Por qué debemos conocer la PBFD y la Psitacosis: así son dos de las enfermedades más peligrosas de nuestros loros

Dos loros conviviendo en el centro de Avetropic.
Dos loros conviviendo en el centro de Avetropic.
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Dos loros conviviendo en el centro de Avetropic.

Una parte importante del bienestar e nuestros animales de compañía es la salud. Da igual con qué especie convivamos, ya que todas están expuestas a ciertas enfermedades y problemas de los cuales debemos conocer, con el fin de identificar cualquiera de ellos con rapidez y evitar complicaciones.

No obstante, no siempre es fácil. Algunos animales, como por ejemplo los gatos, son expertos en camuflar los síntomas de cualquier enfermedad o dolencia. En otros casos, como el de los loros, los síntomas que muestran pueden deberse a diferentes enfermedades, lo que hace difícil su diagnóstico.

¿Has oído alguna vez hablar de la psitacosis o la enfermedad del pico y las plumas de los psitaciformes (conocida como PBFD por sus siglas en inglés)? Se trata de dos de las patologías más graves que pueden sufrir nuestros loros y a las que, aunque no son comunes, debemos prestar mucha atención.

Roger Valls, cofundador de la asociación Avetropic (cuya misión es salvaguardar el bienestar de las psitácidas que viven en condiciones de cautividad, nos cuenta más detalles sobre estas dos enfermedades y detalla algunos consejos sobre cómo identificarlas y prevenirlas.

Enfermedades con un índice de mortalidad muy alto

El motivo por el que la psitacosis o la PBFD son dos de las enfermedades más peligrosas que pueden contraer nuestros loros es porque son difíciles de diagnosticar, lo que provoca que el índice de mortalidad sea muy alto, al diagnosticarlas cuando ya es demasiado tarde.

En el caso de la PBFD, se trata de una enfermedad que, a pesar de su nombre, no solo afecta a loros, también a otros grupos de aves como las gallináceas. "Es producida por cuatro tipos de circovirus diferentes con sintomatologías muy variadas que, además, cambian según la especie, lo que la hace difícil de diagnosticar", expresa Valls.

"Se transmite por vía aérea (por inhalación de partículas), por lo que su contagio es muy fácil a través de restos de plumas, contacto con la piel o a través de las heces", explica el experto. "A esto, se le suma el hecho de que es un virus muy resistente, pudiendo vivir durante meses o incluso años".

La transmisión se da sobre todo cuando hay muchas aves juntas, como puede darse en los criaderos al mantenerlas en calor, por ejemplo

El especialista en psitácidas lamenta que además de muy contagioso, tiene una mortalidad muy alta en crías (que se pueden contagiar a través de los padres, antes de incluso nacer). "La transmisión se da sobre todo cuando hay muchas aves juntas, como puede darse en los criaderos al mantenerlas en calor, por ejemplo, es prácticamente inevitable que se produzca el contagio", añade.

"Por suerte, se trata de una enfermedad que es muy improbable que teniendo un grupo de aves aisladas se produzca el contagio de la misma", aclara el especialista en psitácidas. "No obstante, para evitar la entrada del patógeno en el entorno de nuestras aves, debemos tener cuidado en el momento de introducir un individuo nuevo, minimizando la exposición directa".

"Los agapornis son animales muy activos, súper inteligentes y sociales", explica el cofundador de Avetropic. "Deberíamos proporcionarles un grupo con el que convivir y, cuanto más amplio, complejo y maduro sea éste, mejor, además de ser mucho más beneficioso para el ave que tener uno o dos metidos en una jaula, como es típico de ver en España". Sin embargo, para mantener un grupo de unos seis agapornis, tenemos que tener también un espacio lo suficientemente amplio para que puedan desarrollar actividades como el forrajeo (búsqueda de comida), el vuelo o simplemente interactuar con el entorno.
Una pareja de agapornis.
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En este sentido, Valls explica que los test previos (aún no teniendo una fiabilidad del 100 por cien) y la cuarentena (tenerlo aislado del resto por un mes o mes y medio antes de juntarlo con los demás), son dos medidas de precaución que pueden evitar un posible contagio.

"Si igualmente el virus pasa las dos barreras (que aunque poco probable, puede pasar), también hay ciertas prácticas que podemos hacer para que la transmisión sea menos probable, como contar con una buena ventilación que evite la acumulación de partículas y una limpieza adecuada con desinfección", concluye el experto.

En el caso de la Psitacosis, se trata de una enfermedad de tipo respiratoria producida por una bacteria, la Chlamydia psittaci que además de a nuestros loros, puede afecta a otros animales como el ganado e incluso a los humanos.

"Se contagia bastante parecido al virus de la PBFD, a través de secreciones respiratorias y orales y por contacto directo, como puede ser si comen del mismo recipiente, por ejemplo", explica Valls. "La gravedad reside en que los síntomas son inespecíficos para el veterinario, quién fácilmente lo puede confundir con muchas otras enfermedades".

Debemos tener más cuidado con los restos orgánicos, manteniendo una buena rutina de limpieza y desinfección

Según el experto en psitácidas, "tiene una mortalidad del 50 por ciento en los casos detectados", aunque considera que seguramente sea una cifra más baja, debido a que "muchas veces no se llega a diagnosticar". "Por este motivo, es muy importante la prevención".

En este caso, Valls cuenta que no es un patógeno tan resistente como el la PBFD, ya que "no puede sobrevivir tanto tiempo fuera del cuerpo". "En este caso, debemos tener más cuidado con los restos orgánicos, manteniendo una buena rutina de limpieza y desinfección, lo que ayudará a evitar el contagio", concluye.

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