Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Gaza eclipsa a Ucrania

El presidente Joe Biden estrecha la mano del presidente ucraniano Volodimir Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el jueves 21 de septiembre de 2023.
El presidente Joe Biden estrecha la mano del presidente ucraniano Volodimir Zelenski en el despacho Oval de la Casa Blanca, el pasado mes de septiembre.
Evan Vucci / LA PRESSE
El presidente Joe Biden estrecha la mano del presidente ucraniano Volodimir Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el jueves 21 de septiembre de 2023.

El ataque de Hamás a Israel y su respuesta en la franja de Gaza le ha restado foco a la Guerra de Ucrania en un momento crucial. Zelenski regresó de Estados Unidos y Canadá con buenas palabras de Biden y Trudeau, pero con la sensación de que sus demandas son cada vez peor recibidas. El líder ucraniano es consciente de que sin la ayuda occidental, y en especial la de Washington, le será difícil por no decir imposible sujetar el esfuerzo bélico contra el invasor ruso. Él mismo calificó su visita a La Casa Blanca como "crítica", lo que da una idea de hasta qué punto necesita la inyección de armas y recursos para la guerra que los norteamericanos le proporcionan.

Estados Unidos lleva gastados cerca de 75.000 millones de dólares en asistencia militar y planea un nuevo paquete de 24.000 millones, un gasto ingente que a Biden le cuesta cada vez más defender ante la creciente oposición de los republicanos radicales entregados al trumpismo. Una oposición que irá en aumento según se aproxime la campaña electoral de las presidenciales por las afinidades de Donald Trump con Putin, al que pidió que divulgara información perjudicial sobre el hijo del presidente estadounidense.

Así pues, la ayuda a Ucrania se meterá de lleno en la carrera presidencial, lo que beneficiará más a Moscú que a Kiev. Distinto sería si a la guerra se le viera un final claro, pero no es el caso y ahora hay otro frente abierto en Oriente Medio que acapara la atención. La contraofensiva ucraniana no está resultando tan exitosa como se esperaba y la llegada del frío favorece a los rusos, que atacarán sus infraestructuras energéticas.

En la reunión que mantuvieron en la base de Ramstein en Alemania los ministros de defensa de los 50 países aliados de Ucrania, entre ellos España, se reconoció la absoluta dependencia de los países que apoyan su esfuerzo bélico. Lo mismo se dijo en la Cumbre de Ministros de Exteriores celebrada en Kiev, en la de la UE en Granada y esta semana en la de la OTAN, donde Zelenski equiparó a Putin con Hamás. Expresiones que tratan de contrarrestar la fatiga que se advierte entre los aliados. 

Nadie contaba con una guerra tan larga e intensa y las esperanzas en que la contraofensiva la acortase han quedado frustradas. Ambos contendientes están exhaustos y replanteando sus estrategias para afrontar la prolongación del conflicto, pero el tiempo corre más en contra de Ucrania al depender de unos apoyos occidentales cada vez más difíciles de obtener mientras su enemigo tiene mayor autonomía.

Zelenski no pudo gestionar peor el enfrentamiento con Polonia por la competencia del grano ucraniano. Sin entrar en sus razones, denunciar a un país que te ha proporcionado armas, blindados y aviones, además de abrir sus fronteras a un millón trescientos mil de tus refugiados, no parece lo más hábil. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el Gobierno ultraconservador polaco afronta unas elecciones generales en las que pesará el voto de las zonas agrícolas, pilar básico de su economía.

Putin también alimenta los populismos de extrema derecha en países como Eslovaquia, donde acaba de ganar las elecciones el prorruso Fico, o Chequia, cuyo gobierno apoyó a Ucrania en los albores de la invasión y que ahora flojea ante el descontento creciente de la población por las repercusiones que el conflicto tiene en sus vidas.

La acción de Hamás atrae la atención internacional beneficiando a Moscú, que trata de mantener sus posiciones en el terreno conquistado y aguantar hasta que Occidente se canse. La estrategia de Putin es resistir y confiar en que Trump gane las elecciones.

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