas de muerte, gestos suicidas o, incluso, un suicidio consumado. De ahí la importancia de facilitar y asegurar el acceso a tratamientos psiquiátricos y psicológicos para ayudar a personas con estos riesgos.

Hay que ser conscientes de que la depresión  puede provocar ideas de muerte o, incluso, un suicidio consumado. De ahí la importancia de facilitar el acceso a tratamiento

El tratamiento de una depresión es algo muy complejo, pero ¿podría darnos, al menos, un par de pinceladas sobre algunos hábitos para mantener sana la mente?Para mí, tener una educación emocional que nos permita reconocer, gestionar y expresar nuestras emociones es fundamental. Luego, podemos añadir el ejercicio físico o acudir a terapia para recibir ayuda cuando la necesitamos. Y nunca hay que olvidar la importancia del entorno, de las redes de apoyo, donde invertir tiempo de calidad podría ser un hábito muy recomendable si queremos tener sana la mente.

Aunque ya esté bastante normalizada como concepto, ¿cree que aún hay estigmas o miedos infundados que rodean a la depresión?En general, creo que hay bastante desconocimiento y quizás un abuso o, incluso, banalización de la palabra depresión. Esto puede generar un estigma puesto que no todas las tristezas son depresión ni todas las depresiones son iguales. Entonces si una persona, que aparentemente no tiene problemas económicos, tiene trabajo y una familia, no se levanta de la cama un día, todo el mundo puede empatizar con su tristeza y decaimiento pero si no lo hace durante un mes, ahí podremos ver el estigma en comentarios como: “No tienes motivos para estar triste”.

Por otra parte, ¿esa gran normalización puede desembocar en falsas alarmas?Efectivamente, ahora todo el mundo menciona diagnósticos de salud mental con mucha facilidad para describir un estado mental, un momento puntual de cómo se encuentran. Esto es un gran problema puesto que puede generar desde una alarma social hasta restar importancia cuando realmente tengan una patología.

En el Día Internacional de la Depresión, ¿qué mensaje le gustaría que llegase a la población?Cuanta más información tengamos sobre la depresión, más poder tendremos sobre ella, así que si la sufres o alguien de tu entorno la sufre, no estáis solos, pedid ayuda.

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