20 años de 'El retorno del rey', ¿es posible lanzar a un enano contra un ejército?

Cómo pasa el tiempo…Hace 20 años era 2003. En el mundillo friki tuvimos nuestros acontecimientos
Cómo pasa el tiempo…Hace 20 años era 2003. En el mundillo friki tuvimos nuestros acontecimientos
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Cómo pasa el tiempo…Hace 20 años era 2003. En el mundillo friki tuvimos nuestros acontecimientos
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Cómo pasa el tiempo… Hace 20 años era 2003 y en el mundillo friki tuvimos nuestros acontecimientos. Las empresas Squaresoft, creadora de Final Fantasy, y Enix, creadora de Dragon Quest, se fusionaron para crear Square Enix; Fernando Alonso ganaba por primera vez un gran premio de Fórmula 1 en Hungría, siendo el primer español en lograrlo; Terminator se hacía gobernador de California; el Concorde realizaba su último vuelo; el álbum de Linkin Park Meteora era un superventas y en el cine se estrenó Buscando a Nemo, que nos incrustó en la mente el mítico Sigue nadando de Dory y la dirección “Calle Wallaby 42, Sídney”, que recordamos más que la de nuestra abuela.Pero lo más sobresaliente de 2003 fue, con diferencia, el estreno de la última parte de la magistral trilogía de El Señor de los Anillos, El retorno del Rey.

La primera parte, La Comunidad del Anillo, nos presentó el entramado; la segunda, Las Dos Torres, lo afianzó, y la última lo culminó. ¿Cómo unas películas pueden ser tan influyentes en la cultura popular? Puede que por su elenco brillante de actores, que hicieron a cada uno de sus personajes único, o por una dirección magistral de Peter Jackson confiando en su adaptación plenamente (y evitando que un tal Harvey Weinstein convirtiera la trilogía en una sola película), o por una banda sonora que al escucharla penetra todos los sentidos y te llena de melancolía cuando suena la pieza de La Comarca o de epicidad absoluta en la batalla final en La Puerta Negra. Seguramente sea una mezcla de todo lo anterior y muchas más matices nostálgicos. Sea como fuere, han pasado 20 años del estreno de la última parte de la trilogía de El Señor de los Anillos

Después de haberlas visto decenas de veces (sin exagerar) nos vamos dando cuenta de matices que en los primeros visionados no nos percatamos. Todo eso que vamos viendo se va complementando con la información que otras personas que han visto las películas no decenas, sino centenas de veces, van aportando. Algunos ejemplos son los múltiples cabezazos que se pegaba Gandalf (Ian McKellen) por el set de grabación en la casa de Frodo Bolsón (Elijah Wood); que el actor que interpreta a Saruman, Christopher Lee, era uno de los pocos que conocía personalmente al autor de los libros, J.R.R. Tolkien; que algunas tomas en las minas de Moria fueron grabadas mostrando un único perfil de Aragorn porque el actor que lo interpreta, Viggo Mortensen, sufrió un accidente surfeando; o la más conocida, Viggo pegando una patada a una cabeza de atrezzo y gritando de dolor… sin actuar. Esa patada le reventó el pie de verdad.

Son curiosidades cinematográficas que siempre gustan y quedan bien en charlas de amigos, pero podemos añadir alguna más. Somos muy tiquismiquis a la hora de sacar punta a cualquier obra de ficción (nos gusta mucho) y con la escena de Aragorn lanzando a Gimli a un ejercito de orcos hay mucha carne que cortar. “¡Nadie lanza a un enano!”... Menos el heredero de Isildur, que requirió de una fuerza inhumana para hacerlo. ¿O tal vez no? ¿Podríamos nosotros, seres humanos normales y molientes, cargar con el enano gruñón y lanzarlo contra las tropas enemigas como un saco de patatas? A Gimli no le gustaría nada, pero seguramente daríamos lo que fuera por verlo. Legolas el que más.

“Nobody tosses a dwarf!”

