Claves COP28: El fondo de auxilio a países vulnerables por catástrofes climáticas podría derivar en una tasa a las energéticas

Socorristas y familiares sentados frente a edificios derrumbados tras las recientes inundaciones causadas por la tormenta mediterránea Daniel, en Derna, Libia.
Efectos catastróficos de la tormenta mediterránea Daniel en Libia.
LA PRESSE
Socorristas y familiares sentados frente a edificios derrumbados tras las recientes inundaciones causadas por la tormenta mediterránea Daniel, en Derna, Libia.

Si el calentamiento global es una realidad que seguirá avanzando inexorablemente a menos que se tomen medidas y obliga ya a todos a adaptarse a convivir con sequías y frecuentes olas de calor, la tercera pata del cambio climático es que provoca catástrofes más puntuales y más devastadores, mucho más acusadas en los países vulnerables, con menos recursos para reponerse de ellas. Ante esta realidad, en la COP28 se verá si los países son capaces de pactar la puesta en marcha de un fondo internacional de "pérdidas y daños" para socorrer ante este tipo de catástrofes a los países con menos medios para hacerles frente. Expresar la voluntad de crear este fondo fue el éxito de la COP27. En esta ocasión, de lo que se trata es de cerrar qué forma tendrá y, sobre todo, quién debe contribuir. China llega advirtiendo de que no lo hará y, como alternativa, bloques como la UE plantean un impuesto internacional a las compañías que más contaminan, como petroleras, gasistas o incluso de aviación.

Este es el capítulo de  "pérdidas y daños" por el cambio climático, uno de los tres principales puntos principales de la agenda de la COP28. Los otros dos son la "mitigación", es decir, la lucha directa contra el calentamiento de la atmósfera y por reducir la emisión de gases de efecto invernadero, y la "adaptación", donde los países vulnerables exigen a los industrializados que cumplan y después que incluso doblen los fondos para ayudarles a convivir con los efectos del calentamiento global, como sequías u olas de calor.

La COP28 debería determinar cómo es el fondo y quiénes deben contribuir a él para poder salir al auxilio de los países más vulnerables cuando les sobreviene una catástrofe como las inundaciones que dejó en Libia la Dana del pasado mes de septiembre. Las lluvias fueron también muy fuertes en Europa, pero sus países tenían recursos para afrontar la situación. El país norafricano, no.

Reclamación africana

El Fondo de Pérdidas y Daños es una de las exigencias por las que el G77 -que aúna a China con economías todavía en desarrollo, los países menos desarrollados del mundo y a una buena cantidad de naciones africanas, cada vez más influyentes en las COP- se muestra más inflexible y por la que el año pasado en Egipto se apuntó un gran tanto. A pesar de la resistencia de la UE o de Estados Unidos, en la Cumbre del Clima de 2022 lograron introducir este tema por primera vez en la agenda, con un compromiso genérico para crear un fondo que debería concretarse este año en Dubái.

Entonces, se emplazó que de cara a la COP28, los países fueran diseñando el instrumento financiero y también una lista de países contribuyentes al mismo. Todo esto debería cerrarse a lo largo de los quince días que durará la Cumbre del Clima de Dubái que empieza este jueves y donde se espera que, como el año pasado, el G77 y, dentro de él, los países africanos, hagan valer su influencia para avanzar en su puesta en marcha.

Un mínimo de 150.000 millones

En cuanto a la forma y después de hasta cinco reuniones preparatorias, los países llegan a Dubái con un borrador que contempla un punto medio de carácter transitorio entre lo que pedían los más vulnerables y los industrializados. No será un fondo de nueva creación como querían los primeros que dependa directamente de la ONU y donde diferentes países del mundo formarían parte de su consejo de administración. Tampoco quedará encajado definitivamente  en el Banco Mundial (BM), donde la UE y Estados Unidos tienen un mayor peso, porque también son los mayores donantes. También se acordó que las contribuciones que se hagan deberían ser como mínimo de 150.000 millones de dólares al año.

La solución transitoria es que el fondo esté dentro del BM de forma temporal, durante cinco años como mucho, mientras se crea otro. La excusa que han puesto Estados Unidos y la UE para no dar su brazo a torcer de momento y crear un instrumento totalmente nuevo como quieren los países vulnerables es que es importante que empiece a estar operativo ya.

