Los retos del nuevo ministro de Economía: disciplina fiscal europea, menos crecimiento, fondos europeos y baja productividad

Carlos Cuerpo, nuevo ministro de Economía en sustitución de Nadia Calviño.
Carlos Cuerpo, nuevo ministro de Economía en sustitución de Nadia Calviño.
Henar de Pedro
Carlos Cuerpo, nuevo ministro de Economía en sustitución de Nadia Calviño.

Pedro Sánchez ha entregado los mandos de la política económica española a Carlos Cuerpo (Badajoz, 1980), el alumno más aventajado de Nadia Calviño y la pieza que faltaba para terminar de encajar el puzle del Ejecutivo. Cuerpo recibe un ministerio que pierde peso político —la vicepresidencia primera de Calviño recae ahora en María Jesús Montero, ministra de Hacienda— y afronta una legislatura, a priori, más tranquila que la que vivió su predecesora, marcada por el estallido de una pandemia y una guerra en Europa. Sin embargo, los desafíos que se le presentan al nuevo inquilino del Ministerio de Economía no son menores. Cuerpo dirigirá la política económica del país en un año en el que Bruselas volverá a mirar con lupa las cuentas públicas de España, con un crecimiento del PIB que se ralentizará, y enfrentará el reto de recibir y ejecutar a tiempo los fondos europeos de recuperación que restan. 

El nuevo ministro de Economía tendrá que lidiar también con una inflación en la cesta de la compra que sigue disparada, con los altos tipos de interés que, aunque se espera que bajen este 2024, seguirán poniendo en aprietos a las familias hipotecadas y elevarán aún más el coste de la deuda pública. Además, Cuerpo tendrá que gestionar los grandes problemas estructurales que arrastra la economía española desde hace décadas. A saber, la elevada tasa de paro —la más elevada de toda la eurozona— y el estancamiento de la productividad, que apenas ha mejorado en la última década.

En el plano político, Cuerpo hereda de su predecesora una tensa relación con el Ministerio de Trabajo y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. La líder de Sumar ha ejercido durante estos cuatro últimos años de contrapeso dentro del Gobierno a las visiones económicas más ortodoxas del Ministerio de Economía. En la anterior legislatura, Pedro Sánchez ha ejercido de árbitro, decantando la balanza a un lado o el otro. 

Además, el nuevo ministro coordinará la política económica del país bajo la atenta mirada de María Jesús Montero, ministra de Hacienda con poderes reforzados tras asumir la vicepresidencia primera del Gobierno. Hacienda queda ahora en manos de la ministra de mayor rango del Ejecutivo, mientras que Trabajo está liderado por la vicepresidenta segunda del Ejecutivo. Habrá que ver cómo afecta este equilibrio de fuerzas en los ministerios económicos a la gestión de la política económica. De igual modo, Cuerpo asume el cargo en una legislatura polarizada y de alto voltaje político. El nuevo ministro tiene un currículum técnico fuera de toda duda, pero cuenta con escasa experiencia en el cruce de sables de la política nacional. 

Rigor fiscal, cuatro años después

Quizá el mayor de los retos económicos que deberá asumir el nuevo ministro es la vuelta a la disciplina fiscal europea, una dificultad con la que no contó Calviño. Tras cuatro años paralizadas, las reglas fiscales volverán a funcionar en 2024 tras una reforma que ha suavizado algunos aspectos, pero que en líneas generales sigue siendo muy exigente para los Estados con mayor deuda y déficit como es el caso de España. Los 'hombres de negro' bruselenses volverán a mirar con lupa los presupuestos de los Estados miembros. 

Cuerpo ha participado activamente en la reforma del marco fiscal europeo que se ha coordinado bajo la batuta de España. Este factor, sumado a su experiencia como analista en la Comisión Europea juega a su favor en este campo. Sin embargo, la situación de partida no es sencilla. En primer lugar, Cuerpo deberá convencer a Bruselas de que el compromiso de reducir el déficit al 3% del PIB en 2024 es compatible con la extensión parcial de algunas medidas de apoyo energético también a 2024. La Comisión Europea ha pedido en numerosas ocasiones a España que ponga fin al apoyo energético y el Plan Presupuestario que el Gobierno remitió a Bruselas en noviembre no daba margen a nuevas medidas. Sin embargo, la ministra de Hacienda dice tener un comodín bajo la manga en forma de fuerte subida de ingresos fiscales, que podría rondar el 9% en 2024.

