
Con el mando a distancia desde Waterloo, Carles Puigdemont sube la apuesta e impone sus tiempos. Como Pedro Sánchez estrechó el margen negociador al asegurar que volverá a la Moncloa, el fugado aprieta.
En este juego del ratón y el gato, se dirime algo tan serio como la ley de amnistía, que los líderes del PSOE rechazaban en bloque y de plano antes del 23-J, y cuya gestación, alcance y consecuencias preocupan mayoritariamente a la opinión pública.
El silencio (atronador) socialista, las presiones y los nervios conforman un inquietante camino a la investidura, ya en tiempo de descuento.
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