Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Tatiana y Leticia

Una empleada de la limpieza en el inmueble en el que han detenido a un hombre como presunto autor del apuñalamiento de su expareja y su hija en Carabanchel
Una empleada de la limpieza en el inmueble en el que un hombre presuntamente asesinó a su mujer y a su hija en Carabanchel
EFE
Una empleada de la limpieza en el inmueble en el que han detenido a un hombre como presunto autor del apuñalamiento de su expareja y su hija en Carabanchel

Tatiana murió cosida a cuchilladas, pidiendo ayuda no para ella, sino para su hija, que estaba en el piso con su expareja, el hombre que la había atacado hasta matarla. Leticia murió por las heridas gravísimas que le provocó su marido, un capitán del ejército. El sábado la asfixió delante de sus dos hijos pequeños, de 2 y 3 años. Él mismo llamó a los servicios de emergencia, contando lo que había pasado. Sin atender a su mujer, que todavía estaba con un hilo de vida tendida en el suelo. Leticia era enfermera, y fueron sus compañeros los que intentaron sacarla adelante desde que ingresó en el hospital, sin conseguirlo.

Tatiana había denunciado. Una vez, aquella en la que la paliza que le dio su expareja fue tan brutal que se armó de valor para contar lo que estaba viviendo. Después, no tuvo las fuerzas ni el coraje para continuar con esa denuncia, pero no por eso dejaron de acompañarla. Entró en el programa VioGén, como víctima de alto riesgo, porque sabían que Tatiana corría peligro.

Llegó el juicio, el juez absolvió al maltratador de Tatiana, al que era el padre de su hija. Tatiana no pudo corroborar su testimonio durante el juicio, no pudo contar aquella paliza, una de tantas, no pudo, porque tenía miedo. Pero no por eso dejaron de apoyarla desde el programa VioGén. Le dieron protección incluso después de que el juez dijera que no había pruebas ni testigos ni forma de corroborar que ese hombre era un maltratador... Después, no tuvieron más remedio que retirársela. No había denuncias ni condena.

Hace unos días pude compartir unas jornadas de concienciación con agentes de la Guardia Civil, Policía Nacional y Policía Municipal especializados en casos de violencia machista. Contaban lo difícil que es para una mujer que sufre palizas o violencia (da igual si psíquica, psicológica o sexual) llegar hasta la comisaría o el cuartelillo y contar lo que está viviendo. Lo saben y por eso repetían una palabra: desde el primer momento "la acompañamos". Cuando está sentada en esa silla contando su infierno, desnudando su intimidad y contando las humillaciones que sufre de alguien que una vez le dijo que la quería. La acompañan después, cuando tiene que volver a casa, cuando tiene que enfrentarse al momento en el que su maltratador es detenido. La acompañan en cada paso, incluso cuando retrocede, como hizo Tatiana, cuando por miedo, por inseguridad, por sentirse atrapada en esa relación, decide no seguir adelante con esa denuncia.

Agentes de la Guardia Civil, Policía Nacional y Policía Municipal contaban lo difícil que es para una mujer que sufre palizas o violencia llegar hasta la comisaría o el cuartelillo y contar lo que está viviendo

Hubo una frase de la comisaria jefe que me impactó. Era un mensaje a todas esas mujeres: "Él no va a cambiar". Y ellos, los agentes que saben cómo acompañar a las víctimas, sí que estarán ahí, para ayudarlas. En el caso de Tatiana algo falló, es evidente. En el de Leticia, también. Cada vez que una mujer muere asesinada por ese hombre que decía quererla, algo falla. Y no es solo culpa de instituciones, agentes, asociaciones, víctimas y jueces. La culpa nos abarca a todos. Las víctimas necesitan una sociedad valiente que haga frente a esto.

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