Aznar no es precisamente el expresidente de España con un mayor club de fans. Seguramente nunca fue simpático, tuvo decisiones muy polémicas, su legado es controvertido y se ha distinguido por ser el más duro en el PP contra la gestión del PSOE. Ayer, en esa línea y ante las exigencias de amnistía, reclamó «un nuevo ¡Basta Ya!» –en alusión a la movilización ciudadana tras el secuestro de Miguel Ángel Blanco– que evite «la destrucción programada de la nación». Al PSOE no le ha gustado, pero de ahí a calificar desde el Consejo de Ministros a un expresidente de «golpista», hay bastantes puntos intermedios. Las reglas del juego democrático son para todos.
OPINIÓN13.09.2023 - 07:08h
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