Núria Vilanova Presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI)
OPINIÓN

Las claves para convertir el español en el idioma del siglo XXI

Un joven chatea a través de su teléfono móvil.
Un joven chatea a través de su teléfono móvil.
Europa Press
Un joven chatea a través de su teléfono móvil.

Recientemente leía un artículo sobre cómo el Museo del Prado, una institución aparentemente tradicional, está logrando una renovada proyección mundial gracias a una innovadora apuesta por las nuevas tecnologías. Ha entrado en TikTok, ha conquistado al público más joven y ya es el museo más seguido en el mundo en esa red social.

Este ejemplo es un referente para otro de los patrimonios culturales que atesora Iberoamérica: el español, que por número de hablantes convierte a la Comunidad de Naciones Iberoamericanas en una potencia mundial en el terreno lingüístico (7,6% de la población mundial) y también económico. Para España, la lengua española representa en torno al 15% del PIB y del empleo, aportando 150.000 millones de euros.

Una lengua que se habla en todos los continentes (no como el chino), oficial en la ONU, segunda lengua materna para casi 500 millones de personas y tercera por número de hablantes (casi 600 millones), al ser la segunda más estudiada tras el inglés y la tercera más utilizada en Internet después del inglés y el chino.

Pese a este enorme potencial, la lengua española afronta algunos riesgos e incertidumbres a medio y largo plazo: el más evidente es el demográfico. El África francófona y lusófona vive en pleno crecimiento poblacional. Asimismo, tanto los gobiernos de Francia como el de Portugal han diseñado y financian estrategias muy ambiciosas de expansión de sus respectivos idiomas. Mientras, el bono demográfico de América Latina se ha estancado y el uso del español entre la creciente comunidad latina en EE UU tiene un techo (solo el 49% de los padres latinos hablan en español a sus hijos), por lo que no todos los hispanos son hispanohablantes.

Ante el riesgo de estancamiento en cuanto a la presencia mundial del español, la apuesta desde España y la Comunidad Iberoamericana no puede pasar solo por el factor demográfico: en la actualidad los países de habla hispana suponen el 6,16% de la población mundial, para 2050 esa cifra descenderá al 5,85%. La apuesta debe tener un carácter más integral con un triple objetivo. En primer lugar, es necesario apostar por la tecnología como forma de proyectarse mundialmente, conquistar espacios no explorados y ganar presencia internacional.

El objetivo, además, es transformar el español en un idioma del conocimiento y de la ciencia: no solo apoyando la publicación de trabajos académicos en español (no llega al 15% el porcentaje de los investigadores iberoamericanos que publica en español frente al 80% que lo hace en inglés) sino también ayudándose de las nuevas tecnologías para impulsar la enseñanza del idioma.

La idea central es que Inteligencia Artificial y la lengua española vayan unidas

Además, una parte del futuro del español se juega en el ámbito de la Inteligencia Artificial (IA) que, como señala Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, "es una transformación radical, solo comparable al cambio que hubo del paso de la cultura rural a la urbana". El reto se encuentra en que la mayoría de los sistemas de IA, en especial los relacionados con el procesamiento del lenguaje natural, son probados en inglés o en chino, desde donde se traducen perdiéndose una parte muy importante de la riqueza de la comunicación en español.

 Revertir esta situación requiere de políticas públicas integrales y estrategias de estado como el recientemente aprobado PERTE de la Nueva economía de la lengua, que cuenta con 1.100 millones de euros para maximizar el valor del español y las lenguas cooficiales en la transformación digital. La idea central es que Inteligencia Artificial y la lengua española vayan unidas para estar presente en el mundo digital.

En segundo lugar, resulta vital ‘latinoamericanizar’ el patrimonio de la lengua. El español tiene más de 130 millones de hablantes en México frente a 45 en España. Por lo tanto, España, en pie de igualdad con los países hispanohablantes de América Latina, está abocada a asumir el rol de potencia global en la producción en español e integrar ese objetivo en su política de poder suave (soft power). Como señalan Emilio Lamo de Espinosa y Ángel Badillo, "el futuro del español en el mundo es el futuro de Latinoamérica".

Y, en tercer lugar, la tecnología y una estrategia definida son palancas para ganar presencia en mercados emergentes, en especial China y la India, que por habitantes se convierten en un caladero de futuros hablantes del español.

Esos tres pilares son claves para conseguir que, como subrayara recientemente el rey Felipe VI en Cádiz en el reciente IX Congreso Internacional de la Lengua Española, "el XXI sea el siglo del español".

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