Con solo 2,7 millones de habitantes y una superficie poco más grande que la de Asturias, Qatar se ha convertido en uno de los principales actores en el siempre complicado tablero geopolítico de Oriente Medio. Su papel como mediador internacional se ha consolidado al propiciar la tregua alcanzada entre Israel y Hamás, que permitirá la liberación de rehenes israelís y presos palestinos, pero ya era reconocido antes de que estallara la guerra en Gaza por haber ejercido de interlocutor en numerosos conflictos.
"En los últimos años, Qatar ha hecho un gran esfuerzo para posicionarse como un país con capacidad de mediación e interlocución, lo hemos visto en su papel en organismos internacionales y en su acción diplomática", explica José María Peredo, catedrático de Política Internacional de la Universidad Europea, quien subraya que el emirato ha sabido establecerse como puente entre el mundo occidental y árabe: "Tiene una buena relación con los movimientos palestinos, entre ellos Hamás, y está comprometido con sus reclamaciones territoriales, pero a la vez mantiene relaciones comerciales con Israel y Occidente. Eso le permite reunir perfiles muy distintos para ejercer como mediador".
"Qatar siempre ha mantenido una comunicación abierta con determinados grupos que pueden ser calificados como no integrados en la comunidad internacional, como los talibanes, Hamás o Estado Islámico", incide Francisco Láuzara, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nebrija. "En Darfur o Eritrea la mediación de Qatar ha sido clave porque tiene esa capacidad de poder hablar con todos y pocos actores internacionales tienen esa posibilidad a día de hoy", añade.
Fundamental fue la intervención del gobierno qatarí en el histórico acuerdo de paz alcanzado entre Estados Unidos y los talibanes, sellado en Doha el 29 de febrero de 2020, que posibilitó la retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán después de 20 años en el país y la posterior reimplantación del régimen talibán, aunque ahora con el compromiso adquirido de combatir el terrorismo.
Asimismo, la mediación de Qatar ha permitido la liberación de no pocos rehenes secuestrados por Estado Islámico en Siria e Irak y también ha mediado con Vladimir Putin para que Moscú accediera el pasado octubre a devolver a Ucrania a niños que fueron trasladados forzosamente a territorio ruso al inicio de la invasión. Sudán, Chad, Libia o la región del cuerno de África son otros conflictos en los que Qatar ha intervenido activamente en los últimos años. Además, la monarquía qatarí ejerce un importante rol en las conversaciones entre EEUU e Irán al mantener buena sintonía con ambos países.
Un mediador con músculo económico
No hay duda de que el músculo financiero de Qatar, con una de las mayores reservas de gas del mundo y una altísima renta per cápita, ayuda a propagar su imagen de mediador internacional. Sus generosas aportaciones en conferencias de donantes y la organización de eventos deportivos como el pasado Mundial de fútbol o grandes premios de Fórmula 1 y MotoGP son siempre buenas cartas de presentación y Peredo destaca también "el papel de la televisión Al Jazzera, la cadena de noticias fundamental en los países árabes", que es propiedad del gobierno qatarí.
"El actual emir de Qatar, Tamim Al Thani, y anteriormente su padre, Hamad Al Thani, han sabido emplear de manera inteligente el dinero procedente del gas y de los recursos energéticos para sacarle partido y conseguir un rol a nivel global que va mucho más allá de la importancia histórica y cultural o simplemente del tamaño de su país, sobre todo teniendo unos vecinos regionales tan relevantes como Arabia Saudí o Egipto", destaca Láuzara.
Otra de las claves que han permitido a Qatar erigirse como mediador internacional es que cuenta con el beneplácito de Estados Unidos, que mantiene su mayor despliegue militar de todo Oriente Medio en el pequeño emirato pérsico, concretamente en la base aérea de Al Udeid, que alberga a 13.000 efectivos del ejército norteamericano y bombarderos B-52 con capacidad nuclear.
La buena relación entre ambos países se remonta a la Guerra del Golfo, cuando la monarquía qatarí permitió a EEUU usar su territorio como base para atacar a Irak en la ofensiva aliada para la liberación de Kuwait. Terminada la guerra, la alianza se reforzó con un acuerdo de cooperación en materia de Defensa firmado en 1992 y que se ha ido renovando con el paso de los años.
"La relación de EEUU con Qatar ha tenido sus altibajos, pero ha sido continúa en el tiempo", afirma Láuzara, quien recuerda el papel clave que tuvo en Afganistán: "La salida de Afganistán fue gestionada por la administración estadounidense de forma muy precipitada y nefasta, pero gracias a la intermediación de Qatar, EEUU pudo salvaguardar algunos de sus intereses cuando no había comunicación posible con los talibanes".
Pero ese auge de Qatar como mediador internacional y su relación con grupos al margen de la comunidad internacional también le ha costado enemistades, especialmente con sus vecinos, tal y como señala el profesor de la Nebrija: "Qatar ha sufrido las consecuencias de su relación privilegiada con determinados grupos y partidos islamistas. Se le ha vinculado con el ascenso de Hermanos Musulmanes, en Egipto, o Ennahda, en Túnez, y ese apoyo a movimientos que se rebelaron en las Primaveras Árabes fue visto como peligroso por las monarquías del Golfo porque podía desestabilizar sus propios estados y la región".
Y ese recelo se materializó en 2017 con un embargo comercial contra Qatar, liderado por Arabia Saudí y secundado por Emiratos, Bahréin y Egipto: "En 2017 fue bloqueado por tierra, mar y aire por sus vecinos y, sin embargo, aguanto el tirón, pudo sobreponerse y se reveló como un estado mucho más fuerte de lo que se pensaba a priori, lo que también contribuyó a reforzar su papel de interlocutor internacional".
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