Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

La "invasión" del Hierro

Rescatan a 113 migrantes a bordo de dos cayucos en aguas de Tenerife y Gran Canaria
Rescatan a 113 migrantes a bordo de dos cayucos en aguas de Tenerife y Gran Canaria.
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Rescatan a 113 migrantes a bordo de dos cayucos en aguas de Tenerife y Gran Canaria

La maravillosa isla del Hierro, uno de los paraísos más sobrios y tranquilos que quedan por el mundo, ha sufrido una verdadera invasión de migrantes africanos que durante varios días arriesgaron sus vidas entre las olas del Atlántico en busca de una vida con menos penurias que en sus países sumidos en la pobreza y el despotismo de sus gobernantes. Afortunadamente sus frágiles embarcaciones en esta ocasión resistieron y no hubo que lamentar desgracias personales.

Además, siguiendo su tradición hospitalaria, los algo más de once mil habitantes de la isla los acogieron bien, con preocupación, pero bien dentro de sus posibilidades. Las autoridades locales y las familias se volcaron en ayudarlos ofreciéndoles comida y ropa, pero poco más. No hay alojamientos ni siquiera precarios para ofrecerles techo. Menos mal que en esta ocasión el clima era bueno y pernoctar a la intemperie no agravó el drama.

Mientras el Gobiernos canario, los empleados públicos y los vecinos se aprestaron en seguida a buscarles salida humanitaria hacia Tenerife a tantos centenares que en un par de días incrementaron en un veinte por ciento la población del Hierro, en Granada, los máximos responsables de la Unión Europea aprovechaban las visitas a la Alhambra, uno de los grandes placeres que existen, para intentar llegar a un acuerdo sobre la solución al problema de la emigración.

La inclusión del problema entre los temas más importantes de la agenda, despertó algunas esperanzas sobre iniciativas para afrontar la presión migratoria que gravita sobre Europa, particularmente del Sur, pero el esfuerzo de los más sensibles a este problema, con tantos elementos humanos en juego que empiezan por salvar vidas humanas, naufragó igual que tantas pateras cargadas de niños, mujeres y hombres se hundieron en el Mediterráneo.

Los esfuerzos de muchos de los Veintisiete enseguida chocaron con la oposición de otros, por suerte los menos, capitaneados por los gobiernos de extrema derecha, dudosamente democráticos y claramente autoritarios, de Hungría y Polonia que no hace mucho fueron rescatados de la herencia comunista y ya dentro, consideran que pertenecer a una Organización como es la UE sólo sirve para poner la mano y exhibir su bravura demandando subvenciones y ayudas que ellos deniegan a los que llegan hambrientos.

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