Núria Vilanova Presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI)
OPINIÓN

Carlos Slim, modelo para el empresario iberoamericano del siglo XXI

El rey entrega el premio Enrique V. Iglesias a Carlos Slim.
El rey entrega el IX premio Enrique V. Iglesias a Carlos Slim.
Casa de S.M. el Rey
El rey entrega el premio Enrique V. Iglesias a Carlos Slim.

Los retos y nuevos desafíos del siglo XXI implican la necesidad de forjar y apoyar a nuevos dirigentes políticos y sociales. También es un tiempo para adoptar una forma diferente de ser y comportarse como empresarios, de ser líderes empresariales. En CEAPI, tenemos muy claro que Carlos Slim Helú, a sus 83 años, encarna muy bien el espíritu, sana ambición y objetivos de los empresarios y emprendedores del nuevo milenio y constituye un modelo para el sector privado. Y es la razón que explica que fuera merecedor de nuestro ‘IX Premio Enrique V. Iglesias al desarrollo del Espacio Empresarial Iberoamericano’, que recibió hace unos días de manos del Rey Felipe VI.

Hay al menos cuatro pensamientos que manifiestan por qué Slim resume en su personalidad y en sus proyectos empresariales, en su manera sabia y humanista de enfocar los negocios, muchas de las características que deberían tener en cuenta los nuevos empresarios latinoamericanos para tener éxito en este siglo XXI.

En primer lugar, como el propio Slim aprendió de su padre, “el empresario es un creador y administrador temporal de la riqueza”. Hijo de un emigrante emprendedor, su vocación empresarial lo llevó por el camino de crear empresa, de generar riqueza y administrarla temporalmente. Así fundaría años después la inmobiliaria Carso, que dio origen a un Grupo Carso y que, junto a América Móvil, tienen presencia en 24 países a través principalmente de sus operaciones en las áreas de las telecomunicaciones y la construcción.

En segundo lugar, Slim no entiende su rol de empresario al margen de una gran responsabilidad y compromiso con la sociedad, el cuidado medioambiental y la preservación y defensa de los principios democráticos y de la libertad. El empresario actual debe buscar, como siempre ha sido, el beneficio económico para hacer viable sus empresas. Pero en este siglo eso solo no basta para ganarse el apoyo y el respeto de actores económicos como los mercados, y eso lo sabe bien el propio Slim: “La pobreza, la marginación y la ignorancia fueron siempre problemas éticos y de justicia social pero hoy son una necesidad económica por lo que la mejor inversión pública y privada es combatir a la pobreza e incorporar a la población marginada a la educación, salud y al empleo cada vez mejor remunerado”.

Slim enfoca su actividad empresarial acompañándola de un mensaje claro: contribuir al progreso de México, pero también de toda Iberoamérica, invirtiendo en salud, educación y generando empleo. Muestra de ello es la creación de las distintas fundaciones y programas permanentes englobados en Fundación Carlos Slim, que impulsa la formación y la conectividad y a través de los cuales se ofrece gratuitamente cursos en diversas áreas didácticas y capacitación para el trabajo.

El objetivo es dejar de lado las políticas clientelares y asistencialistas y sustituirlas por proyectos de largo plazo de carácter integral: “Mi proyecto de vida del pasado reciente y del futuro es tratar de buscar que haya mejor salud, mejor educación y mejor empleo en Latinoamérica. Estamos convencidos de que la pobreza no se combate con proyectos de caridad y asistencia. La única forma es con salud, educación y empleo. La mejor forma de enfrentar la pobreza es a través de inversión, educación, desarrollo y empleo. La caridad, los donativos, Santa Claus, alivian, pero sólo temporalmente".

Como muestra de su compromiso con el desarrollo humano, la Fundación Carlos Slim, durante la pandemia, impulsó la producción de la vacuna de Astra Zeneca para América Latina, estableció una Unidad Temporal COVID-19 que brindó atención gratuita a miles de pacientes con un porcentaje de recuperación de más del 93% y desarrolló dos aplicaciones para el monitoreo, prevención, seguimiento y cuidado de la población.

En tercer lugar, Slim destaca por su constante búsqueda de la innovación como herramienta para ser más eficaces, eficientes y productivos, para adaptarse al cambio liderándolo. Es “otro principio de mi papá el de que el dinero que sale de la empresa se evapora y, en efecto. es fundamental inversión y reinversión permanente en las empresas”. Esa apuesta por la tecnología es estratégica en esta coyuntura de cambio tecnológico y emergencia de la IV Revolución Industrial que para Slim “no es una época de cambios, es un verdadero cambio de época”.

Y en cuarto lugar, Slim es vivo ejemplo de que existe un “empresario iberoamericano” con intereses a ambos lados del Atlántico, un ámbito en el que las inversiones son ya bidireccionales y creadoras de un ‘Espacio Empresarial Iberoamericano’. En esa apuesta de Latinoamérica hacia España, Slim fue un pionero y un firme convencido de que se trata de una estrategia de largo plazo: es el principal accionista de la constructora Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) y posee el 75% del capital de la promotora inmobiliaria Realia, entre otros muchos activos, incluida su presencia como accionista de Prisa, editora del diario El País.

Se trata, si se me permite usar el adjetivo, de un convencido ‘iberoamericanista’, un aliado incansable que trabaja por la unión de toda la Comunidad Iberoamericana, sin diferenciar enclave geográfico. Slim aúna el sentirse orgullosamente mexicano e iberoamericano y no renuncia a la herencia cultural española ni pierde oportunidad de destacar su legado. “En el Siglo XVI se construyeron más de 300 conventos, la primera Universidad, el primer hospital de América, escuelas políglotas y se imprimieron más de 300 libros en los primeros 50 años”, enfatizó en sus palabras de agradecimiento tras recibir el premio ‘Enrique V. Iglesias’.

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