En tan solo dos años, los centros de alojamiento para personas sin hogar han visto cómo su ocupación ha aumentado un 22%. De las 17.772 personas atendidas en 2020, año de la pandemia; a las 21.684 de 2022. Es decir, 3.912 adultos más en cualquiera de los centros de atención que ofrecen servicios de alojamiento, restauración o intervención en calle en todo el país. Se trata, de hecho, del incremento más alto de la última década, según la Encuesta de centros y servicios de atención a las personas sin hogar publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) este martes. 

En concreto, respecto a la cifra de hace diez años (2012), hay un 54% más de personas sin hogar atendidas en estos centros, de las cuales algo más de tres de cada diez (7.105) son mujeres. En cuanto al tipo de atención, el instituto estadístico revela que uno de cada cinco centros atendió exclusivamente a personas inmigrantes en situación de sinhogarismo; otro 7,2% a mujeres víctimas de violencia de género; y el 72,8% restante no estaba especializado o atendía otra especialización.

La ocupación aumentó en 2022, pero también lo hicieron las plazas disponibles, según incide el INE, que señala el fin de las restricciones por la pandemia y la llegada de refugiados de la guerra de Ucrania como los dos motivos principales de ese aumento de disponibilidad en los centros. En total, había 26.690 plazas ofertadas en España en 2022, de las cuales estuvieron ocupadas el 81%.

Más de la mitad de los centros —el 54,8%— estaba orientado prioritariamente hacia alguna situación específica, y es precisamente la situación de inmigración o solicitud de protección internacional la que fue atendida con mayor frecuencia, en el 46,7% de los casos; seguida de la adicción a otras drogas distintas al alcohol (17,7%); y la violencia de género (15,7%). 

En el lado contrario, entre las condiciones menos comunes por las que se atendió a las personas mayores de 18 años sin hogar se encuentran el VIH o Sida (2,5% de los casos) y las enfermedades de larga duración o situaciones de dependencia (2,8%). Aunque hay que tener en cuenta también que un centro no tiene por qué atender una situación concreta de forma exclusiva, ya que hay algunos que atienden a más de una.

Información y acogida, alojamiento o atención y acompañamiento social son las principales prestaciones que ofrecieron los centros el año pasado (en entre un 76 y un 83% de los casos). Y ya en menor proporción, se brindaron otros servicios, como talleres de inserción (16,4%), talleres ocupacionales (16,8%), atención jurídica (33,7%) o atención psicológica (41,75%). Además, más de la mitad de los centros (494) ofrecieron servicios de restauración —esto es, desayunos, comidas, cenas, bocadillos y bebidas calientes—, lo que supone un aumento del 4% respecto a 2020. 

El INE desgrana los datos también por tipo de alojamiento, y revela que en pisos o apartamientos se alojaron unas 7.921 personas de media (2.887 mujeres). En centros colectivos las otras 13.763 (4.219 mujeres), y la mitad disponía de habitaciones individuales y un 20% de habitaciones destinadas a familias. De ellos, el 62,8% tenía instalaciones adaptadas a personas con movilidad reducida, en el 50,2% podían recibir visitas y al 14% se podía acudir acompañado de alguna mascota.

En cuanto a los programas Housing First / Housing Led —que ofrecen una vivienda compartida de forma temporal— se destinaron un total de 660 viviendas solo en verano (un 47% más que en todo el confinamiento), que fueron ocupadas por 858 personas (282 mujeres). Ya en diciembre se elevó la cifra a 671 viviendas (un 56,8% más que en 2020), ocupadas por casi mil personas (969, de las cuales 348 eran mujeres).