Impuesto internacional

Este acuerdo provisional tendrá que cerrarse definitivamente en la COP28, donde más complicado será previsiblemente llegar a un consenso sobre quién tiene que contribuir financieramente para salir en auxilio de los países más vulnerables ante las catástrofes que provoca el cambio climático.

El principio parece estar claro, pero las interpretaciones son diversas. Durante muchos años, países en desarrollo y activistas, con el acuerdo de algunos industrializados también, consideraban que lo justo es que los países más desarrollados y que son los principales emisores de gases de efecto invernadero -gracias a una actividad industrial que precisamente está en la base de su mayor nivel económico- deben contribuir al fondo de "pérdidas y daños" porque ellos son los responsables en mayor medida del cambio climático que tiene consecuencias devastadoras en los países más vulnerables.

La UE comparte este principio de que "quien contamina paga", pero intenta ampliar la responsabilidad a todos los contaminantes, no solo países, sino sectores económicos y en concreto a compañías energéticas como petroleras o gasistas. 

Los Veintisiete así lo dejaron por escrito el mes pasado, cuando aprobaron su posición común para la COP28 en el que apostaron por que países y organismos internacionales y bancos de desarrollo incrementen sus contribuciones pero también, por identificar "fuentes de financiación nuevas e innovadoras, en particular del sector de los combustibles fósiles". Según Climate Analytics, entre 1985 y 2018, las 25 empresas fósiles más contaminantes causaron un daño climático estimado de 20.000 millones de dólares (18.200 millones de dólares) y obtuvieron 30.000 millones de dólares (.27.300 millones de euros) de beneficios.

Unos días después, la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, que acudirá a la COP28 también en tanto que presidenta semestral del Consejo de Medio Ambiente de la UE, abundó en la idea de crear "impuestos o tasas internacionales", bajo el principio de que "quien contamina paga". En una comparecencia ante el Parlamento Europeo, explicó que la UE quiere "abrir el debate formalmente" acerca de que las compañías gasistas y petroleras "no solo dediquen beneficios a transformar los servicio de energía", sino que "también financien en parte generar desarrollo climático". Unos días después, durante una reunión preparatoria en Dubái, reclamó "movilizar los recursos financieros para asegurar que todos los flujos financieros van siendo compatibles con la seguridad climática".

La UE quiere abrir la financiación de las pérdidas y daños a la contribución privada quizá también ante la negativa de China de poner de su parte, a pesar de que hoy es una de las grandes potencias mundiales ,y de las más contaminantes, y no un simple país en desarrollo como era cuando se creó el G77. También se resisten otros países altamente contaminantes, como los del Golfo Pérsico, entre ellos Emiratos Árabes Unidos, anfitrión de la Cumbre del Clima de este año.

Recaudación nacional

La idea tiene que convivir también con la oposición cerrada de la industria de los combustibles fósiles, que Greenpeace y otras organizaciones ecologistas denuncian que tienen cada vez más influencia, porque van incluso dentro de las delegaciones nacionales de la COP. También de Estados Unidos, que recientemente volvió a ponerse de perfil sobre esta cuestión. En la votación que acordó el acuerdo previo de alojar el fondo provisionalmente en el BM, el representante de Estados Unidos salió de la sala para o tener que emitir su voto.

Antes de que empiece la COP28, Francia, Kenia o Barbados han trabajado en conjunto y se espera que durante la reunión pongan en marcha un grupo de trabajo sobre fuentes innovadoras de financiación, entre ellas, instrumentos impositivos internacionales que, además de a las compañías energéticas, podrían tasar a las transacciones financieras -bebiendo de la famosa tasa Tobin- o a operadores de viajes. Gina Mccarthy, antigua negociadora en las Cumbres del Clima en la delegación de Estados Unidos, calculaba hace unos días que se podría llegar a un compromiso para financiar 60.000 millones.

Sin embargo, Greenpeace mira la posibilidad de fijar una cantidad concreta con escepticismo. "En estas cumbres es muy difícil aprobar cifras, pero sí decir un impuesto global mínimo que contribuya a estos fondos" para Pérdidas y Daños. La opción que, a ojos de esta organización aparecería como más posible, sería un impuesto global sobre determinadas actividades pero que recaude cada país, de modo que cada uno pueda ser más o menos rígido.

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