En la segunda entrega de la trilogía tenemos al trío formado por el dunedain Aragorn (Viggo Mortensen), el elfo Legolas (Orlando Bloom) y el enano Gimli (John Rhys-Davies) en la fortaleza del Abismo de Helm, combatiendo hordas de orcos. En cierto punto del combate, Gimli y Aragorn están cerca de la rampa de acceso a la fortaleza, aunque hay un problema. No pueden llegar hasta ellos porque un abismo les separa, una gran distancia que él mismo admite que no puede saltar. A pesar de su orgullo, le pide a Aragorn que lo lance para poder liberar el acecho de las tropas de Saruman con la única condición de que su compañero de armas y amigo elfo Legolas no se entere. Aragorn se lo asegura, le coge, y le lanza. Ahora empieza el análisis.

Aquí entran las estimaciones y los cálculos donde nos pondríamos a suponer que Gimli realiza un tiro parabólico asumiendo la velocidad y el tiempo que tarda en hacer el recorrido. Lo maravilloso es que, a veces, estas ideas de bombero que suelen ser cálculos de servilleta muy divertidos, ya las ha hecho otra persona antes. En este estudio de 2016 se analiza el vuelo del enano considerando los siguientes datos conocidos: Gimli mide 1,37 m y pesa 99,8 kg sin tener en cuenta el equipamiento que lleva. Usando armas y armaduras medievales, su pesada cota de malla pesaría en torno a 25 kg, su casco 3 kg y su gran hacha de guerra otros 3 kg, haciendo que su peso total sea de aproximadamente 131 kg. Para que os hagáis una idea, hemos citado a Arnold Schwarzenegger al principio del artículo, conocido actor y culturista que, en su momento más álgido, tenía un cuerpo musculado y escultural… de 107 kg. Gimli, midiendo mucho menos, pesaría más que él.

Aquí hay un pequeño problema, el mundo de la tierra media es ficción (más o menos). Hay criaturas fantásticas, reinos de estilo medieval regidos por reyes poseídos por un ente malvado y un anillo que los gobierna a todos. Todo eso mola, pero a la hora de buscarle el sentido a estos cálculos hay que asumir algo muy necesario, que la gravedad es la misma que la de la Tierra. Que en caída libre, cada segundo que pasa, tu cuerpo aumenta su velocidad 36 km/h. Con estos datos ya se puede proceder al cálculo y obtenemos que Aragorn es un absoluto animal; ya que puede lanzar a Gimli, un enano de 131 kg de peso, a una velocidad de 30 km/h a una distancia de casi 5 metros. 

Esquema de lanzamiento de Gimli de una plataforma a otra. Fuente: Nobody tosses a Dwarf! – Modelling Gimli being tossed by Aragorn
Esquema de lanzamiento de Gimli de una plataforma a otra. Fuente: Nobody tosses a Dwarf! – Modelling Gimli being tossed by Aragorn
Robbie Roe. The Centre for Interdisciplinary Science, University of Leicester

Para equipararlo a la realidad vamos a tomar como ejemplo a los lanzadores olímpicos de peso, que lanzan una bola de acero macizo de 7,26 kgs. El récord a fecha de publicación de este artículo lo tiene Ryan Crouser de EE UU, lanzándolo a 23,56 m de distancia. Observando su lanzamiento en este vídeo, la duración del vuelo del peso es de 1,75 segundos, determinando así que Ryan lo lanzó idealmente a una velocidad de 68 km/h a un ángulo de 45 º respecto del suelo. Suponiendo el mismo tiempo de reacción que tiene Aragorn para lanzar a Gimli en el film, unos 0,4 segundos, Crouser ejercería una fuerza en la bola de unos 345,6 N, mientras que Aragorn lo impulsa con 2727 N, casi 8 veces más fuerza que el lanzador de peso americano.

Por un momento igual pensábamos que podíamos lanzar a un enano de la Tierra Media a un ejército de orcos fácilmente, pero nos da que va a ser complicado. Ni un lanzador de peso olímpico puede tener la fuerza que Aragorn dispone (para sorpresa de nadie), pero nuestra labor de proporcionar un dato curioso e inútil ha concluido. Ahora, cada vez que estéis viendo la película Las Dos Torres y Gimli sea catapultado a las tropas enemigas, podréis decir “¿Sabéis que en realidad haría falta diez veces la fuerza de un lanzador olímpico de peso para que Aragorn pueda tirar a Gimli así?”. Todo el mundo asentiría y pasarían de ti. Tú te sentirías realizado hasta el siguiente aporte inútil. Ya estaría, misión cumplida.

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