Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Miss Universo se autodestruirá en tres, dos…

Candidatas durante la ceremonia de coronación de la nueva Miss Universe 2023 en San Salvador (El Salvador).
Candidatas durante la ceremonia de coronación de la nueva Miss Universe 2023 en San Salvador (El Salvador).
EFE
Candidatas durante la ceremonia de coronación de la nueva Miss Universe 2023 en San Salvador (El Salvador).

Este pasado fin de semana ha tenido lugar en El Salvador esa feria de ganado humano que recibe el nombre de Miss Universo, como si se diera por sentado que en otras galaxias, en recónditas estrellas a años luz de aquí no existe nadie más bella que las habitantes de La Tierra, ahora llamada “el planeta”. Mientras esperamos a que las guapas alienígenas del borde exterior vengan a reclamar su corona, podemos hacer algunas reflexiones sobre un concurso que es un reflejo de cómo avanza la sociedad y de cómo, a veces, la contradicción y la lucha contra lo elemental, son nuestros principales atributos.

El concurso nació en 1950 en Estados Unidos y viene reflejando los avances y retrocesos sociales del mundo en sus normas y en su devenir. En los años sesenta fue propiedad de la CBS. En los setenta empezó a salir del país de origen y tuvo una ganadora de raza negra. En los ochenta hubo señales de aburrimiento y se luchó contra ellas conquistando Asia e incorporando concursos infantiles de belleza. Qué cosas.

En los años noventa, la Perestroika propició la participación de la primera ciudadana rusa. El empresario Donald Trump compró la empresa que organiza el concurso y en la siguiente década tuvo la prerrogativa de elegir a varias cuartofinalistas. Qué gran hito. La llegada del Covid supuso un frenazo en el desarrollo del concurso y, aprovechando quizá las vacas flacas, la empresaria transexual tailandesa Anne Jakkaphong compró los derechos del festival.

Este fin de semana hemos podido ver las novedades del concurso con algunas participantes trans que, aunque han recibido mucha publicidad, no suponen algo nuevo, algunas candidatas que son madres y una candidata de Nepal generosa de carnes, fuera del molde universalmente admitido para este tipo de belleza. Los periódicos de El Salvador han echado humo. Bukele se ha hecho foto con la candidata Nepalí y se han escuchado voces en contra que se han utilizado rápidamente, gracias al petróleo de la victimización, como combustible argumental.

No todo el mundo puede ser Miss Universo como no todos podemos ser pilotos de Fórmula Uno, cirujanos, habilitados de clases pasivas o apicultores

“La belleza no tiene un único molde, cada mujer es guapa tal y como es”. Esta es la falacia que ha puesto como cebo el festival en boca de la candidata Nepalí. Es verdad que todo el mundo tiene su belleza y que el interior del ser humano guarda sorpresas impresionantes, pero un concurso de belleza como este no puede intentar vendernos la patraña de la inclusión y la diversidad en mitad de una feria de ganado de mujeres flacas, sonrientes y con un discurso intrascendente.

No todo el mundo puede ser Miss Universo como no todos podemos ser pilotos de Fórmula Uno, cirujanos, habilitados de clases pasivas o apicultores. Esto, que parece tan evidente, empieza a convertirse ya en una afirmación políticamente incorrecta y con un grupo de defensores de un nivel de idiotismo medio alto. El traje nuevo del emperador y la palabra “fobo” al final del adjetivo hacen el resto del trabajo y les dan argumentos para seguir edificando sus castillos de cartas en primera línea de playa.

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