Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

La mano de Qatar

Dos soldados israelíes, en plena operación para liberar Gaza de Hamás.
Dos soldados israelíes, en plena operación para liberar Gaza de Hamás.
AP
Dos soldados israelíes, en plena operación para liberar Gaza de Hamás.

En diplomacia, uno de los ejercicios más sofisticados es el de jugar con dos barajas. Se define esta práctica como la de manejar a un tiempo dos actitudes o comportamientos distintos o incluso opuestos. En política internacional es una táctica frecuente que requiere de destreza para no parecer hipócrita o que se vea el plumero. Los terribles acontecimientos a que asistimos desde el pasado 7 de octubre en que Hamás lanzó su brutal ataque contra Israel han obligado a retratarse a todos los gobiernos del mundo, la mayoría de los cuales condenan la acción de la milicia palestina, reprochando a un tiempo la inhumana reacción contra los gazatíes.

Nadie, ni siquiera Estados Unidos, el gran protector del Estado de Israel, se muestra capaz de influir en el Gobierno ultra de Tel Aviv para frenar el exterminio indiscriminado a que el Ejecutivo de Netanyahu está sometiendo a esa población mayoritariamente formada por niños y adolescentes. Hay, sin embargo, un pequeño país del Golfo Pérsico que parece tener mayor influencia que ningún otro para mediar en este conflicto y, si no resolver, al menos aliviar sus terribles consecuencias. Ese país no es otro que Qatar, un estado de apenas tres millones de habitantes, pero con un enorme poder de interlocución en Oriente Medio que se ha ganado poniéndole una vela a Dios y otra al diablo.

La monarquía absoluta que rige los destinos de este minúsculo estado ha logrado la cuadratura diplomática del círculo al mantener unas excelentes relaciones con Occidente al tiempo que lo hace con Irán, Rusia o China. Qatar no solo alberga en su territorio a la dirección política de Hamás, donde incluso tienen su sede oficial, sino que ha sido su principal soporte económico. El Gobierno de Doha inyectaba anualmente cientos de millones de dólares para sufragar la infraestructura administrativa de esa milicia en Gaza calificada por Londres y Washington como organización terrorista.

En su territorio han encontrado refugio, además, quienes abandonaron Al Qaeda o el ISIS. Esto acontece mientras a solo 30 kilómetros de la capital catarí opera la mayor y más sofisticada base norteamericana en Oriente Medio por lo que está considerado como un aliado estratégico de la OTAN. En esas instalaciones de Al Udeid hay destacados cerca de 10.000 efectivos militares estadounidenses y un centenar de aviones de combate y transporte.

Ni Arabia Saudí ni Egipto ni los Emiratos Árabes mantienen relaciones diplomáticas con Qatar, pero ello no le resta influencia entre los países del Golfo, y su cadena de televisión Al Yasira es la de mayor audiencia en todo el mundo árabe. A pesar de que Doha tampoco tiene relaciones formales con Israel, los canales secundarios con Tel Aviv son tan fluidos que fueron los primeros en lograr la liberación de rehenes secuestrados por Hamás y los funcionarios cataríes están considerados como el mejor instrumento negociador.

Un vector fundamental de su posición privilegiada en el ámbito diplomático es el potencial económico del que goza gracias a sus recursos naturales. Baste decir que, a pesar de su reducido tamaño, Qatar es el primer exportador de gas licuado del mundo, lo que, en la situación actual del mercado energético, da idea de lo que su mano mueve.

La monarquía catarí se ha esforzado mucho por ampliar su prestigio político, económico y diplomático en la escena internacional y ahora tiene la oportunidad histórica de poner en valor su extraordinaria capacidad de interlocución. Si lograra la liberación de los rehenes y detener tanto horror en Gaza, su reputación ganaría más enteros que con el mundial de fútbol.

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