En todo caso, el nuevo marco forzará a España a ejecutar un importante ajuste fiscal en los próximos años. La reforma de las reglas fiscales insta a los países a que reduzcan su déficit al 1,5% aunque estén dentro de los máximos permitidos. En el caso de España el Gobierno tendrá que hacer un ajuste anual  que oscilará entre 7.500 y 12.000 millones de euros (entre 0,56 y 0,88 puntos de PIB) para adaptarse al nuevo marco fiscal, según estima el centro de estudios Bruegel. En términos presupuestarios, 7.500 millones equivalen, por ejemplo, a todo el presupuesto del Ministerio de Defensa financiado nacionalmente y sin tener en cuenta los programas especiales de defensa.

Ralentización económica

El nuevo ministro de Economía tomará las riendas de su departamento en un contexto de desaceleración en España y con una economía europea que lleva un año prácticamente sin crecer nada. Mientras que el consenso de los analistas prevé que el PIB repunte un 2,4% en 2023, las últimas previsiones para 2024 se reducen al 1,6 o el 1,7%. Es menos que hasta ahora, pero todavía bastante más de lo que se espera para la eurozona en su conjunto. El crecimiento de la economía es fundamental para que España pueda cumplir con las reglas fiscales europeas. De él depende la recaudación de impuestos o el gasto en protección social. 

Además, en 2024 el motor del crecimiento previsto para España serán únicamente el consumo de los hogares y las empresas españolas. Las exportaciones y la inversión apenas contribuirán a tirar del carro de la economía nacional. Para que esta fórmula pueda funcionar, será clave el comportamiento de la inflación y de los tipos de interés, dos magnitudes que está previsto que den un respiro en 2024 pero que seguirán dando quebraderos de cabeza. 

Aunque la inflación general está ya en niveles cercanos a los objetivos del BCE (3,1% en diciembre), la cesta de la compra era en noviembre todavía un 9% más cara que en 2022 lo que sitúa a España como el país con mayor inflación alimentaria de toda la UE. Esto perjudica especialmente a las familias de rentas bajas, que dedican mayor porcentaje de sus ingresos que el resto para adquirir alimentos básicos. De igual modo, las elevadas cuotas hipotecarias seguirán siendo una gran preocupación para millones de hogares también en 2024, aunque se espera que la situación vaya mejorando a medida que avance el año.

Fondos europeos y reformas

El departamento que dirige Cuerpo tendrá en la gestión de los fondos europeos otra de sus asignaturas troncales. El Gobierno tiene todavía pendiente solicitar seis desembolsos y los fondos correspondientes al programa RepowerEU. Además, deberá seguir ejecutando los fondos para comprometer todo el gasto antes de que llegue 2026, fecha límite para no perder el dinero. En 2024, el Ejecutivo deberá presentar dos solicitudes para recibir el quinto y el sexto desembolso respectivamente. En total hablamos de 25.600 millones de euros (más de la mitad en préstamos) a cambio de cumplir 117 hitos y objetivos. Entre los más importantes, destaca la reforma fiscal, que deberá estar lista este año.

Entre los desafíos más a medio y largo plazo que afronta España hay dos nombres propios: la baja productividad y la elevada tasa de paro. Estos dos factores son un lastre crónico que afecta a la economía nacional desde hace décadas. La productividad por trabajador lleva una década estancada y se ha quedado rezagada respecto a la media europea. Este hecho limita la capacidad de crecimiento de la economía española y la posibilidad de mejora de las condiciones salariales de los trabajadores.  

En lo que respecta al paro, España contaba en octubre -último dato disponible- con una tasa de paro del 12%, el doble que la Unión Europea. El elevado desempleo estructural que afecta al país desde hace décadas es uno de los retos de mayor calado para la política económica del Gobierno. La mayoría de los analistas confían en que el desempleo seguirá reduciéndose en los próximos años. En este sentido, Pedro Sánchez se ha fijado una meta del 8% para el final de la legislatura, una cifra ambiciosa que rara vez se ha alcanzado en la historia reciente del país. 

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