Chicago, años veinte: asesinas despechadas, el abogado salvador y una banda de jazz deslumbran sobre el escenario

Una escena del musical 'Chicago' en el Teatro Apolo de Madrid
Una escena del musical 'Chicago' en el Teatro Apolo de Madrid
SOM Produce
Una escena del musical 'Chicago' en el Teatro Apolo de Madrid

Madrid acoge de nuevo una producción de Chicago, uno de los musicales más atractivos y redondos de la historia, avalado por la fidelidad del público de Broadway que lleva 27 años siendo fiel a esta obra, manteniéndola en la cartelera de Nueva York. Lo primero que debemos celebrar con estas funciones del Teatro Apolo, es que estamos frente a una magnífica producción que proviene completamente de Estados Unidos, y llega hasta aquí con el equipo artístico original, como Gary Christ, responsable de recrear la coreografía, o su director musical, Rob Bowman.

Llama la atención una escenografía presidida por una orquesta de trece músicos, distribuida en forma de gradas, ocupando el centro del escenario, de modo que, aunque limita los números coreográficos, otorga un papel crucial a la partitura de John Kander y luce a los instrumentistas. La dirección del conjunto corre a cargo de Rob Bowman, vinculado a este musical desde 1997, que consigue trasladarnos el sabor original de esta música excepcional.

La década de los años veinte del pasado siglo en Chicago se inició con la aprobación de la Ley Seca. Como consecuencia de ello, las organizaciones mafiosas comenzaron a controlar el inevitable mercado negro del alcohol, que se distribuyó por canales clandestinos. Episodios tan conocidos como la famosa Matanza de San Valentín, en 1929, en la que Al Capone se impuso a los clanes que se disputaban el territorio, sucedieron en la ciudad Chicago. Ese ambiente violento y oscuro, propició la extensión de la vida nocturna, el sensacionalismo periodístico, la notoriedad de los procesos judiciales y el crimen como modo de resolver disputas de poca monta, en esta gran urbe, capital del Estado de Illinois. Una ciudad en la que todo se hacía a lo grande en aquella época: el dinero, las estafas, los asesinatos y las historias. Todo ello forma parte de Chicago.

Saludos de elenco completo tras el musical 'Chicago' en el Teatro Apolo de Madrid
Saludos del elenco completo tras el musical 'Chicago' en el Teatro Apolo de Madrid
Adolfo Ortega

En esa amalgama de entornos que vincula la cárcel, los juzgados y los night-club, se ambienta el musical Chicago, que se presentó en Broadway en junio del año 1975. Lo hizo en plena calle 46, con música de John Kander y un libreto firmado por Fred Ebb y ese genio llamado Bob Fosse, director de grandes páginas del musical cinematográfico como Cabaret, All That Jazz o Lenny. La mala fortuna para Chicago es que coincidió en cartel con A Chorus Line y eso eclipsó sus primeros pasos. Estuvo en cartel hasta agosto de 1977 y finalmente desapareció bajo la feroz competencia de musicales en la ciudad neoyorquina. Tuvieron que pasar casi 20 años hasta que se rescatara esta función en todo su esplendor, que aún sigue brillando.

El argumento está basado en una obra de teatro de 1926 escrita por la periodista Maurine Dallas Watkins. Un par de años antes había cubierto como reportera del diario Chicago Tribune los casos de Beulah Annan, condenada por homicidio de carácter pasional; y Belva Gaertner, un cantante de cabaret que dejó frito a su amante. No fueron los únicos casos de asesinas despechadas en aquellos años. Sus crónicas periodísticas alcanzaron una gran popularidad, razón por la cual se decidió a escribir una versión escenificada a partir de aquellos casos. Posteriormente, Wiliam Wellman rodó una comedia protagonizada por Ginger Rogers -francamente insoportable poniendo 'caritas'-, titulada como la protagonista de la historia, Roxie Hart (1942), que se anunciaba en los títulos de créditos "dedicada a todas las bellas mujeres del mundo que han acribillado a sus hombres por despecho".

Vestíbulo del Teatro Apolo de Madrid ambientado especialmente para las funciones de 'Chicago'
Vestíbulo del Teatro Apolo de Madrid ambientado especialmente para las funciones de 'Chicago'
Adolfo Ortega

La partitura está escrita en un estilo jazzístico -el primer número tras la obertura se titula All That Jazz-, con muchos aires de blues, temas casi todos en modo menor, con apuntes de ragtime. Un sabor profundo de años veinte atraviesa el musical completo, con ritmos propios del cabaret. Recordemos que Kander había estrenado en 1966 Cabaret, llevado al cine por Bob Fosse en 1976, también ambientada en los años veinte, aunque centrados en aquel Berlín que veía asomar la terrible sombra del nazismo. El ambiente de night-club, picante y descarado, viene potenciado por un vestuario lleno de transparencias sugerentes, tanto en el cuerpo de baile masculino como en el femenino, ligueros y piernas kilométricas.

