Melisa Tuya Redactora jefe de '20minutos'
OPINIÓN

La ley que ya llegó

Un malinois jugando.
Un malinois jugando.
Getty Images
Un malinois jugando.

Imperfecta, con muchos flecos pendientes, en absoluto exenta de polémicas, pero con el espíritu de mejorar al bienestar animal; una de las leyes que más difícil parto ha tenido esta legislatura, hasta el punto de peligrar en el último momento pese al uso de fórceps, ya es una realidad. O empieza a serlo.

 Como cualquier recién nacido, le queda mucho por desarrollar, y eso no contribuye a clarificarla y poner cerco a rumores inciertos. Entre aquello que falta por reglamentar se encuentran medidas tan sonadas como el curso que tienen que hacer los propietarios de perros, el listado positivo de animales de compañía, el registro de creadores o el test de sociabilidad. Su aplicación llegará, dios mediante. Es fácil imaginar que no se trata de una prioridad para el Gobierno en estos instantes.

 Sí que están ya prohibidos los collares de castigo, las peleas de gallos, la venta de animales en escaparates o la cría por parte de particulares, aunque estoy por ver cómo ponen puertas a ese complejo campo.

 También es obligado el llamado sacrificio cero de animales recogidos (verdadero marrón trasladado a los municipios y demasiadas veces una poco agradable condena a cadena perpetua a muchos animales) e identificar a perros, gatos y hurones con chip, algo que sorprendentemente aún demasiada gente olvida aunque lleve muchos años siendo obligatorio en bastantes Comunidades Autónomas.

La criatura comienza a dar sus primeros pasos, habrá que agradecer la buena voluntad que la ha concebido y vigilar su desarrollo. Imposible, no obstante, no lamentar las oportunidades perdidas y las puertas ya cerradas a tener una ley nacional que no dejara de lado a los perros más necesitados de protección, los de caza. 

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