Carmen Amaya, la leyenda del flamenco que conquistó Hollywood y llegó a la Casa Blanca

Carmen Amaya, bailaora flamenca.
Carmen Amaya, bailaora flamenca.
TVE
Carmen Amaya, bailaora flamenca.

¡Cuanto poderío puede caber un cuerpo tan pequeño! Carmen, más conocida como La Capitana, fue la más grande bailaora de flamenco de todos los tiempos. Ella era gitana, nacida en torno a 1918 en Barcelona -no existen registros de su nacimiento-, y criada en las barracas de Somorrostro. 

A los cuatro años de edad, Carmen comenzó a bailar con su padre, Francisco Amaya, 'El chino', que tocaba la guitarra en las tabernas de su pueblo para ganarse la vida, sin saber que algún día su taconeo la llevaría a tocar lo más alto del cielo. 

Del Teatro Español a París

"De pronto un brinco. Y la gitanilla bailaba. Lo indescriptible. Alma. Alma pura. El sentimiento hecho carne. El “tablao” vibraba con inaudita brutalidad e increíble precisión. La Capitana era un producto bruto de la Naturaleza. Como todos los gitanos, ya debía haber nacido bailando. Era la antiescuela, la antiacademia. Todo cuanto sabía ya debía saberlo al nacer". Estas fueron las palabras que un periodista de El Mirador escribió para hablar de su manera de bailar cuando a penas comenzaba su carrera. Y aún no había arrancado su historia. 

Entre taberna y taberna, y algún que otro teatro sin prestigio, Carmen continuó poniendo toda su alma en los tablaos para, al acabar, recoger con su padre las monedas del suelo que la gente les lanzaba y volver a casa con algo de comer para ella y sus seis hermanos. Hasta que su suerte cambió. 

Carmen Amaya era una bailaora distinta: pequeña, estrecha de cuerpo, algo masculina
Carmen Amaya era una bailaora distinta: pequeña, estrecha de cuerpo, algo masculina
© Colita - Cortesía Libros del Silencio

Fue gracias a Josep Santpere, un actor y empresario teatral de larga trayectoria artística, que supo ver el enorme talento de la pequeña gitana y la llevó a debutar en el Teatro Español del Paralelo.

De ahí, saltó a París, al gran Teatro Palace, y cuando regresó, comenzó a recorrer toda la geografía española, y a trabajar en teatros de todo el país con grandes artistas de la época como Luisita Esteso, Conchita Piquer o Miguel de Molina. 

Su salto a la gran pantalla

Para cuando llegó la II República, Carmen ya era toda una referente en el panorama artístico nacional. Todo el mundo hablaba de ella, así que saltar de los tablaos al cine español fue casi inevitable. 

Comenzó haciendo apariciones espontáneas en algunas producciones, a la par que continuaba subiéndose en los escenarios con los más grandes del país hasta que protagonizó la película María de la O, de Francisco Elías. Meses después comenzó la Guerra y abandonó el país. Hollywood la esperaba. 

América Latina y la Casa Blanca

Huyendo de la guerra, Carmen Amaya llegó con su séquito -incluida su familia- a Buenos Aires, con la intención de pasar cuatro semanas, pero tras su actuación en el Teatro Maravillas, el país entero quedó colgado de su talento y acabó viviendo allí durante nueve meses, llenando los teatros con meses de antelación. 

De Argentina viajó a Uruguay, México y Cuba, y se subió en los más grandes escenarios de cada país, además de continuar rodando con directores de toda América Latina, hasta llegar a conocer a muchas de las personas más influyentes de su tiempo, incluido Roosevelt, el presidente de los Estados Unidos, que la invitó a bailar en una fiesta en Casa Blanca.

En total participó en 15 películas, tres de ellas nominadas a los Oscar de Hollywood, aunque su mayor éxito fue 'Los Tarantos', de 1962, un reencuentro con su barrio y su gente que supuso, además, la última gran actuación en la gran pantalla de La Capitana. 

Su última gira

A su regreso de Hollywood, en 1947, continúa bailando por Europa ante grandes personalidades como la reina Isabel II y el primer ministro Churchill, entre otros. "Es el granizo sobre los cristales, un grito de golondrina, el cigarro que fuma una mujer soñadora, una tormenta de aplausos. Cuando su gente llega a una ciudad, suprime la fealdad, la monotonía, la tristeza; cual vuelo de insectos devora las hojas de los árboles. Desde el ballet ruso de Serge Diaghilev no habíamos vuelto a encontrarnos este tipo de citas de amor en una sala de teatro", escribió sobre sus actuaciones el poeta Jean Cocteau. 

Foto de Carmen Amaya, realizada por Colita durante el rodaje de "Los tarantos"
Foto de Carmen Amaya, realizada por Colita durante el rodaje de "Los tarantos"
© Colita - Cortesía Libros del Silencio

"Andrés, terminamos". Esas fueron sus últimas palabras antes de parar la actuación y bajarse del escenario durante su gira nacional de verano, en Gandía, un ocho de agosto. El motivo: una enfermedad de los riñones que la llevaba bastante tiempo acompañando y que acabó con su vida. Sus últimos años de vida los pasó en una masía en Girona. Carmen Amaya dejó trozos de su alma en cada escenario y vivió para bailar todos los rincones de este mundo. 

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