Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

Las dimensiones del tablero

President Joe Biden speaks about democracy and the legacy of Arizona Republican Sen. John McCain at the Tempe Center for the Arts, Thursday, Sept. 28, 2023, in Tempe, Ariz. (AP Photo/Ross D. Franklin)
Joe Biden, en una foto de archivo.
Ross D. Franklin
President Joe Biden speaks about democracy and the legacy of Arizona Republican Sen. John McCain at the Tempe Center for the Arts, Thursday, Sept. 28, 2023, in Tempe, Ariz. (AP Photo/Ross D. Franklin)

Han transcurrido 586 días desde el inicio de la invasión de Ucrania y en ausencia de acciones trascendentales en el frente de combate, la guerra discurre por otros derroteros igualmente importantes. En este caso, es el foco abierto el que nos permite observar un caleidoscopio de imágenes que hay que ser capaces de interpretar en su sentido más amplio.

Hechos aparentemente inconexos acaban dibujando un patrón más complejo que lo deducible del análisis de las singularidades. Comencemos con lo que tiene un impacto más inmediato —aunque limitado— en el frente: la refundación del grupo Wagner y su vuelta a las acciones de combate. Bajo el mando de un excoronel del ejército, Andrei Troshev, fiel a Putin, incluso durante el putsch de Prigozhin, se reconstituye, reanuda su proceso de captación como PMC (compañía militar privada), reanuda sus actividades en Bajmut y, además, las continúa en África, dónde el vacío de poder en la dirección de las acciones se estaba acusando. Moscú sigue dirigiendo a sus PMC afianzando su control y preservando su anonimato.

Otro suceso muy relevante es el denominado “secuestro” del presupuesto federal de los EE.UU que ha sido salvado in extremis por el acuerdo entre demócratas y republicanos, pero solo con una moratoria de 45 días que, en todo caso, no contempla la ayuda prevista a Ucrania (unos 300 millones de dólares). El escenario en EE.UU es diferente al que podría pensarse. Las claves locales son determinantes, muy por delante de otras consideraciones que abarcan el tablero mundial; esto es más trascendental de lo que pueda deducirse a primera vista, porque la campaña a las presidenciales de 2024 será crucial para el resultado de la guerra en Ucrania; nada es lo que parece a ese lado del Atlántico.

Otro dato: el presidente Zelenski, durante un discurso pronunciado el pasado sábado 30 de septiembre ante un foro internacional de industrias de defensa celebrado en Kiev, del que, por cierto, España estaba ausente, afirmó que su Gobierno está interesado en iniciar la producción de equipos y sistemas de defensa de vanguardia que puedan utilizarse en primera línea. BAE Systems (Reino Unido) y Rheinmetall (Alemania) han mostrado interés y voluntad en iniciar la producción en Ucrania mediante la construcción de plantas y su explotación conjunta. De lo que se trata, a la postre, es de transformar a Ucrania en un hub de las industrias de defensa con zona de “pruebas” ad hoc en el conflicto existente. Rusia, por su parte, ha advertido de que cualquier instalación de producción de material bélico en Ucrania será objetivo prioritario independientemente de la composición de su accionariado.

Un penúltimo apunte: el Reino Unido, a través de su nuevo ministro de defensa, Grant Shapps, ha anunciado —al margen de la OTAN— su disposición a desplegar instructores en Ucrania para acelerar los procesos de adiestramiento del Ejército ucraniano e implicarse más directamente en el conflicto con la Royal Navy en el Mar Negro para proteger los envíos de grano ucraniano. Cabría pensar en una escalada unilateral que no se sabe dónde conduce. El último elemento a considerar son los resultados de las elecciones presidenciales en Eslovaquia, donde ha ganado Robert Fico, político de largo recorrido —inicialmente prorruso— y que en campaña ha prometido detener la ayuda a Ucrania. Su victoria es relativa porque necesitará apoyo para poder gobernar. No obstante, la percepción de una Unión Europea monolítica en su decisión de apoyo a ultranza a Ucrania parece serlo con matices.

Volviendo a Zbigniew Brzezinski y su gran tablero mundial, la guerra de Ucrania tiene tantas derivadas e implicaciones que la tentación a simplificar lo que ocurre únicamente sobre el terreno y con las descarnadas e impersonales cifras de muertos y heridos, destrucciones, costes y necesidades de financiación nos hacen perder de vista la esencia del problema: detener la guerra. Resolvamos el conflicto mientras haya algo que preservar, consideremos como bien más sagrado la vida, y dejemos de lado el cálculo miserable sobre las ganancias económicas y la proyección del poder. Paremos antes de que no haya nada que parar, Papa Francisco dixit.

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