La presentación de Roxie Hart como protagonista viene de la mano del tema Dulce Bombón (Funny Honey), un aire de blues que nos ofrece Silvia Álvarez, quien se hace cargo de este personaje. Ahí puede constatarse, de primeras, que la actriz domina su papel, aunque el momento más lucido para ella es el tema titulado Roxie, donde despliega talento teatral en un número donde comienza a soñar con su nueva vida tras lo que espera sea una victoria de la batalla judicial que la librará de la cárcel. Fantástica, Silvia Álvarez, consiguiendo la más destacable actuación de la función.

Silvia Álvarez protagoniza a Roxie Hart en el musical 'Chicago' en el Teatro Apolo
Silvia Álvarez protagoniza a Roxie Hart en el musical 'Chicago' en el Teatro Apolo
SOM Produce

Aquí conviene recordar que Liza Minnelli asumió el papel de Roxie Hart poco después del estreno, de manera temporal, en un momento de dificultad para la producción de 1976, cuando la estrella principal de la producción, Gwen Verdon -esposa de Bob Fosse-, tuvo que abandonar las funciones por enfermedad. Al parecer inspiró una pluma durante el espectáculo y eso le produjo una infección en las cuerdas vocales.

¿Quién podría sacar del apuro judicial a Roxie? La respuesta es Billy Flynn, el flamante abogado, un embaucador que no pierde un caso… siempre que se disponga de los $5000 de su minuta. Se dice que la ciudad de Chicago está repleta de mujeres a las que ha conseguido librar de la cárcel, y le vemos aparecer en Lo que importa es el amor (All I Care About), un tema de los más elegantes y extrovertidos del musical, con un punto humorístico al hacer su aparición en esmoquin, rodeado de chicas que le envuelven entre abanicos de plumas, cual 'vedette' del Folies Bergère. Su carácter nos recuerda que está más próximo al mundo del espectáculo que a dejarse las pestañas entre toneladas de legajos. Una sala de vistas judiciales también puede transformarse en un escenario donde Billy despliega sus dotes persuasivas ante un público variopinto (juez, jurado, ciudadanos, prensa,...), preparando la declaración de su defendida al milímetro para moldear la opinión de quienes han de dictar veredicto. La interpretación de Víctor González -alternante de Iván Labanda- es magnífica, pero habrá de tener cuidado con las plumas.

Silvia Álvarez, Víctor González y Ela Ruiz en el Teatro Apolo tras una representación de 'Chicago'
Silvia Álvarez, Víctor González y Ela Ruiz en el Teatro Apolo tras una representación de 'Chicago'
Adolfo Ortega

La función mantiene un pulso siempre alto, vibrante, con números brillantes bien rematados que van sucediéndose sin baches en la continuidad. El Tango de la prisión nos trae seis historias de otras tantas reclusas que bailan con descaro jugando con unas sillas -nuevamente una referencia al mundo del cabaret-. Entre las actuaciones solistas destacadas hay que citar a Inma Cuevas en Si cuidáis a Mama (When You're Good to Mama) una canción que requiere voz rotunda y llena de ritmo, donde conocemos a la auténtica matrona del penal. Razzle Dazzle (Deslúmbralos), es un tema con chasquido de dedos incluido, tan del gusto de Bob Fosse -recordemos un número maravilloso como este que interpretaba él mismo en My Sister Eileen (1955).  No podemos olvidar a un personaje como Amos Hart, el marido cornudo y despreciado por todos, el hombre insignificante del que nadie se acuerda, encarnado a la perfección por Alejandro Vera, con un momento musical fantástico como es la canción Míster Célofan. Tampoco faltan las cortinas doradas, los coros en el más clásico estilo del musical de Broadway y dúos estupendos como el que interpretan las dos protagonistas, Class, a cargo de Ela Ruiz y Silvia Álvarez, la melodía más bella de la obra sostenida por el piano, las cuerdas y el clarinete.

El Teatro Apolo, con ese techo a tremenda altura y sus amplias dimensiones de entresuelo y anfiteatro, es el lugar adecuado para el lucimiento de este musical que nos llega de la mano de Som Produce. Además, el Apolo ha ambientado para la ocasión su vestíbulo y demás espacios, con la intención de trasladarnos desde la Plaza Tirso de Molina al Chicago de los años veinte. Una antesala que nos sumerge en este mundo carcelario, de una ciudad que vivió una década convulsa y alocada a ritmo de jazz, flashes de fotógrafos y fogonazos de revólver.

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