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Costa, el líder 'absoluto' de los socialistas en Europa que sale por la vía rápida

Antonio Costa.
Antonio Costa.
Carlos Gámez
Antonio Costa.

Son tiempos inestables para Europa, exigentes, de esos en los que las mayorías absolutas se acabaron para casi todos. No había sido el caso para Antonio Costa, que en 2022 alcanzó una que las encuestas daban por imposible. Después de varios tumbos, el líder socialdemócrata consolidó su poder... hasta este martes: Costa ha presentado su dimisión como primer ministro luso después de que se abriera una investigación por corrupción, prevaricación y tráfico de influencias en la concesión de contratos energéticos. Llegaron incluso los agentes a registrar su casa, y además detuvieron a su jefe de gabinete, Diogo Lacerda Machado, y al alcalde de Sines. Además, João Galamba y Duarte Cordeiro, ministros de Acción Climática e Infraestructuras, están imputados.

En ese escenario, Costa ha pulsado el botón rojo: no será candidato de nuevo y antes entregó su bastón de mando al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa. Se acaba así el último reducto de la fuerza socialdemócrata en Europa, en época de pactos amplios y de situaciones polémicas. Era una de las almas de ese espacio político y de hecho estaba en muchas quinielas para ser el próximo presidente del Consejo Europeo tras las elecciones europeas de 2024. Eso ya no sucederá.

Solo unas horas ha tardado Costa en dimitir después de que se iniciase el terremoto político. "Fui sorprendido de que ya se ha instaurado contra mí una causa criminal, obviamente estoy totalmente disponible para colaborar con la Justicia en todo lo que entienda necesario para apurar toda la verdad sea de la materia que sea", aseguró, antes de asumir que este proceso "no es compatible" con el cargo de primer ministro. "No llevo en la conciencia el peso de cualquier acto ilícito o censurable, confío en la Justicia", añadió. Después, cerró su comparecencia anunciando que se retira de la vida política.

Si el final se firma ya, la historia de Costa es la de un socialista que resistió cuando su espacio apenas lo hacía, y de hecho sus resultados últimos fueron mejores que los de sus colegas también en el poder como Pedro Sánchez u Olaf Scholz. Solo en Malta Robert Abela le iguala, con una mayoría absoluta en un sistema eso sí puramente bipartidista. Con todo, Costa cuenta con una carrera política muy dilatada: en los noventa y principios de los 2000 fue ministro, en distintas etapas, de Asuntos Parlamentarios, de Justicia y de Asuntos de Interior en los Gobiernos de Antonio Guterres y de José Sócrates. Después, en 2007, dio el paso para ser alcalde de Lisboa, y estuvo en el cargo hasta 2015, año en el que su figura a nivel nacional se disparó con la formación de su primer Ejecutivo.

La geringonça llevó su firma. En 2015 el que era entonces primer ministro, Pedro Passos Coelho, rozó la mayoría absoluta y Costa se convirtió en una alternativa que rubricó un pacto con otros fuerzas de izquierda. Se le puso el nombre de la geringonça -chapuza, en portugués, de forma despectiva- y en un país castigado por la crisis y los recortes el Ejecutivo capitaneó una tanda de soluciones que convirtieron a Portugal en una referencia de gestión. Fue aquel un Gobierno pragmático, que aparcó diferencias y apostó por los impuestos bajos para atraer inversiones y turismo. La UE acabó hablando de "milagro portugués".

Estoy totalmente disponible para colaborar con la Justicia en todo lo que entienda necesario

Tal fue el éxito que los ciudadanos pidieron más de lo mismo en 2019, dejando a Costa a merced de un nuevo pacto. Así fue, pero las exigencias de los socios aumentaron porque así lo hizo también su fuerza parlamentaria; y ese gabinete, otrora adalid de la estabilidad, acabó saltando por los aires entre choques constantes, que se vieron de forma muy clara en la negociación de los Presupuestos. No aguantó el segundo Gobierno de coalición toda la legislatura, y Costa lo fio todo a unas elecciones anticipadas.

Y cuando su figura parecía agotada... mayoría absoluta, desafiando incluso a algunas encuestas que daban opciones reales a la derecha tradicional (el PSD). Una rara avis en tiempos de agitación política la de un Costa que tuvo en 2022 lo que no había logrado en 2015 ni en 2019. Dos escaños marcaron la diferencia el PS se quitó lo que para sus filas había sido una especie de lastre en los últimos tiempos; pero el Gobierno en solitario no evitó las polémicas desde el inicio de la legislatura. De hecho, la pasada primavera hubo un choque importante entre el primer ministro y el presidente Rebelo de Sousa después de que Costa decidiera mantener al ministro de Infraestructuras, implicado presuntamente en un caso de corrupción. "El país necesita estabilidad", dijo Rebelo. Esa estabilidad se ha terminado para Costa.

Pero en estos tiempos su figura se consolidó, con todo, a nivel de la Unión Europea, siendo uno de los líderes que más tiempo ha permanecido en el poder en los últimos años. Tanto es así que su nombre sonaba con fuerza para ser el reemplazo de Chales Michel al frente del Consejo Europeo. Ha sido Costa también una especie de padrino, casi de guardaespaldas, para Pedro Sánchez en los últimos tiempos, con una relación personal entre ambos muy fluida. Además, empujaron medidas a nivel comunitario como la ya conocida "excepción ibérica", con el objetivo de reducir el precio de la electricidad. Costa deja un legado tras ocho años, pero se va de manera exprés y con la sombra de la corrupción.

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