Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Dinamita pa' los pollos

Manifestación en Ferraz contra la amnistía.
Manifestación en Ferraz contra la amnistía.
EFE / Rodrigo Jiménez
Manifestación en Ferraz contra la amnistía.

Según la RAE, nostalgia es la tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida. Por eso me resulta tan complicado entender la nostalgia por un pasado oscuro, constreñido, sangriento y nada dichoso. Y, sobre todo, me parece incomprensible tener nostalgia, de lo que algunos ni siquiera han vivido.

En estos días de ruptura social, me pregunto por qué el pasado más rancio y execrable ocupa tanto espacio en las calles, en las bocas, en los medios, en las pancartas y, sobre todo, en el discurso de esos que deberían ser responsables de la paz social: la clase política. Palabras como dictadura, golpe de Estado, Franco, Reconquista o la vuelta a 1936 están más presentes que nunca.

A todos estos nostálgicos quiero recordarles algo, por si la memoria les falla. Si viviésemos en una dictadura hoy no podrían manifestar su opinión y desacuerdo en las calles, serían apresados. Homosexuales o cualquier persona que no se atuviese a los cánones dispuestos por el dictador, serían fusilados. Las mujeres no podríamos ejercer una profesión o siquiera abrir una cuenta bancaria, porque del tutelaje de nuestros padres pasaríamos al de nuestros maridos. Parir y limpiar la casa sería nuestro único destino. Los derechos laborales no serían defendidos por nadie porque no existirían los sindicatos, aquellos que lucharon por la jornada de ocho horas, convirtiendo a España en pionera en toda Europa.

Dejen de pronunciar palabras tan gruesas, de vaciarlas de contenido y rellenarlas de dinamita social desde las tribunas porque las palabras no son ignífugas, prenden como las mechas en las calles y, cuando explotan, no hay marcha atrás. El pasado más presente dinamitando nuestro futuro.

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