OPINIÓN

Réquiem por el otoño

Una mujer descansa en la orilla en la playa de La Concha de San Sebastián, donde a pesar de estar ya en otoño se registran temperaturas veraniegas.
Una mujer descansa en la orilla en la playa de La Concha de San Sebastián, donde a pesar de estar ya en otoño se registran temperaturas veraniegas.
EFE
Una mujer descansa en la orilla en la playa de La Concha de San Sebastián, donde a pesar de estar ya en otoño se registran temperaturas veraniegas.

He visto cosas que vosotros no creeríais. Meses de septiembre donde se decía: "El que no tenga ropa que tiemble". Agradables veranillos de San Miguel de un par de días en vez de estos interminables infiernos. Cuando agosto secaba los montes y septiembre se llevaba los puentes. Cuando llovía generosamente, hasta el punto de asegurar el refranero que "el diluvio y la inundación hacen en octubre su aparición". Cuando el frío nos convocaba al calor de las primeras lumbres, porque "en octubre, el hogar de leña cubre". Todos esos momentos tan otoñales, todas esas sabidurías populares conservadas en el recuerdo durante siglos de estabilidad climática, se perderán en el tiempo como lágrimas en una lluvia que no termina de caer. Parafraseando al replicante Roy Batty en la película Blade Runner, me temo que "es hora de morir de calor".

El verano se obstina en perpetuarse, transformado en un ‘veroño’ con valores récord para la época, alcanzando temperaturas más propias de julio y agosto. Ahora dura cinco meses en lugar de tres. Y el invierno es casi inexistente, apenas un par de olas de frío, antesala de una primavera nada florida pues sigue sin llover.

Algunos ven el cambio climático como una ventaja. ¡Qué bueno hace! La estación del terraceo alargada hasta diciembre, tardes de copas e incluso baños en la playa. Pero para la mayoría pobre de la humanidad es un desastre colosal, pues supone cosechas mínimas, plagas, sequías, enfermedades y dolorosos éxodos.

A pesar de todo seguimos imparables, consumiendo más combustibles fósiles, contaminando más que nunca. Todavía estamos a tiempo de no liarla parda, pero ya nos lo advierten los científicos, la ventana para asegurar un futuro habitable se está cerrando.

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